LA NOCHEVIEJA DEL AÑO 999: LOS MIEDOS DEL FIN DEL MILENIO

Mañana despediremos este año 2010 que ha sido bastante duro para la mayoría de nosotros y el mundo en general, y el próximo no anuncia cambios muy favorables , pero ya tendremos tiempo de hablar de ello. Podría hoy dedicarme a hacer un balance del año que termina o hablar de las perspectivas del próximo, podría dedicar un artículo a criticar los ataques al estado de bienestar que se están preparando y que van a significar su práctica defunción, podría escribir sobre las últimas decisiones políticas en España que causan indignación y tristeza casi a partes iguales, pero a partir de pasado mañana no ahorraré palabras para atacar a los que nos han conducido, en España y en el mundo a esta situación y que ahora pretenden que nosotros paguemos los platos rotos mientras ellos no asumen sus culpas y siguen en sus puestos como si nada hubiera pasado.
Pero no quiero despedir el año repitiendo los problemas y angustias que nos han acompañado durante todo el 2010 y si mañana trataré de mandar un mensaje de esperanza, porque tenemos que conservarla como sea en estos tiempos difíciles, hoy quiero dedicar este artículo a una Nochevieja de hace exactamente 1010 años, la Nochevieja del año 999. ¿Recordáis los temores milenaristas que rodearon la entrada del año 2000 y los próximos que se avecinan para el 2012 y la profecía del fin del Calendario Maya? Pues hace mil años , toda Europa vivió con miedo la Nochevieja que daba entrada al segundo milenio de la cristiandad. Si os apetece, acompañadme en nuestro viaje al pasado y comprenderéis como los miedos y supersticiones del hombre no cambian mucho con el tiempo ni el progreso, en el fondo siempre quedará algo de aquel hombre oculto en las cavernas que temía la noche y se estremecía ante el destello de los relámpagos.
Nos encontramos en la noche del 31 de diciembre de 999  en la basílica de San Pedro en Roma, la plaza frente a la basílica se halla atestada por una multitud de hombres y mujeres que rezan entre sollozos ,gritos y gestos de desesperación en espera de lo que había sido anunciado por el Apocalipsis de San Juan:
«Y vi un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y con una gran cadena en la mano . Se apoderó del dragón, de la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo mantuvo encadenado durante mil años. Lo arrojó al abismo , que cerró y selló, para que no extraviase más a las naciones, hasta que se cumplieran los mil años. Después de esto habrá de ser soltado por un poco de tiempo»
Apocalipsis 20,1-3
Gerberto d´Aurillac, el papa Silvestre II. Hombre de gran erudición e inteligencia, había estado en contacto en España con los musulmanes de los que había aprendido conocimientos astronómicos y científicos . Fue acusado por sus contemporáneos de prácticar la magia negra y hacer pactos con el diablo
El papa Silvestre II oficia la misa en el interior de la basílica y , terminada ésta, todos esperan espectantes la llegada de la medianoche que es anunciada por el repicar de campanas de San Pedro. Tras unos segundos de silencio la multitud estalla en júbilo y se arrodillan para orar dando gracias a Dios porque no se ha producido el esperado fin del mundo anunciado para el primer milenio de la cristiandad.
Hasta aquí la imagen que la leyenda ha difundido hasta nuestros días pero que ,a partir del siglo XX, ha sido puesta en duda por numerosos historiadores, empezando por el filósofo español José Ortega y Gasset, que en su tesis doctoral  afirma que el difundido terror milenarista del año mil es una falacia que se extendió a partir del siglo XVI. Los argumentos para negar la existencia de este terror ante la llegada del fin del milenio son numerosos y sólidos como veremos a continuación.
El primero de ellos es la ausencia de documentos que hagan referencia a la existencia de un terror generalizado ante el año 1000 y en los testamentos redactados durante la última década del siglo X sus autores establecen estipulaciones con vistas a un futuro lejano como si no fuera a suceder nada. Sólo hay un autor que menciona el año 1.000 en el sentido del Final de los Tiempos, el teólogo Abbo de Fleury quién recordaba que durante su juventud , en la década de 960, había escuchado un sermón de un predicador parisino que anunciaba que «no bien se hubiera completado la cifra de mil años, vendría el Anticristo y al poco tiempo se produciría el Juicio Final» apoyándose para ello en el Apocalipsis de San Juan: 
«Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de Sol , con la Luna bajo sus pies, y en su cabeza una corona de 12 estrellas;estaba encinta y gritaba con los dolores del parto.Y otra gran señal apareció en el cielo:un gran dragón color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos y sobre las cabezas siete diademas; su cola arrastraba un tercio de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la Tierra. El dragón se puso delante de la mujer que iba a dar a luz un hijo varón, el que ha de apacentar a todas las naciones con vara de hierro. El Hijo fue arrebatado hacia Dios y hacia su trono… se trabó una batalla en el cielo: Miguel y sus arcángeles entablaron combate con el dragón»  
Lo cierto es que la Iglesia, siguiendo los escritos de San Agustín, sostenía que el  reinado de los santos había comenzado ya y que la referencia a los mil años contenida en el Apocalipsis debía tomarse en sentido figurado . Pero si estos argumentos no son suficientes, tendríamos que añadir que el sistema de datación a partir del Nacimiento de Cristo creado por Dionisio el Exiguo, del que ya he hablado en otro artículo dedicado al calendario en el Mentidero,  distaba mucho de ser conocido en toda Europa  y , mientras las personas más instruidas seguían datando los documentos y acontecimientos más importantes por los años del reinado vigente o por los años del papa en vida en ese momento, para la mayor parte de la población campesina el año mil  debía ser un año como cualquier otro por el sencillo motivo de que desconocían en que año se encontraban.
El libro del Apocalipsis, que significa Revelación, anuncia proféticamente el Fin de los Tiempos y el reinado de mil años del demonio y ha dado origen a una rica íconografía de pintores y escultores a lo largo de los siglos
Hasta aquí los argumentos de aquellos que niegan el miedo al fin de los tiempos con la llegada del cambio de milenio en 999,  pero también hay historiadores que sostienen la existencia de un temor real, aunque no generalizado en todo Europa, por la proximidad de esa fecha, y para ello recurren sobre todo al testimonio de un monje de la Borgoña francesa llamado Rodolfo Gabler.
Rodolfo Gabler había nacido hacia 985 y , con sólo doce años, ingresa en un monasterio donde da muestras de tener un carácter violento y amigo de las broncas, lo que no le granjearía las simpatías del resto de monjes y sería el motivo por lo que recorrió múltiples monasterios, siendo expulsado de uno a otro. Sería precisamente esta gran movilidad la que le permitió disponer de más información que la de otros cronistas  monacales que nunca llegaron a abandonar los muros de sus monasterios.
En la década de 1030, Gabler escribe «Historias», a la que divide en cinco partes  que se constituirán en la principal fuente sobre, según las propias palabras de Gabler,  «la historia de los acontecimientos y prodigios que sucedieron alrededor del milenario y de la Encarnación del Salvador durante ese año» . Gracias a su obra no resulta tan clara la afirmación de que el año mil fue vivido como otro año cualquiera y si parece confirmarse que, al menos para una parte de la cristiandad, existió la creencia en el Fin del Mundo.
Gabler recoge una cadena de acontecimientos que incluyen catástrofes climáticas, visiones extraordinarias y portentos misteriosos,  que serían los heraldos del caos profetizado por el Apocalipsis antes de la segunda venida de Cristo. Entre los portentos descritos por Gabler  sobresale la terrorífica aparición de un cometa , posiblemente el cometa Halley, que pasó cerca de la Tierra en 989.
«Apareció el mes de septiembre , poco después del anochecer , y permaneció visible durante casi tres meses. Brillaba con tal intensidad que su luz parecía inundar buena parte del firmamento , luego se desvaneció al alba. Pero si se trata de una nueva estrella que Dios ha lanzado al espacio, o si meramente ha intensificado el resplandor de otra estrella, sólo El lo sabe… Lo que si ha quedado demostrado con certeza es que este fenómeno en el cielo nunca se aparece a los hombres sin constituir un signo infalible de un hecho misterioso y terrible. En efecto, un incendio no tardó en devorar la iglesia de San Miguel Arcángel, construida sobre un promontorio en el océano que había sido siempre objeto de una especial veneración en todo el mundo.»
Hoy sabemos que el cometa Halley orbita alrededor del Sol y alcanza su máxima aproximación cada 75 años, cuando su brillo es más intenso. Su último paso cerca de nuestro planeta fue en 1986, pero en el siglo X su presencia confirmaba los malos presagios sobre el final de los tiempos
En la misma obra Gabler  añade, refiriéndose al año 993, siete años antes del milenio
«Siete años antes del milenio casi todas las ciudades de Italia y la Galia fueron devastadas por violentas conflagraciones y hasta la misma Roma quedó asolada por el fuego. Los ciudadanos emitieron un terrible grito a un tiempo y corrieron a confesarse con el Príncipe de los Apóstoles»
A continuación el monje escribe que muchos hombres destacados de su época mueren en estos últimos años del milenio y afirma que «Todo esto concuerda con la profecía de san Juan quién dijo que el diablo sería liberado durante mil años» Gabler también nos da noticias de movimientos heréticos que surgen por primera vez en Europa después de dos siglos de calma, y la aparición de un movimiento milenarista conocido como la Paz de Dios , el cual habría sido iniciado en la década de 990  como repulsa del pueblo contra los nobles. Una de las primeras manifestaciones de esta Paz de Dios se encuentra en Limoges en 994, cuando se sacan en procesión los restos de San Marcial después de que una epidemia hubiera asolado la región y la multitud congregada alrededor de la imagen quedó milagrosamente sanada de sus dolencias.
Los participantes en el movimiento de la Paz de Dios creían en la próxima llegada de Cristo y la instauración de un reino de paz y justicia ,pero además de este movimiento son frecuentes los relatos de grupos de adoradores del diablo , pues muchos creían que había llegado la hora en que el diablo quedara libre por espacio de mil años, como anunciaba el Apocalipsis. Así nos lo cuentan cronistas de la época:
«Se reunían ciertas noches en una casa  determinada, cada uno provisto de una luz y cantaban , en forma de letanía , los nombres del diablo, hasta que de pronto veían que éste descendía entre ellos con la apariencia de una bestia Todas las luces se extinguían de inmediato y se entregaban a una orgía inexpresable . Cada hombre se apoderaba de la mujer que tenía más cerca , sin que le importara que fuese su madre, su hermana o una religiosa. El niño nacido de esta unión impura era presentado el  octavo día después de su nacimiento . Encendían un gran fuego y pasaban al bebe por las llamas, a la manera pagana. Las cenizas de la pobre criatura se recogían y preservaban con la misma veneración con que los cristianos preservaron el cuerpo de Cristo.»
Pero no es sólo Gabler , con ser la principal fuente con la que cuentan los historiadores, quién nos proporciona noticias sobre las creencias milenaristas  entre las gentes de  finales del siglo X , y así el monje Saint Amand de Lobbes escribe lo siguiente acerca de un terremoto habido en Alemania poco antes del año mil:»En el año de la Encarnación mil, habiéndose producido un terremoto y otras señales que fueron vaticinadas como necesarias, a partir de aquí nuestra esperanza tiene ya más certidumbre de aquellas cosas que esperan ser completadas en orden» y Thietmar de Messeburg escribe sobre el año mil que es «el mejor año desde que la Inmaculada Virgen dio a luz nuestra Salvación, cuando se vio brillar sobre el mundo un amanecer radiante«
Hemos visto que en el Apocalipsis más que en el fin del mundo se anuncia la liberación del diablo para el comienzo de un reinado que se prolongaría durante un milenio , y muchos interpretaron la elección de Gerberto d´Aurillac como el nuevo papa Silvestre II como el cumplimiento de dicha profecía, ya que tenía muchos enemigos que le envidiaban por su gran erudición e inteligencia y le acusaban de haber logrado el papado a través de un pacto con el diablo y aduciendo como muestra de sus tratos con el diablo y de la práctica de las artes mágicas negras la afición del Papa a estudiar el cielo y la construcción de instrumentos científicos , además de poseer manuscritos obtenidos de los musulmanes. Entre las acusaciones «más graves», y recalco el entrecomillado, contra Silvestre II ,se hallaba el entusiasmo del pontífice por una máquina de calcular llamada ábaco  que supondría una revolución en la aritmética, pero que para los contemporáneos de Silvestre II no era sino una prueba más de que el nuevo Papa era en realidad el Anticristo. Una vez más la ignorancia tratando de aplastar la sabiduría y el progreso, como ha sucedido a lo largo de los tiempos y sigue sucediendo ahora.
Otón III(979-1002) emperador del Sacro Imperio que creía con firmeza en la proximidad del fin de los tiempos y tenía previsto abdicar de la corona para acelerar el final, aunque su tempranda muerte se lo impidió
Otro signo de la inquietud existente dentro de los años próximos al milenio lo hallamos en el emperador del Sacro Imperio , Otón III, que había sido discípulo del propio Silvestre II, y que se tomaba muy en serio los relatos del Apocalipsis , en especial las profecías de un escritor apocalíptico llamado Adso de Montier-en-Der, quién había escrito que :
«Un emperador romano de origen franco sería el último y más grande de los dirigentes y , después de gobernar su Imperio marchará a Jerusalén para ceñirse la corona en el Monte de los Olivos»
Según este profeta ese sería el fin del Imperio Cristiano y el inicio del reinado del Anticristo. Para evitar el  cumplimiento de la profecía del último emperador, Otón III decidiría abdicar de la corona y ordenarse monje con el fin de apresurar el final del Imperio y de la historia de la Humanidad. Aunque poco después del año mil Otón III moriría sin poder llevar a la realidad  su decisión de abdicar, si podemos ver como el gobernante más poderoso de Occidente durante el siglo X veía dirigidas sus acciones por creencias apocalípticas.
Sea como fuere, como hemos visto nada sucedió en la Nochevieja del 999 y la cristiandad volvió a respirar confiada en el futuro , tal y como nos cuenta nuestro ya viejo conocido Rodolfo Gabler:
«Poco antes del tercer año posterior al milenio, en todo el mundo, pero , sobre todo, en Italia y en la Galia, los hombres comenzaron a construir iglesias, aunque buena parte de las ya existentes estaban construidas como es debido y no eran indignas. Pero parecía que cada comunidad deseaba superar a las otras en materia de esplendor de sus iglesias. Era como si todo el mundo quisiera desembarazarse del peso del pasado, adornándose por doquier con el mando blando de las iglesias.» 
Durante los años siguientes al milenio partidas de albañiles recorrían los pueblos de Europa erigiendo nuevas iglesias ,que eran iguales unas a otras como un símbolo de un mundo nuevo que comenzaba su andadura . Comparando las dos visiones que los historiadores de nuestros días mantienen sobre los acontecimientos que rodearon el año mil, y sin querer apoyar ninguna de las dos tesis , si me parece que hay indicios suficientes para afirmar que, al menos en Europa, si existió cierto temor y ansiedad ante la llegada del fin del primer milenio de la cristiandad, un temor que se volvería a repetir en 1033, porque en esa fecha se celebraban los mil años de la muerte de Cristo en la cruz.
Así, mañana, cuando empecemos a tomar las uvas y a levantar nuestras copas para despedir al viejo año y recibir al nuevo, quizás vengan a nuestras mentes el recuerdo de aquellos hombres que hace mil años se congregaron en Roma rezando en la espera del Fin del Mundo. Vendrán de nuevo los agoreros y nos anunciarán nuevas catástrofes apocalípticas, no será la primera vez como acabamos de ver, pero espero que no vuelvan a engañarnos. No hay Apocalipsis más que el que nosotros mismos podemos preparar , es la humanidad la responsable de evolucionar o destruirse a sí misma.

EL AÑO NUEVO Y LOS ORÍGENES DE NUESTRO CALENDARIO

Dentro de unos pocos días celebraremos la entrada del nuevo año, el 2011 de nuestra era cristiana que se inicia con la fecha de nacimiento de Jesucristo, fecha establecida hace quince siglos por un monje italiano al que pocos  recuerdan , y creo que sería interesante conocer, precisamente en esta semana, el origen de nuestro calendario, por el que regimos nuestra vida y medimos el paso del tiempo. Hay otros calendarios , como el musulmán o el judío, pero el calendario gregoriano, ya veremos porque se llama así, es el aceptado en todo el mundo para datar los acontecimientos históricos o para fijar las fechas de acuerdos comerciales. Si os apetece, acompañadme por este viaje a lo largo de nuestra historia para conocer porque en cinco días entraremos en el 2011, porque este mes se llama diciembre y porque hoy es lunes. Son conceptos que hoy nos parecen obvios , porque estamos acostumbrados a mirar los calendarios y a medir el tiempo, pero no siempre ha sido así.
El tiempo, eso es lo que tratamos de medir con el calendario, tratamos de organizar algo que sólo existe porque nosotros lo medimos. Decía Marco Tulio Cicerón que «el tiempo es una parte de la eternidad» mientras que , con bastante más sentido del humor, el escritor inglés Herbert Spencer definía al tiempo como «aquello que los hombres siempre tratan de matar pero acaba matándoles a ellos«, aunque creo que quién mejor define  lo que sentimos cuando alguien nos pide que definamos en que consiste el tiempo , es san Agustín de Hipona cuando escribe «Si nadie me lo pregunta, lo sé;si quiero explicarlo a quien me lo pide , no lo sé»
Concepto abstracto o realidad física, o ambas cosas a la vez, lo cierto es que el tiempo forma parte de nuestras vidas y lo utilizamos para organizar nuestras vidas y nuestra actividad económica, para dar un sentido a lo que nos rodea y una organización a la estructura del mundo. Si nos remontamos a los tiempos primitivos y nos ponemos en la piel de aquellos hombres que cazaba y vivían en cuevas, para ellos el tiempo no era sino una sucesión confusa de días y noches , aunque ya debía advertir ciertos ciclos en esa confusión, como por ejemplo las fases de la Luna.
Stonehenge, considerado el calendario más antiguo de la humanidad con sus 4500 años
Quizás se puede establecer como primer calendario el de Stonehenge en Inglaterra, unos 2500 años antes de nuestra, que sería el fruto de las observaciones de nuestros antepasados que vieron como día a día el sol variaba ligeramente el punto de su salida y ocaso y que al cabo de 365 amaneceres el ciclo volvía a empezar. Posteriormente , los egipcios ya conocían el año de 365 días, dividido en  doce meses de 30 días y cinco días complementarios , y fijaban el inicio del año con la salida de la estrella Sirio que marcaba el acontecimiento más importante en el Antiguo Egipto, la crecida del Nilo que fertilizaba la tierra y permitía la vida en las desiertas tierras regadas por el río.
Ya en la mítica Babilonia, uno de sus astrónomos, llamado Naboriano, calculó con mayor precisión la duración del año estableciéndolo en 365 días, seis horas y quince minutos .Los babilonios también nos legarían los conceptos de la semana de siete días, la hora de sesenta minutos y los minutos de sesenta segundos. Para medir el tiempo utilizaban diferentes medios aunque el más preciso para ellos era la Clepsidra o reloj de agua .
Pero para buscar el origen más próximo a nuestra forma de medir el tiempo tendremos que viajar hasta la República de Roma. El primer año de la historia de Roma era conocido como el Año de Rómulo, en honor de uno de los fundadores de la ciudad y primer rey de su historia, y a partir de éste año se iniciaba el calendario romano que fechaba cualquier acontecimiento con la expresión «Ab urbe condita» que significa «desde la fundación de la ciudad«.
El origen de la palabra Calendario también nace en Roma, y proviene de la palabra Calendarium, nacida a su vez de Kalendae, que era un termino contable con el que los romanos designaban el primer día del mes lunar cuando se tenían que pagar las cuentas pendientes.Su año se iniciaba en el mes de Marzo y en un principio constaba de sólo diez meses y un total de 304 días, , pero debido a que se producían constantes desarreglos con respecto al ciclo solar, bajo el reinado de Numa Pompilio, segundo rey de Roma, se estableció un nuevo calendario dividido en doce meses que serían los siguientes, teniendo en cuenta que el año se iniciaba siempre en Marzo
 Martius(Marzo): Dedicado al dios de la guerra, Marte. Tenía una duración de 31 días
Aprilis(Abril): Su origen podría estar en el verbo latino aprire(abrir) porque es el mes en que se abren las flores. Tenía una duración de 29 días
Maius(Mayo): Llamado así en honor de Maia, la diosa romana de la primavera y los cultivos. 31 días
Iunius(Junio): Posiblemente en honor a la diosa romana del matrimonio , Juno. 29 días
Quintilis o Julius(Julio) : En un primer momento recibió el nombre de Quintilis por ser el quinto mes del año romano, pero cambiaron su nombre a Julius en honor a Julio César. 31 días.
Sextilis o Augustus(Agosto): Al igual que el anterior en un primer momento se le llamó sexitilis por ser el sexto mes del año romano pero luego lo cambió de nombre el emperador Octavio Augusto , dándole su nombre. 29 días
September(Septiembre) : Séptimo mes del año romano. 29 días
October(Octubre): Octavo mes del año romano. 31 días
November (Noviembre): Noveno mes del año romano . 29 días
December(Diciembre) : Décimo mes del año romano. 29 días
Ianuarius(Enero): Que recibe su nombre por el dios Jano, dios de dos cabezas que mira hacia donde sale y se pone el sol. 29 días 
Februarius(Febrero): Significa purificación y llamaban así a este mes porque  era cuando practicaban los ritos de Purificación. 28 días
Julio César, además de ser el conquistador de la Galia, fue también un innovador en su tiempo y se preocupó de reformar el calendario romano para evitar los desfases entre los meses y las estaciones   
Si sumamos todos los días veremos que nos dan un total de 355 días, por lo que había un desfase de diez días con respecto al ciclo solar de 365 días, por lo que Numa Pompilio ordenó que cada dos años se intercalara un nuevo mes de 22 días con lo que aparentemente se corregía el desfase, pero no fue así en la práctica y poco a poco el calendario dejó de coincidir con las estaciones. Por eso, siendo Julio César cónsul en 45 a.C , encargó al astrónomo egipcio Sosígenes que elaborara un nuevo calendario más preciso . Sosígenes lo calculo con tanta precisión que apenas se equivocó en 11 minutos , ya que lo fijó en 365 días y seis horas.
Sosígenes corrigió el desfase de diez días distribuyéndolos entre los siete  meses que sólo tenían 29 , dejándolos así en 31 los meses de Diciembre , Enero y Agosto y en 30 los otros cuatro meses restantes. Como había que corregir un error de un día cada cuatro años, Sosígenes decidió añadir un día más al mes de febrero, que pasaría a tener 29 días cada ciclo de cuatro años. Este año se llamaría bisiesto porque los romanos duplicaban el día 24 que era el sexto día antes de marzo, «bis sextum» significa literalmente dos veces sexto, dos veces el día sexto antes del mes de marzo.
Como hemos visto, durante el Imperio Romano se había contado el tiempo a partir  de la fecha de la fundación de la ciudad por Rómulo y Remo , establecida en el 754 a. C y que se indicaba con la expresión «ab Urbe condita», «desde la fundación de la ciudad» y cuyas iniciales A.U.C pueden encontrarse todavía en muchas inscripciones latinas. También se había utilizado para medir el tiempo los años de gobierno de cada emperador o el nombre de los cónsules.
A raíz de la caída del Imperio Romano, los reinos de los pueblos germanos que lo sustituyeron llevaron su propia cronología , como por ejemplo en Hispania, donde los visigodos tomaban como punto de partida el año 38 a.C sin que sepamos el orígen de esta costumbre. Pero en 525 un monje conocido con el nombre de Dionisio El Exiguo, nacido hacia el año 500 en Armenia  y que recibía este nombre por su corta estatura , recibe el encargo del papa Juan I de fijar una nueva  fecha para el cálculo de la Pascua y Resurrección de Jesucristo.
El retrato de Dionisio el Exiguo insertado dentro de una de las obras del pintor Salvador Dalí con sus célebres relojes blandos , alegoría del tiempo
Dionisio se puso inmediatamente manos a la obra adoptando sus propias fórmulas para dicho cálculo independizándose de la tradición marcada por los científicos egipcios. En una carta dirigida al obispo Petronio en 531 , Dionisio se queja de que la fiesta de la Pascua se fijaba en muchos territorios del antiguo Imperio Romano según un calendario que tenía como fecha de inicio el comienzo del reinado del emperador Diocleciano en el año 284. Esta forma de fechar repugnaba al monje armenio porque Diocleciano había sido un feroz perseguidor del cristianismo y por ello escribe:
«Prefiero contar los años desde la encarnación de Nuestro Señor, para así hacer el fundamento de nuestra esperanza más conocido y la causa de la redención del hombre más preclara»
Para establecer la fecha de nacimiento de Jesucristo ,Dionisio se sirve de las informaciones contenidas en los Evangelios sobre personajes históricos como el rey Herodes y sobre todo de un pasaje del Evangelio de San Lucas donde leemos «Jesús tenía treinta años en el año quince del Imperio de Tiberio»
Con estos datos Dionisio fija el nacimiento de Cristo en el año 754 desde la fundación de Roma, concretamente el 25 de diciembre del año 754 ab urbe condita, que el monje considerará el año 1 de nuestra era. Quiero señalar, por las polémicas que surgieron en el año 2000 sobre si era el primer año del nuevo milenio o el último del milenio anterior, que Dionisio no estableció el año de nacimiento de Cristo como año cero por el simple motivo de que este número era desconocido en su época, aunque si era conocido en la India y llegaría a Europa a través de los pueblos árabes varios siglos después del tiempo de Dionisio.
Sin embargo, Dionisio erró al fechar el nacimiento de Cristo en unos cuatro o siete años, ya que el Evangelio de San Mateo asegura que Cristo había nacido bajo el reinado de Herodes el Grande  y este habría muerto en el año 4 a.C, es decir, cuatro años antes de la fecha fijada por Dionisio, por lo que el nacimiento de Cristo tendría que ocurrir forzosamente antes de esa fecha. 
El nuevo término usado para fechar los acontecimientos sería llamada por Dionisio como «Anno Domini» o Año del Señor  y el primero en usarlo fue su amigo, el filósofo y político Casiodoro,  quién en 562 utilizaría la abreviación A.D detras de las fechas de la Pascua. En las décadas siguientes su uso se irá extendiendo y ya en el sigloVIII se empezaría a utilizar en el reino franco de Carlomagno  y en las islas Británicas , no así en Hispania donde hasta el siglo XIV seguiría usándose la Era Hispánica, que, como ya vimos, empezaba en el 38 a.C.
De todas formas querría añadir que durante muchos siglos de la Edad Media europea la gente vivió en comunidades aisladas  donde la vida era muy dura y pocos sentían la necesidad de calendarios, guiándose sólo por los ciclos de estaciones que marcaban el ritmo de las tareas agrícolas.No les interesaba saber el año en que vivían, ni la fecha en que se hallaban, sino que se preocupaban de determinar si se encontraban en primavera o en invierno, ya que en una sociedad agrícola es el clima el que marca el paso del tiempo. Los días se determinaban por los santos que se conmemoraban, así , por ejemplo, un agricultor se referiría al día 23 de marzo como el día de San Benito y no diría que su hijo había nacido el día 28 de agosto, sino que había nacido el día de San Agustín. Para recordar los nombres de todos estos santos, los monjes escribían canciones y poesías en las que recogían largas listas de santos para que fueran memorizadas y utilizadas por el pueblo como una especie de calendario
El emperador Constantino el Grande fue quién estableció la semana de siete días como medida de tiempo, con el domingo como primer día de la semana y día sagrado
Para terminar con este relato sobre la historia de nuestro calendario , os contaré el porque de nuestra semana de siete días. Esta fue establecida por el emperador Constantino el Grande en 321, donde se establece el domingo como el primer dia de la semana , una nueva unidad de tiempo que constaría de siete días. Esta división no era arbitraría sino que respondía a un significado astrológico, ya que cad uno de los días de la semana estaba gobernando por un planeta que , además, le daría su nombre y del que derivan los actuales 
LUNA:  LUNES
MARTE: MARTES
MERCURIO: MIÉRCOLES
JÚPITER: JUEVES 
VENUS: VIERNES
SATURNO:  SÁBADO
DOMINE: DOMINGO
El domingo recibió este nombre por ser elegido como el día dedicado al Señor(domine en latín), una elección que no se libró de una fuerte polémica ya que ,tanto para los judios como para los antiguos romanos, había sido su día santo. Pero el hecho de que Cristo fuese crucificado en sábado, el sexto día de la semana judía, y que resucitase el primer día de la semana siguiente, hizo que las autoridades religiosas desplazasen al domingo el día de descanso y celebración de la eucaristía
Añadir que los científicos de nuestros días han apuntado la posibilidad de que la división de la semana de siete días responda a los biorritmos del cuerpo humano que funciona en ciclos de siete días , en los que se producen variaciones de la presión arterial y de los latidos del corazón.
El papa Gregorio XIII, quién ordenó la última reforma del calendario juliano, recibiendo en su honor el nombre de Calendario Gregoriano
Para terminar sólo dos palabras más. En el año 1582 el papa Gregorio XIII encargó una nueva reforma del calendario juliano porque se había producido un error de once días desde los tiempos de Julio César. En esta reforma, elaborada por Luis Lilio y Christopher Clavius, se eliminaron 11 días, de forma que al 4 de ocubre de 1582 le sucedió el 15 de octubre, y para evitar que este desfase volvierá a producirse se establecio que todos los años bisiestos cuyas dos últimas cifras fueran cero no fueran bisiestos, excepto aquellos cuyas dos primeras cifras fueran divisibles por cuatro. Así, por ejemplo , el año 2000 sería bisiesto, ya que acaba en dos ceros pero 20 es divisible por cuatro, pero 1900 no sería bisiesto ya que 19 no es divisible por cuatro. Este nuevo calendario sería conocido como Calendario Gregoriano

Actualmente el desfase que se produce es de aproximadamente 3 días cada 10.000 años y, en la actualidad, además del gregoriano,  coexisten unos cuarenta calendarios, que no tienen nada que ver unos con otros.

Espero que a pesar de lo extenso de este artículo os haya resultado interesante y quiero cerrarlo con estas palabras esperanzadoras sobre el tiempo de nuestro genial escritor Miguel de Cervantes «Confíad en el tiempo que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades» Ojalá sea así en el nuevo año de nuestro calendario