La Gran Vía vista por el pintor Antonio López |
En 1857, como ya vimos en un artículo anterior, se había remodelado la Puerta del Sol y en 1862 se prolonga desde ella la calle Preciados hasta llegar a donde hoy se encuentra la Plaza de Callao. Es entonces cuando se decide unir esta Plaza con la próxima Plaza de España ,pero por diversos motivos este proyecto no sale adelante. En realidad, lo que se estaba buscando era crear una nueva avenida, moderna y atractiva, a imitación de las que podían encontrarse en París, demoliendo todos los edificios antiguos y ruinosos que ocupaban ese espacio y sustituyéndolos por otros más bellos que dieran a Madrid la categoría de gran ciudad europea.
Alfonso XIII y su esposa, la reina Victoria Eugenia, inauguran la Gran Vía |
Pero la Gran Vía no siempre se ha llamado así, pues en un primer momento se dio un nombre a cada uno de sus tres tramos. Así recibieron los nombres de Eduardo Dato, Pi i Maragall y Conde de Peñalver, todos personajes destacados de la época . Con el inicio de la Guerra Civil dos de sus tramos son llamados Avenida de la CNT y ,en 1937, se rebautiza como Avenida de la Unión Soviética . Después de la Guerra Civil, la Gran Vía fue rebautizada como Avenida José Antonio Primo de ,en honor del fundador de Falange, pero los madrileños nunca dejaron de referirse a ella como Gran Vía. Por fin, tras la muerte del dictador en 1975, vuelve a cambiar el nombre, que por primera vez recibe el actual de Gran Vía en 1981, siendo alcalde Enrique Tierno Galván.
Una de las curiosidades que un peatón observador no tardaría en notar es que la Gran Vía no es recta , lo cual puede resultar extraño al ser un proyecto a imitación de los bulevares que Hausmann había diseñado para París. Esto se debe a que, durante su construcción hubo que conservar diferentes iglesias que, si se hubiera seguido un trazado rectilíneo, habría que haber derruido, como son el Oratorio del Caballero de Gracia, la iglesia de San José y la de San Francisco de Borja ,que al final sería derruida para sustituirla por el actual teatro Lope de Vega.
La primera casa que se construyó , inaugurada en 1915, se encuentra en la confluencia de la Gran Vía con la calle Víctor Hugo y la última se terminaría en 1954 y es la ocupada actualmente por el hotel Washington. Pero no es de estas casas sobre las que quiero hablar ahora, sino otra que esconde una misteriosa historia tras sus muros, la llamada Casa de las Siete Chimeneas , un edificio construido en el siglo XVI que en la actualidad alberga el Ministerio de Cultura y que recibe este nombre porque en su tejado se pueden ver ,aún hoy en día ,siete chimeneas cilíndricas.
Casa de las Siete Chimeneas del siglo XVI, rodeada de una inquietante leyenda |
Pero lo que ha hecho famoso a este vetusto edificio es la leyenda que le rodea. Nos tenemos que trasladar al Madrid del siglo XVI. Según cuenta la historia, la casa oficialmente había sido construida por un cazador de Carlos I , pero en realidad el pueblo de Madrid afirmaba que fue construida por orden del rey Felipe II. El cazador real tenía una hija llamada Elena, que poco después de construirse la casa se casaría con un capitán del ejército de nombre Zapata.
No pudieron vivir juntos demasiado tiempo los nuevos esposos porque Zapata tuvo que marchar con los Tercios de Flandes para participar en la batalla de San Quintín en 1557, donde las tropas españolas derrotarían a las francesas y donde hallaría la muerte el capitán Zapata. Al recibir la noticia de su muerte, Elena enloqueció, dejo de comer, de cuidarse , con el pelo desaliñado y las uñas destrozadas y sin dejar de llorar hasta que finalmente encuentra la muerte.
Pero todo se complica cuando los criados de la casa informan que mientras se hallaba en aquel estado de enajenación había dado a luz a un niño del que nada se sabía ahora y , para alimentar más los mentideros de Madrid, no había muerto de pena y en la locura, sino que había sido apuñalada. Los rumores apuntaban a una relación oculta entre Elena y el rey Felipe II, el bebe desaparecido sería el fruto de esta relación y tanto la desaparición del bebé como la muerte de Elena no serían sino los esfuerzos de hombres de confianza del monarca para ocultar estos hechos. Sin embargo, las sospechas oficiales recaerían sobre el padre de Elena que sería detenido e interrogado. Sea como fuere, el cuerpo del anciano aparecería semanas después colgado de una de las vigas de madera de la propia Casa de las Siete Chimeneas.
Para silenciar todos los rumores, Felipe II ordenó una investigación oficial del caso. El hecho más extraño es que nadie había visto sacar el cuerpo de Elena de la casa, por lo que se buscó exhaustivamente en el interior de la casa, pero jamás se encontró su cuerpo. Para rodear aún de mayor misterios lo acontecido en la casa, un labrador dijo haber visto una figura femenina que se paseaba por el tejado de la casa entre las siete chimeneas , ataviada con un vestido blanco y , después de dirigirse hasta el extremo del tejado, la figura se agachaba, se golpeaba el pecho con su puño y terminaba por señalar con su mano el Alcázar donde residía el monarca, como si el espectro quisiera así denunciar a su asesino.
El tiempo fue silenciado los rumores hasta que llegó a caer en el olvido. Pero en el siglo XIX la Casa de las Siete Chimeneas sería adquirida por el Banco de Castilla ,que inició unas obras de reforma para adaptarla a su nuevos usos. Para ello , se levantó el suelo del sótano para instalar nuevas cañerías y entonces los obreros se llevaron una sorpresa… si, lo adivináis, hallaron el esqueleto de una mujer y, junto a ella, monedas fechadas en el reinado de Felipe II.
Si era Elena o no, si el monarca pudo tener alguna responsabilidad en su muerte o si su espectro llegó a pasearte por el tejado de la Casa de las Siete Chimeneas, lo dejo a la valoración del lector, lo que es cierto es que se trata de una de las historias más sugestivas del Madrid tenebroso y, cuando paseamos junto a la casa, es dificil no mirar con cierta inquietud su tejado, por si alguna sombra ,aún hoy, se deslizase entre sus chimeneas.
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