GRANDES EXPLORADORES: LÁSZLÓ ALMÁSY , EL PADRE DE LA ARENA (PRIMERA PARTE)

«El ser humano siente la cercanía del Creador y no hay nada que pueda distraerlo de esta certeza. La fe en un Ser Supremo y, al mismo tiempo, la aceptación de nuestro destino se impone a nuestro ánimo de modo casi imperceptible, preparándolo para sacrificarnos sin queja al desierto». Estas palabras sobre el desierto y la impresión que causa en el alma humana pertenecen al libro «Sahára desconocido»  del aventurero, aviador, escritor, soldado y aristócrata húngaro el conde László Ede Almásy de Zsadány et Törökszentmiklós (1895-1951), un nombre que , como me sucedía a mí , no os dirá nada hasta que nos descubren que fue en su figura en la que se inspiró el novelista canadiense Michael Ondaatje(1943) para su obra «El paciente inglés» en la que a su vez se basaría el director Anthony Minguella (1954-2008) para filmar su película del mismo título en 1996 , que obtendría nueve oscar de Hollywood. Sin embargo, la película no nos descubre la faceta más aventurera de Almásy, sus viajes por el desierto en busca de ejércitos y ciudades perdidas, su pasión por aquella inmensa desolación que, según sus palabras, «purifica el cuerpo y el alma». Si queréis acompañarme hoy trataremos de conocer mejor a este hombre y lo que tanto amaba, el desierto.
El  Sáhara, palabra árabe que significa precisamente «desierto» , se extiende por todo el Norte de África ocupando extensos territorios de Marruecos, Mauritania, Mali, Níger ,Túnez,Libia, Chad, Sudán y Egipto además de la nueva República de Sudán del Sur y la no reconocida como estado independiente, Sahára Occidental. Su superficie es objeto de controversia pues ,según la fuentes que consultes, varía entre los nueve millones de kilómetros cuadrados que le atribuye la wikipedia, a los más de ocho millones de kilómetros cuadrados que le atribuye el escritor español Javier Jayme(1950) en su obra «Pioneros de lo imposible» que he utilizado para documentare al escribir la historia de László Almásy. En realidad el Sáhara es como un organismo vivo, al que no es posible fijar con unos límites precisos ni trazar sus fronteras con una regla, pues ,como si se tratara del agua del océano, se contrae y crece, como si sus dunas fueran olas que rompen contra la costa y se retiran para volver de nuevo con más ímpetu. Lentamente, va conquistando nuevos territorios, tratando de extenderse hacia el sur y mirando al norte como si tratara de salvar el obstáculo del Mar Mediterraneo.

Mapa físico de África donde podemos ver la extensión del Sáhara, sus casi nueve millones de kilómetros cuadrados de superficie que atraviesea el continente de este a oeste  y con una anchura de más de cinco mil kilómetros , con un índice medio de pluviosidad que no supera los 100 mml y en algunos sitios como el árido desierto de Libia no llueve desde la década de los años treinta del siglo XX. En el norte del desierto se encuentran los grandes sistemas de dunas, los Erg, la parte central está ocupada por sistemas montañosos como el Macizo de Tibesti con el Emi Koussi de 3415 metros de altura y el Macizo de Ahaggar donde se encuentra el Tahat de 2918 metros . En el oeste del Sáhara se concentran eriales rocosos de escasa altura llamados Hamadan, que ocupan hasta un 70% de la superficie del desierto. También hay cursos secos de ríos , conocidos como Wadis que desembocan en cubetas salinas llamadas sebjas. En cuanto a su población está formada por bereberes, árabes y negros ,la mayoría de ellos de vida nómada y sólo en los oasis se pueden encontrar asentamientos estables dedicados a la agricultura, aunque su superficie no supera los 2000 kilómetros cuadrados, apenas un grano de arena en la inmensidad desolada del Sáhara donde sólo crecen algunas acacias aisladas y arbustos espinosos . Un territorio hostil pero también profundamente hermoso (imagen procedente de http://www.kalipedia.com ) 

 

Tiene una longitud de más de cinco mil kilómetros  y una anchura de mil seiscientos kilómetros de total aridez excepto por sus oasis , que apenas representan dos mil kilómetros cuadrados de superficie del total del desierto y permiten que en su entorno puedan vivir unos dos millones de personas , los únicos habitantes del desierto junto con los nómadas tuareg que desde la antigüedad controlaron las rutas del desierto y utilizan la palabra Teneré , procedente de su lengua, el tamasheq, para denominar al Sáhara, una palabra que , al igual que Sáhara, significa desierto. Pero aunque nos pueda parecer que el desierto es un paisaje monótono e invariable, donde se suceden las dunas y el vacío , esto no es del todo cierto, pues el Sáhara está dividido en diferentes zonas con paisajes diversos. Así, el área de dunas representa no más de un 20% de la superficie total del desierto y reciben el nombre de Ergs con la que se define la región arenosa del Sáhara. Hay otra parte pedregosa conocida como Hamada  , una zona sin apenas arena y muy llana,  y cubierta de grava y piedras que constituye aproximadamente el 70% de la superficie del desierto . También tenemos los regs, zonas pedregosas similares a la Hamada pero donde es posible hallar algún tipo de vegetación , los Güeltas, donde se forman lagunas en las extrañas ocasiones en que el agua acaricia la arena del desierto y los Wadi, que son los cursos secos y fosilizados de antiguos ríos donde cuando llueve vuelve a correr el agua.

VÍDEO DEL  DESIERTO DEL SÁHARA

No es un vídeo sobre la historia del Sáhara, son nada más que imagenes acompañadas con música y dura cinco minutos, pero creo que transmite la belleza del desierto, una belleza profunda y casi mística que explica que, a pesar de ser un lugar tan hostil para la vida, conmueva a todo aquel que lo contempla

 

En toda su extensión no encontraremos vegetación más que la que se concentra entorno a los Oasis , las estribaciones de la cordillera del Atlas y el Valle de Nilo . Hay una historia que no me resisto a contaros sobre el que fue calificado como el árbol más solitario del mundo, el Árbol de Teneré. Se trataba de una acacia que se hallaba en el noreste de Níger, en la zona que aparece marcada en los mapas como Teneré . Era el único árbol en más de cuatrocientos kilómetros a la redonda , superviviente de un grupo de acacias que crecieron cuando el desierto era más húmero que en la actualidad gracias a sus raíces que penetraban  más de treinta metros de profundidad en la tierra hasta alcanzar aguas subterráneas de las que se alimentaba. Así la describía en 1939 en su diario de viaje el comandante francés Michele Lesourd «Uno debe ver el árbol para creer en su existencia. ¿Cuál es su secreto?, ¿cómo pudo sobrevivir a pesar de las multitudes de camellos que pasaban a su lado?, ¿cómo ningún azaro permitió que algún camello comiera sus hojas y espinas?, ¿Por qué ningún tuareg que dirigía las caravanas de sal, cortó sus ramas para encender fogatas, y hacer su área? La única respuesta es que el árbol es tabú y es considerado como tal por los caravaneros.Hay un tipo de superstición, una orden tribal, que es siempre respetada. Cada año los azahari se reunen alrededor del árbol antes de afrontar el cruce del Teneré. La acacia se ha convertido en un faro viviente: es el último punto de referencia para los azahari que dejan Agadez para ir a Bilma o para regresar»

El Árbol del Teneré fotografiado en 1939 tal y como lo vio Michel Lesourd por primera vez el 21 de mayo de ese año . A su lado se cavó un pozo para ver a que profundidad se hallaba el manto freático de donde obtenía el agua, y las raíces de esta solitaria acacia se encontraban casi a cuarenta metros de profundidad. Allí se erguía , el último de su especie, desafiando al desierto, al vacío , un grito de vida en medio de la nada . Incluso hoy viendo la fotografía estremece contemplar su existencia rodeado de la nada , un símbolo de la tenacidad de la vida incluso en las condiciones más extremas (imagen procedente de http://fronterasblog.wordpress.com )
Por desgracia hoy ya no podemos contemplar la acacia porque en 1973 un conductor libio que iba en estado ebrio  la derribó y sería reemplazado por un monumento erigido en el lugar donde crecía el árbol más solitario del mundo, cuyos restos se conservan en el Museo Nacional de Níger en Niamey, capital de este estado. Lo que siglos de sol, falta de agua y soledad no habían sido capaces de destruir lo consiguió un elemento tan extraño al desierto como un camión. Pero dejando a nuestra acacia atrás hay una zona del desierto del Sáhara  al que en los Atlas se denomina Desierto de Libia, que se extiende al oeste del valle del Nilo y ocupa amplias zonas de Egipto, Libia, Chad y Sudán, y al que los beduinos conocen como «el desierto dentro del desierto» por ser una de las zonas más secas y calurosas del desierto del Sáhara , donde apenas hay unos pocos oasis separados por grandes distancias entre sí. Sería en el desierto libio donde László Almásy viviría sus principales aventuras. Hasta finales del siglo XVIII tanto el desierto libio como el Sáhara en su totalidad no era más que un nombre que señalaba un gran vacío en el mapa de África, una región recorrida por los tuaregs y las caravanas que atravesaban el desierto además de los traficantes de esclavos como los que recorrían la Darb el Arbain o Ruta de los Cuarenta Días.

Fotografía del Árbol del Teneré realizada años después, cuando ya había sido dañado por otro vehículo . El explorador francés Henri Lothe(1901-1991), que alcanzaría gran celebridad por el descubrimiento de pinturas prehistóricas en el desierto de Tassili, había visitado el Árbol del Teneré en 1934 y volvería en 1959 , comprobando los daños que había sufrido. Escribió entonces «Anteriormente, este árbol era verde y con flores; ahora es un árbol espinoso, sin color y desnudo. No puedo reconocerlo: tenía dos troncos distintos, ahora solo hay uno, más bien con un golpe en el lado que un corte a un metro del suelo. ¿Qué le sucedió a este pobre árbol?. Simple, un camión que se dirigía a Bilma lo golpeó. Pero tenía suficiente espacio para esquivarlo. El tabú, el árbol sagrado, el único a quien ningún nómada osó haber herido con sus propias manos, este árbol ha sido víctima de un golpe mecánico» En 1973 una segunda colisión acabaría con este símbolo de la vida en medio del desierto (imagen procedente de http://fronterasblog.files.wordpress.com ) 
Esta Ruta era conocida y recorrida desde la antigüedad y ya el historiador griego Herodoto de Halicarnaso(484-425 a.C) se refería a ella como un camino que  «se recorría en cuarenta días». Las caravanas seguían esta ruta que comunicaba Egipto con Nubia, el actual Sudán, transportando oro, marfil , especias, animales y plantas y más tarde también esclavos. Me referiré de nuevo a ella cuando sigamos los pasos de Almásy ,pero volvamos al siglo XVIII cuando se dan los primeros pasos para explorar el inmenso desierto del Sáhara. En Londres se funda en 1788 la Asociación para Promover el Descubrimiento del interior de África, mejor conocida como Asociación Africana , en un primer momento integrada por sólo doce miembros interesados en la geografía y la ciencia, pero que ya en 1791 contaba con 95 miembros. Cada uno de ellos tenía que aportar una cuota anual y además buscar a nuevos amigos que quisieran unirse. De esta forma, con el capital reunido, podrían financiar las primeras exploraciones del Sáhara Occidental, sobre todo recorrer el río Níger y comprobar si estaba unido al Nilo y hallar el lugar donde estaba la ciudad de Tombuctú, aunque a lo largo de su historia financiaría más de una treintena de expediciones hasta que en 1831 se integró en la Royal Geographical Society.

Entre sus primeros exploradores estuvo el aventurero irlandés Daniel Houghton(1740-1791) que en 1790 había logrado convencer a la Asociación Africana para que le apoyase en una expedición hacia el interior de  África Occidental y ésta le financió estableciendo como objetivos de la expedición recorrer el curso del río Níger y establecer el lugar donde se encontraba la legendaria ciudad de Tombuctú. Sin embargo, Houghton nunca regresaría con sus informes, desapareciendo en 1791 y no sería hasta 1793 cuando se confirmaba su muerte. Otro de los exploradores que iba a recibir el apoyo de la Asociación fue el explorador y naturalista escocés Mungo Park (1771-1806) que en 1794 se ofrecía como voluntario a la Asociación  para continuar con la exploración que había iniciado Houghton. Su vida y aventuras merecen que en su momento le dedique un artículo sólo para él, ahora nos bastará con saber que realizaría dos expediciones al río Níger , la primera de ellas entre 1795 y 1796 y la segunda entre 1805 y 1806, muriendo ahogado con el resto de su expedición en territorio nigeriano.

Mapa con los dos viajes realizados por el explorador escocés  Mungo Park, el primero en verde entre los años 1795 y 1797 y el segundo, en color fucsia entre 1805 y 1806. La Asosiciación Africana le había encargado recorrer el río Níger y comprobar si , como se creía, estaba conectado con el río Nilo. No debe sorprendernos pues a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX el Sáhara era un enorme espacio vacío en los mapas y apenas se sabía algo sobre su geografía. En 1795 no lo consiguió pero la Asociación Africana volvería a financiarle en la segunda expedición de 1805 en la que fue acompañado por 35 soldados , pero las fiebres, los ataques de algunas tribus y los rápidos del Níger terminaron con todos los miembros de la expedición, aunque su muerte no sería conocida hasta cuatro años después cuando fue descrita por un guía nativo que les había acompañado y que fue el único superviviente   (imagen procedente de http://imagenes.encydia.com )
Siguiendo los pasos de Houghton y Mungo Park, en 1797 viajaba hasta Londres el aventurero alemán Friedrich Hornemann(1772-1801) que se presentaba como voluntario para emprender una nueva expedición al desierto occidental avalado por una carta dirigida al principal miembro de la Asociación y que además era su tesorero, sir Joseph Banks(1743-1820), que también sería presidente de la Royal Society , carta escrita por un amigo de ambos. Gracias a ella y a la buena formación científica y buen estado físico del joven alemán la Asociación Africana apoyó su exploración pero con instrucciones diferentes a las que habían recibido Park y Houghton ya que le encargarán que recorra el continente desde el Mediterraneo hacia el sur y luego hacia el oeste , siempre en busca de las fuentes del Níger . Hornemann viajó hasta El Cairo donde esperaba unirse a alguna de las caravanas que recorrían el desierto pero en 1798 se iniciaba la campaña de Napoleón(1769-1821) en Egipto , lo que obligó a Hornemann a aplazar su viaje durante más de un año. Sin embargo, el científico y aventurero alemán se ganaría la simpatía de Napoleón, que por otro lado estimaba mucho a los científicos e investigadores y se había hecho acompañar a Egipto por 154 científicos expertos en las distintas materias , desde la biología a la arqueología, la historia o la geografía, por lo que Hornemann estuvo rodeado de sabios durante aquel año.
Por fin pudo incorporarse a una de las caravanas que se dirigía hacia el Sudán. Iba disfrazado de árabe y se hacía llamar Yusuf e iba en compañía de otro alemán que se había incorporado en el último momento, Freudenburg , que hablaba con fluidez árabe y también iba disfrazado. Si su identidad occidental era descubierta por sus compañeros de caravana podían darse por muertos. Después de pasar por el celebre oasis de Siwa donde había estado el oráculo del dios Amón que había consultado Alejandro Magno(356-323 a.C) durante su estancia en Egipto, llegaron a la ciudad libia de Murzuk. Pero allí Freudenburg murió de malaria y Hornemann también cayó enfermo y tuvo que abandonar a la caravana.Después se dirigió a la ciudad de Trípoli desde donde  envió su primer informe de la expedición y donde expresaba a la Asociación Africana su convencimiento de que el Nilo y el Níger no estaban unidos. En diciembre de 1799 reemprendía la marcha y regresaba a Murzuk en abril de 1800 con la intención de proseguir en dirección sur hacia el Sudán. Desde allí escribiría una carta a Joseph Banks y nunca más volvió a saberse nada de Hornemann, hasta que en 1819 se conoció que había muerto de disentería en el Níger.

Fotografía del Oasis de Siwa, situado a cincuenta kilómetros de la frontera con Libia en territorio de Egipto , en el Desierto de Libia  . Este legendario oasis donde se encontraba el Oráculo de Amón que fue a consultar Alejandro Magno tiene ochenta kilómetros de longitud y veinte kilómetros de ancho y está habitado por unas 23.000 personas. Se halla en medio de la nada, pues El Cairo se encuentra a más de quinientos kilómetros de distancia , tan aislados que la mayoría de sus habitantes hablan su propia lengua, el siwi. Su nombre en la época del Antiguo Egitpo era Sekht-am «tierra de palmeras» y si es cierto lo que narra Herodoto, hacia aquí habría enviado el rey persa Cambises II  en el siglo VI a. C  a un ejército de 50.000 hombres  que sería engullido por la arena del desierto. Aquí haría una parada Friedrich Hornemann cuando acompañaba a la caravana a la que se había unido para explorar el desierto y dirigirse hacia Sudán. (imagen procedente de http://api.ning.com )
Pero Hornemann había enviado los primeros informes con datos geográficos y apuntes de la naturaleza del desierto y abría el camino para nuevas exploraciones que continuarían durante el siglo XIX , pero el seco y árido desierto Libio seguía resintiéndose a desvelar sus secretos, pues, como ya hemos visto, apenas había oasis y no había forma de recorrerlo sin perecer en el intento.Y así entramos en el siglo XX y volvemos con nuestro protagonista László Almásy , que nacía en 1895 en la ciudad húngara de  Borostyánkő dentro del Imperio Austro Húngaro, aunque hoy se encuentra en territorio austríaco y su nombre es Bernstein im Burgenland. Su padre era el aristócrata György Almásy(1867-1933), etnólogo y zoólogo que había dedicado buena parte de su tiempo a realizar exploraciones en el continente asiático , lo que sin duda ejerció una gran influencia en su amor por los viajes y la  aventura de László. Después de estudiar en la ciudad austríaca de Graz viajo a Inglaterra para continuar sus estudios en la Berrow School en la ciudad de Eastbourne donde permanecería desde 1911 hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914.
De regreso al Imperio Austro Húngaro para unirse al ejército sirvió primero en el cuerpo de húsares para pasar después a prestar servicio en la aviación Imperial Austro Húngara. Almásy había obtenido la licencia de vuelo con solo diecisiete años durante su estancia en Eastbourne e iba a constituir para el resto de su vida una de sus grandes pasiones. Terminada la guerra ,donde fue condecorado por su valor, y desaparecido el Imperio en el que había nacido, Almásy regresaba a Eastbourne donde  trató de apoyar sin éxito la restauración de la monarquía austríaca al tiempo que se unía al Club de vuelo de Eastbourne y daba rienda suelta a otra de sus pasiones, los automóviles, participando y ganando en numerosas carreras automovilísticas. En estos primeros años de la década de los veinte también se dedica a organizar cazerías para millonarios europeos en Egipto. Pero su pasión por el desierto no comenzaría en realidad hasta 1926, y ni siquiera él mismo sabía muy bien la razón y se preguntaba «¿Será porque lanzarme a recorrer distancias ilimitadas significa para mí la expresión más completa del sentimiento de libertad?»

László Almásy, al que algunos conocen más como «el paciente inglés» y en su época de explorador era conocido por la gente del desierto como «el padre de la arena». Cuando durante su segundo viaje al desierto en 1927 se aventuró en su coche desde El Cairo más de 350 kilómetros hacia el interior de aquel desierto libio  quedó fascinado sin ser consciente del peligro que estaba corriendo, casi sin agua , sin comida y sin que nadie supiera donde se encontraba. Tiempo después escribió sobre aquella experiencia » Cuando pienso en mi inexperiencia  y ligereza de entonces , aún sacudo la cabeza, y hasta el día de hoy sigo asombrado , sin comprender como me abrí camino con mi coche , débil y pesado, a través de una de las cadenas de dunas más inquietantes  del desierto de Libia» (imagen procedente de http://lazarus.elte.hu )  
Desde 1921 Almásy tenía firmado un contrato con la compañía de automóviles austríaca Steyr Automobile y en 1926 le encargaron por un lado que sondease las posibilidades de abrir un mercado en Egipto para los coches Steyr además de probar su resistencia y adaptación a las duras condiciones del desierto. Aprovechó para organizar un viaje con el príncipe húngaro Antal Esterházy con quién  recorrería todo el valle del Nilo hasta llegar a la ciudad de Jartum, capital de Sudán, convirtiéndose en los primeros hombres que llegaban hasta allí en automovil. Un año después ambos participaron en la primera exposición automovilística celebrada en El Cairo y Almásy decidió emprender una aventura en solitario por el desierto saliendo de El Cairo. No llevaba comida, apenas diez litros de agua y no había dicho a nadie donde iba, por lo que si hubiera sucedido algo habría sido imposible auxiliarlo. Javier Jayme recoge estas palabras de Almásy sobre esta descabellada aventura en su «Pioneros de lo imposible». «Cuando pienso en mi inexperiencia y ligereza de entonces , aún sacudo la cabeza. Y hasta el día de hoy sigo asombrado , sin comprender cómo me abrí camino con mi coche, débil y pesado, a través de una de las cadenas de dunas más inquietantes del desierto de Libia»
Almásy se internó 350 kilómetros en el desierto antes de regresar y fue entonces cuando sintió nacer el amor por el desierto que le acompañaría el resto de su vida , y en particular el desierto libio cuya exploración se convertía ya en su principal meta. Por eso, en 1929 organiza una expedición que tiene como principal objetivo encontrar y recorrer  la Darb el Arbain o Ruta de los Cuarenta Días y encontrar los restos del ejército desaparecido del rey persa Cambises II, que había reinado entre 528 y 521 a. C. Según cuenta la historia de Herodoto, Cambises habría enviado a un  ejército integrado por cincuenta mil hombres al oasis de Siwa, donde ya vimos que se encontraba el Oráculo de Amón que dos siglos después visitaría también Alejandro Magno. Una tormenta de arena les habría sorprendido en el camino y el ejército desapareció sin dejar rastro y sin que nadie lo hallara a lo largo de los siglos. Aunque para muchos historiadores esto no era más que una leyenda  en noviembre de 2009 dos arqueólogos italianos Angelo y Alfredo Castiglioni  encontrarían cientos de huesos así como algunos objetos que podrían tratarse de los restos del ejército perdido de Cambises.

Restos humanos hallados en 2009 por los arqueólogos italianos Angelo y Alfredo Castiglioni   que podrían tratarse del ejército  perdido de Cambises, del que hasta ahora muchos historiadores creían que no era más que una leyenda recogida por Herodoto, que escribió sobre el ejército perdido de Cambises «las tropas que habían sido enviadas para atacar a los amonios, después de haber partido de Tebas, poniéndose en camino con unos guías, llegaron, sin ningún género de dudas, a la ciudad de Oasis ,ciudad que ocupan unos samios que, según cuentan, pertenecen a la tribu Escrionia y que distan de Tebas siete jornadas de camino a través de una zona desértica . Según cuentan, hasta ese lugar llegó, pues, el ejército; pero, a partir de allí, a excepción de los propios amonios y de quienes se lo han oído contar a estos últimos, nadie más sabe decir nada sobre su suerte, pues las tropas no llegaron al territorio de los amonios ni regresaron a su punto de partida. En concreto, la versión que, a título personal, dan los amonios es la siguiente: resulta que, cuando, desde la mencionada ciudad de Oasis (Kharga), se dirigían contra ellos a través del desierto y estaban, más o menos, a mitad de camino entre su país y Oasis, se desató sobre los persas, mientras estaban tomando almuerzo, un viento del sur sumamente violento, que, arrastrando torbellinos de arena, los sepultó, y así fue como desaparecieron» (imagen procedente de http://descargaswow.com )

 

La Darb el Arbain o Ruta de los Cuarenta Días, como ya vimos antes, comunicaba Egipto con Sudán  y además de las mercancías tradiciones como el oro, el marfil, ámbar o las especias, había otra mercancía mucho más valiosa , los esclavos negros que los traficantes llevaban hasta el Nilo para venderlos en la ciudad de Asyut . No es difícil imaginar como debía ser aquella ruta de cuarenta días por el desierto para aquellos hombres a los que se había arrebatado la libertad y ahora se les obligaba a realizar marchas extenuantes bajo un sol abrasador y sin agua . Javier Jayme apunta en su libro que se estima que de los más de 100.000 esclavos negros que recorrían esta ruta anualmente no más de 8.000 llegaban con vida a Asuyt. Por fortuna el trafico de esclavos se había prohibido y en 1929 hacía más de cincuenta años que la ruta no se utilizaba, por lo que uno de los retos a los que tenía que enfrentarse Almásy era encontrarla si no había sido cubierta y borrada del mapa por las arenas del desierto. Acompañado por  el príncipe Fernando de Liechtenstein  y después de conseguir el permiso a regañadientes del gobierno de Sudán, que consideraba el proyecto una locura , Almásy y Lienchenstein se dirigían en sus coches a la ciudad sudanesa a orillas del Nilo de Wadi Halfa , donde recogerían a su guía sudanés y otros dos hombres también sudaneses para dirigirse después hacia el oeste hasta el oasis de Selima a 230 kilómetros de distancia.
Almásy era feliz en aquel momento a pesar de los funcionarios ingleses que habían tratado de disuadirle de sus intenciones, pero «Ninguna de las advertencias  de los amables funcionarios ingleses  pudo ya enturbiar mi alegría por hallarme, al fin, en el punto de partida  del viaje de descubrimiento planeado.» Cuando llegaron a Wadi Halfa, recogieron a los sudaneses que les iban a a compañar y pusieron rumbo al oasis de Selima, pero cuando apenas les quedaban cincuenta kilómetros para llegar se rompió el árbol de levas del coche de Almásy, así que ante la imposibilidad de repararlo allí  decidieron que Almásy llevaría a  Liechtenstein en el otro coche hasta el oasis y luego regresaría  para ir de nuevo a Wadi Halfa y recoger las piezas que necesitaba para reparar el coche. Cuando al día siguiente regresó al lugar donde había dejado el coche averiado se dio cuenta que se había olvidado en Wadi Halfa una de las piezas necesarias para reparar el vehículo así que ¿os lo imagináis? tuvo que regresar una vez más a Wadi Halfa mientras Fernando de Liechtenstein seguía esperando en el oasis. Por fin, después de tantas vicisitudes, pudo reparar el coche y reunirse con su compañero  en el oasis que , mientras, no había desaprovechado el tiempo y explorando los alrededores del oasis había encontrado unas marcas que parecían señalar los bordes de un camino .

Mapa de la Ruta de los Cuarenta Días o de Darb el Arbein , a través de la que se transportaban todo tipo de mercancías y particularmente esclavos desde el corazón de África hasta el mercado de la ciudad egipcia Assiut, un camino jalonado por los restos de decenas de miles de esclavos que dejaron su vida .Apenas una décima parte de los esclavos que iniciaban el viaje llegaban al destino. En cuanto a las caravanas, en la época de máximo apogeo del comercio en el siglo XIX llegaron a estar formadas por más de diez mil camellos, pero al prohibirse la esclavitud la ruta cayó en desuso y desapareció hasta que fue redescubierta medio siglo después por Almásy  (imagen procedente de http://www.egiptologia.org )
Decidieron seguir aquellas marcas  y después de un buen rato  se encontraron ante lo que sin duda era la mítica Darb El Arbein , jalonada por cientos de calaveras de camellos y restos humanos que brillaban bajo el sol del desierto. Así lo narraba el propio Almásy «Esta primera visión  de la antiquísima ruta del desierto, convertida ya en leyenda, fue imponente, pero más que por la inabarcable franja de estrías, nuestra vista quedó subyugada  por la multitud de manchas blancas y relucientes desperdigadas sobre el lecho de la corriente: ¡esqueletos lavados al sol!» y añade «No tenía nada de espantoso. Al revés: la conciencia de hallarnos en medio de la desolación arenosa  sobre una arteria de tráfico  de seres vivos nos producía más bien un sentimiento de sosiego.» Habían encontrado la ruta y ahora se dispusieron a seguirla a lo largo de los oasis que la jalonaban, aunque no siempre era sencillo distinguirla entre la arena y los oasis tampoco estaban justo al lado de la ruta  y en varias ocasiones creyeron haberse perdido, lo que con temperaturas que rozaban los cincuenta grados era una sensación muy inquietante. Por fin alcanzaron el más meridional de los oasis egipcios en la Ruta de los Cuarenta Días, el oasis de Jarga.(o Kharga en el mapa)

Fotografía actual del Oasis de Kharga, donde se halla el templo de Hibis  del siglo VI a. C , el mejor conservado de los templos construidos en los oasis del desierto. Su población actual sobrepasa los cien mil habitantes  y está situado a doscientos kilómetros del Valle del Nilo . Cuando Almasy llegó aquí había cubierto la parte más complicada de su ruta  y sorprendió a los habitantes de Kharga, que no habían visto a nadie llegar por la Ruta de los Cuarenta Días durante más de medio siglo (imagen procedente de http://dominiumviatges.com )
Este oasis tiene una extensión de 170  kilómetros de largo y 15 de ancho  que contiene el templo de Hibis, el mejor conservado de los templos egipcios en los oasis de la zona occidental del desierto.El anciano jeque que les recibió quedó sorprendido pues por aquella ruta nadie se había acercado a Jarga en más de medio siglo , desde que pasaran por allí las últimas caravanas con esclavos para su venta. Ya sólo les quedaba seguir desde allí hasta el lugar donde terminaba la ruta, la ciudad de Asyut donde antiguamente se encontraba el mercado de venta de esclavos. Y la alcanzaron conduciendo sus coches sobre la vía del tren que comunicaba la ciudad que se encontraba en el centro del oasis con Asyut. Así terminaba la primera gran exploración de Almásy, con un éxito rotundo después de descubrir y recorrer aquella ruta olvidada durante medio siglo . Pero no podía olvidar el desierto y no tardaría en preparar una nueva expedición, en esta ocasión para ir en busca de una ciudad  perdida y legendaria, Zarzura, la ciudad de cobre.  Pero para conocer esta aventura y el resto de la apasionante vida de Almásy esperaremos a mañana  y perdernos por las arenas del desierto, porque, como el propio Almásy decía «El no saber dónde estás es también uno de los encantos del desierto.»

GRANDES EXPLORADORES: PÁEZ, BURTON Y SPEKE EN BUSCA DE LAS FUENTES DEL NILO(PRIMERA PARTE)

Desde que era niño me fascinaron los relatos de las expediciones de los exploradores británicos del siglo XIX al continente africano, aquel continente cuya costa se hallaba perfectamente cartografiada pero donde el interior seguía inexplorado en los albores del 1800 , mientras en los mapas de la época aparecía escrito, para rellenar aquel inmenso vacío, las sugestivas palabras «Terra incognita», la tierra desconocida que escondía aún sus secretos a la curiosidad y ,también , a la ambición de los europeos. Pero eso iba a cambiar pronto , y ,a lo largo de aquel siglo mágico para la exploración africana, aparecerían figuras como el doctor y misionero escocés David Livingstone(1813-1873) que exploraría grandes regiones del centro de África y descubriría las impresionantes cataratas Victoria, en el curso del río Zambeze, en la actual Zambia , con sus 108 metros de altura y más de un kilómetro y medio de ancho, a la que los habitantes de la zona llaman Mosi-oa-Tunya, el humo que truena, o como el escocés Mungo Park(1771-1806), que recorrería el curso del río Niger y moriría en sus aguas, o  Henry Morton Stanley(1741-1906), el periodista y explorador de origen galés que recorrería el río Congo y se haría celebre al dirigir la expedición que fue en busca de un desaparecido David Livingstone.

En la imagen el periodista y explorador galés, luego nacionalizado norteamericano, Henry Morton Stanley, que se haría celebre cuando dirigió la expedición de rescate de Livingstone financiada por el periódico «New York Herald» . Ambos exploradores se encontrarían en 1871 en la ciudad de Ujiji, a orillas del lago Tanganika  que sirve de frontera natural entre el Congo y las naciones de Burundi, Ruanda y Tanzania. Al verse, Stanley pronunciaría una frase que ha pasado a la historia «Doctor Livingstone I presume?» o sea «¿El Doctor Livingstone supongo?» La personalidad de Stanley es causa de controversia, pues si bien fue un gran explorador que recorrió el Congo y descubrió las Montañas de la Luna, también trataba a las tribus indígenas con brutalidad. Hablaremos de ambos exploradores en un próximo artículo del Mentidero (imagen procedente de http://manengumba.blogspot.com ) 
Son sólo tres ejemplos de la cantidad de grandes exploradores que afrontarían los riesgos de un viaje hacia unas tierras desconocidas, con la amenaza de enfermedades, de los ataques de fieras, de tribus hostiles , de la falta de agua o del hambre. ¿Qué llevaba a estos hombres a poner en peligro sus vidas, a abandonar la comodidad de sus vidas en el Imperio más poderoso de su tiempo , para adentrarse en aquellos territorios donde la recompensa más segura era la muerte en algún rincón perdido , fuera de los mapas?¿la fama, la riqueza? Si, imagino que eso siempre son motivaciones que impulsan al hombre a la aventura, pero creo que tiene que haber algo más, algo parecido a lo que escribía el historiador romano Publio Cornelio Tácito «Es poco atractivo lo seguro, en el riesgo hay esperanza». Hay una raza especial de hombres y mujeres para los que la seguridad no tiene ningún atractivo , que no se conforman con la realidad cotidiana y miran siempre más allá , hacia el horizonte, preguntándose que habrá después de las fronteras conocidas. Hoy esa frontera es la del espacio, pero en el siglo XIX eran los inmensos espacios en blanco del mapa de África.

BREVE VÍDEO SOBRE LAS CATARATAS VICTORIA DESCUBIERTAS POR DAVID LIVINGSTONE

Cuando Livingstone vio las cataratas que bautizaría con el nombre de la reina Victoria de Inglaterra (1819-1901) escribió en su diario «una escena como esta sólo puede haber sido vista por los ángeles en su vuelo por los cielos»

Y uno de los grandes mitos de la exploración africana era la búsqueda del nacimiento de un río legendario, una búsqueda que se dilataría durante siglos en los que osados exploradores se internaron en África con la esperanza de hallar las Fuentes del Nilo. En este nuevo artículo sobre los grandes exploradores pretendo que me acompañéis  en un viaje al siglo XIX , acompañando a dos grandes aventureros  que unieron sus destinos en esta búsqueda, un viaje que marcaría para siempre sus vidas, que los separaría y lejos de darles la gloria encontraron la infelicidad. Pero no me adelantaré más a la historia que os quiero contar, primero tengo que presentaros al auténtico protagonista de este relato, el río Nilo . Es el curso fluvial más largo de África , con sus 6757 kilómetros de longitud, atravesando once naciones entre sus dos brazos, el Nilo Azul y el Nilo Blanco. El Nilo Blanco,con 3.155 kilómetros de longitud nace en Uganda y atraviesa Sudán del Sur y Sudán hasta confluir en Jartum, capital de Sudán, con el Nilo Azul , de 1606 kilómetros de longitud , que nace en el etíope Lago Tana y atraviesa Etiopía y Sudán hasta encontrarse con el Nilo Blanco y unirse ambos en un sólo río , el Nilo.

En esta imagen podéis ver el punto donde se unen el Nilo Azul a la derecha (Blue Nile) y el Nilo Blanco a la izquierda(White Nile). El Nilo Azul proviene de Etiopía, del Lago Tana, mientras que el Nilo Blanco hace un recorrido mucho más largo desde el Lago Victoria entre las actuales  Uganda, Kenia y Tanzania. Confluyen  a la altura de la capital de SudánJartum, y a partir de ahí forman un sólo río, el Nilo , que recorrerá en total 6757 kilómetros hasta su desembocadura en el Mediterráneo (imagen procedente de http://ariamozart.blogspot.com )

Este río, que hasta el año 2008 era considerado el más largo del mundo aunque las últimas mediciones del río Amazonas le han destronado de este primer lugar, era llamado por los antiguos egipcios «Hapy» o «Iteru», que significa «Gran Río», pero su nombre actual procede del griego Neilos, palabra que significa «Valle del Río» y que luego los árabes adoptarían con la denominación de «Nil», aunque también algunos historiadores afirman que procede del persa  «Nil» que significa «Azul». Si hay una civilización unida a este río es, sin duda, la del Egipto faraónico. Aún hoy , los cruceros de los turistas recorren sus aguas para conocer los principales monumentos de esta cultura, sus templos colosales que se erigen orgullosos , desafiando al enorme desierto del Sahara , que parece amenazar el estrecho y feraz valle que se extiende  a lo largo de ambas orillas del río y del que dependía, y depende aún en nuestros días, el mundo egipcio. Gracias a las regulares inundaciones del río que fertilizaban sus orillas, los egipcios pudieron cultivar trigo, cebada o lino, obtenían de sus aguas abundante pescado y también recogían el papiro que crecía en sus  orillas que usaban luego para escribir sobre él como nosotros hacemos con el papel.

Archivo:Hapy tying.svg
Representación de Hapy , que para los egipcios encarnaba al Nilo. En la imagen podemos ver como era representado de color azul como sus aguas, aunque en otras ocasiones también era representando en verde, con un vientre prominente al igual que sus pechos, quizás como símbolo de la fertilidad,  con la flor de loto coronando su cabeza y los dos vasos que simbolizan el Nilo Azul y el Nilo Blanco. Según la creencia entre los egipcios, cerca de las cataratas del Nilo, en una cueva junto a su harén de diosas rana , de donde salía anualmente para provocar las inundaciones que fertilizaban con el limo los campos egipcios

En la mitología egipcia, la deidad responsable de las inundaciones anuales era Khnum, que encarnaba el poder vivificador de la inundación y aparece representando en los jeroglíficos egipcios con el cuerpo de un hombre con la cabeza de un carnero.Khnum tenía su centro de culto en la isla de Elefantina  era llamado el «padre de padres y madre de madres» pues modelaba a dioses, personas y animales con barro en un torno de alfarero y luego les insuflaba vida. El propio faraón era modelado por Khnum y a su creación asistían los dioses, siendo amamantado por las diosas y Khnum le transmitía la responsabilidad de que las inundaciones sucedieran con regularidad, por lo que cuando esto no sucedía así el prestigio del faraón corría peligro. Para ayudarle en esta tarea se encontraba el dios Hapy, que vivía cerca de las cataratas del Nilo, en una cueva junto a su harén de diosas rana , de donde salía anualmente para provocar las inundaciones que fertilizaban con el limo los campos egipcios. Hapy era el Nilo, el dios de la fertilidad que daba vida a Egipto,  y aparecía representado desnudo, con una piel de color verde como los valles que riegan las aguas del río, o azul como el propio Nilo, con la planta del loto sobre la cabeza y dos vasos que simbolizan los dos Nilos, el Blanco y el Azul.

Este río era para los egipcios la calzada que llevaba desde la vida hasta el Más Allá. El Nilo era la causa de la existencia de Egipto, sin él no podía entenderse la existencia de esta civilización que durante casi tres milenios dominaría aquellas tierras, el Egipto faraónico, una nación de la que el historiador griego Heródoto(484-425 a.C) diría «Egipto era el regalo del Nilo». Sus aguas guardarían el recuerdo de aquel mundo que moría con la ocupación de Egipto por el Imperio Romano  y como epílogo de toda una era quedaría el viaje que por sus aguas realizarían durante dos meses el general romano Cayo Julio César (100-44 a.C) y Cleopatra VII(69-30 a.C) al que ya dediqué un artículo en el Mentidero. Por supuesto, a pesar de la desaparición del mundo faraónico, el Nilo siguió siendo la clave para la supervivencia de los egipcios ,primero bajo el gobierno romano y después , a partir del siglo VII, bajo el dominio musulmán. Pero ahora tenemos que dar un salto en el tiempo, para conocer los primero intentos para hallar las míticas Fuentes del Nilo, el lugar donde nacía el gran río.

Aunque algunas denominaciones están en portugués es el más completo que he encontrado y creo que se entiende bien. Vemos como el Nilo Blanco  surge del Lago Victoria y va recorriendo  Sudán hasta llegar a la capital, Jartum o Khartum , y el Nilo Azul  que nace poco antes de llegar al Lago Tana, en Etiopía, y después sigue su curso ya por tierras de Sudán hasta su confluencia con el Nilo Blanco en Jartum. También podemos ver en el mapa la distribución de las seis cataratas del Nilo y en cuando a la zona pantanosa llamada Sudd y que no pudieron superar los romanos en sus expediciones, se halla al sur del Sudán , donde hoy se halla Sudán del Sur, con una extensión de 130.000 kilómetros cuadrados de zonas  pantanosas(imagen procedente de  http://kika-historia.blogspot.com )

Tenemos conocimiento de una expedición realizada bajo el gobierno del faraón Ptolomeo II (308-246 a.C) que habría remontado el curso del Nilo Azul donde pudieron determinar que el origen de las inundaciones periódicas se debía a las precipitaciones que se producían en las montañas de Etiopía, pero no alcanzaron su nacimiento en el lago Tana. Durante la época del Imperio Romano sus intentos de exploración fueron detenidos por una gran región pantanosa situada en la actual y nueva nación de Sudán del Sur y que recibe el nombre de Sudd, del árabe Sad que significa «barrera». Atravesado por tres cursos fluviales, el Bahr el Zaraf o «río de las jirafas», el Bahr el Ghazal o » río de las gacelas» y el Bahr el Jabal o «río de las montañas» formaba, y sigue formando en nuestros días, un territorio pantanoso habitado por cocodrilos e hipopótamos, que en la estación lluviosa puede extenderse por más de 130.000 kilómetros cuadrados y se convertía en un obstáculo insuperable para griegos y romanos  que , incapaces de alcanzar sus fuentes, representaban al río como un dios masculino con la cabeza oculta por telas, haciendo referencia así  al desconocimiento de su origen.

Fotografía del Sudd en la época de inundaciones , cuando se convierte en una región de 130.000 kilómetros cuadrados , 40.000 más que Portugal por poner un ejemplo, completamente inundados. En la actualidad se halla en su mayor parte dentro de la nueva nación de Sudán del Sur    (imagen procedente de http://izismile.com )

Según Heródoto, habría habido otra expedición siglos antes, cuando el rey persa Cambises II(fecha desconocida – 521 a.C) envió un ejército de 50.000 hombres, cifra que no tenemos que tomar al pie de la letra pues estas solían aparecer muy abultadas en los escritos antiguos, con el objetivo de  someter al oráculo de Amón en el oasis de Siwa, al que dos siglos después acudiría Alejandro Magno (356-323 a.C)aunque otros dicen que su objetivo era hallar las fuentes del Nilo y conquistar Etiopía, pero una tormenta sorprendería al ejército a mitad de camino , desapareciendo para siempre. Tal vez no sea más que una leyenda ,pero en el año 2009, cerca de Siwa, los arqueólogos italianos Angelo y Alfredo Castiglioni(ambos nacidos en 1937)  encontraron restos de soldados bajo las arenas del Sahara, junto con armas y otros objetos de la época de Cambises. ¿Existió este enorme ejército?¿buscaban las legendarias fuentes del Nilo? De momento es uno más de los secretos que guardan celosamente las arenas del Sáhara.

VÍDEO Y RELATO DE HERÓDOTO DE LA EXPEDICIÓN DE CAMBISES DESAPARECIDA EN EL DESIERTO

El vídeo está en inglés pero es interesante para ver las imágenes de los restos hallados de lo que podría ser la expedición de Cambises,una expedición de castigo contra el Oráculo de Amón en el Oasis de Siwa. En cuanto a lo que sucedió a este ejército, así nos lo cuenta Heródoto en su Libro III de «Historia»   . El ejército se dividió en dos cuerpos , uno dirigido hacia Etiopía, y otro hacia el Oráculo de Amón, siendo este último el que desapareció. Aunque lo narra Heródoto muchos piensan que se trata de una leyenda a pesar de los últimos descubrimientos de restos de cuerpos y armamento de aquella época. También hay quién especula con que lo que buscaba Cambises era hallar las Fuentes del Nilo, aunque no hay ninguna base histórica para afirmarlo

«De las tropas que fueron destacadas contra los Amonios, lo que de cierto se sabe es, que partieron de Tebas y fueron conducidas por sus guías hasta la ciudad de Oasis, colonia habitada, según se dice, por los samios de la Fila Escrionia, distante de Tebas siete jornadas, siempre por arenales, y situada en una región a la cual llaman los griegos en su idioma Isla de los Bienaventurados. Hasta este paraje es fama general que llegó aquel cuerpo de ejército; pero lo que después le sucedió, ninguno lo sabe, excepto los Amonios o los que de ellos lo oyeron: lo cierto es que dicha tropa ni llegó a los Amonios, ni dio atrás la vuelta desde Oasis. Cuentan los Amonios que, salidos de allí los soldados, fueron avanzando hacia su país por los arenales: llegando ya a la mitad del camino que hay entre su ciudad y la referida Oasis, prepararon allí su comida, la cual tomada, se levantó luego un viento Noto tan vehemente e impetuoso, que levantando la arena y remolinándola en varios montones, los sepultó vivos a todos aquella tempestad, con que el ejército desapareció: así es al menos como nos lo refieren los Amonios.»



 El geógrafo griego Eratóstenes(276-194 a.C), que fue director de la mítica Biblioteca de Alejandría fundada por el faraón y uno de los generales de Alejandro Magno, Ptolomeo I Sóter (367-283 a.C), fundador de la última dinastía faraónica, la de los Ptolomeos, que acabaría con Cleopatra VII en el 30 a.C,  gracias a la información que recibió de los mercaderes que recorrían el Nilo realizó un mapa bastante preciso sobre el curso del Nilo hasta un poco más allá de Jartum y aventuró la posibilidad de que su nacimiento se hallara en unos lejanos lagos situados mucho más al interior. En el año 24 a.C otro geógrafo griego, Estrabón(hacia 63 a.C-hacia 24 d.C ) viajó acompañando al gobernador romano de la nueva provincia del Imperio, Egipto, y remontaron el curso del río hasta la Primera Catarata. Pero la expedición más importante en aquella época fue  la que ordenó realizar el emperador romano Nerón (37-68 d.C) en el año 66, cuando dos centuriones encabezaron un grupo de hombres que remontaron el Nilo hasta la confluencia del  Nilo Blanco y el Nilo Azul y luego siguieron el curso del Nilo Blanco hasta que alcanzaron la barrera infranqueable de la que ya os he hablado antes, el Sudd

Otra historia nos cuenta como por esos mismos años, a mediados del siglo I, un mercader griego procedente de la India,llamado Diógenes,  había atracado en la costa y después de atravesar por espacio de un mes los territorios de las actuales Kenia y Tanzania, habría llegado a ver dos grandes lagos y una nevada cordillera montañosa cuyo blanco deslumbraba bajo los rayos del sol y, según el mercader, era ahí donde el Nilo tenía sus fuentes. Este relato le sería narrado  por él mismo a un geógrafo sirio llamado Marinus de Tiro que habría recogido estas informaciones en una obra de geografía destruida durante el incendio de la Biblioteca de Alejandría pero que habría inspirado a otro geógrafo , Claudio Ptolomeo(100-170 d.C) , autor de  «Geographia», donde describe el mundo de su época y en la que apunta la teoría de que el Nilo nacía en dos grandes lagos situados en el interior del continente africano, junto a una cordillera montañosa a la que daría el nombre de «Las Montañas de la Luna» por el brillo que desprendía el hielo y la nieve cuando eran iluminados por los rayos del Sol.

Archivo:Mount Stanley.jpg
Imagen del Monte Stanley, que consta de dos picos , a la izquierda de la imagen el Pico Alexandra de 5.091 metros, y a la derecha el Pico Margherita de 5.109 metros , la mayor altura de las que Claudio Ptolomeo bautizó con el nombre de Montañas de la Luna y a las que consideraba el lugar donde nacía el río Nilo. Junto con el Kilimanjaro y el Monte Kenia, son los únicos lugares de África donde aún se pueden hallar glaciares, si bien en continuo retroceso como consecuencia del calentamiento global . Se hallan en la frontera entre Uganda y Congo

Estas Montañas de la Luna hoy son conocidas con el nombre de Montañas Ruwenzori y se encuentran en la frontera que separa el Congo de Uganda. Con un ancho de 65 kilómetros y una longitud  de 120 kilómetros, tiene como mayor altura el Pico Margherita o Stanley, con una altura de 5.109 metros , lo que le convierte en la tercera montaña más alta de África, después del Kilimanjaro con sus 5.895 metros y el Monte Kenia que llega hasta  los 5.199 metros. Junto con estas cumbres, es el único lugar de África donde podemos hallar glaciares que son los que alimentan a las numerosas corrientes de agua que a su vez prestan su agua a los grandes lagos de esta zona de África , donde nace el Nilo. Claudio Ptolomeo haría una descripción del curso del Nilo , indicando que nacía en las aguas de un gran lago, el actual lago Alberto, a los pies de las Montañas de la Luna y luego seguía su recorrido hasta su confluencia con el Nilo Azul, donde Ptolomeo trazaba una curva similar a la que realiza este río cuando viene del lago Tana, aunque el lago no es mencionado por Ptolomeo.Sin embargo, esta descripción caería en el olvido .

En este mapa de Uganda y las naciones limítrofes vemos el Lago Alberto, del que había hablado Claudio Ptolomeo junto con los montes Ruwenzari que podemos ver junto al Lago Eduardo . Y el gran Lago Victoria, entre Uganda, Kenia y Tanzania, con una superficie de 68.000 kilómetros cuadrados, una profundidad máxima de 83 metros y 3000 mil islas . Sería descubierto por uno de los protagonistas de la segunda parte de este artículo, John Hanning Speke y le puso el nombre de Victoria en homenaje a la reina Victoria de Inglaterra, igual que haría Livingstone con las cataratas del río Zambeze (imagen procedente de http://www.atlasescolar.com.ar )  

No volverían a hacerse intentos de descubrir las Fuentes del Nilo hasta el siglo XVII, y quizás os sorprenda saber que posiblemente el primer europeo en ver las fuentes de uno de los dos ríos, el Nilo Azul, fue un español , si , el jesuita y misionero español en Etiopía, el madrileño Pedro Páez(1564-1622). Un hombre al que el escritor y periodista español Javier Reverte (1944) dedicó una de las pocas obras que hablan de este gran desconocido para muchos , titulada «Dios, el diablo y la aventura», lo describe en el prólogo de la obra como «políglota, hombre de acción, intelectual y arquitecto, convirtió a dos emperadores etíopes a la fe de Roma, recorrió antes que ningún otro europeo los territorios del sur del Yemen , levantó un palacio en piedra de dos plantas en las orillas del lago Tana y dejó escrito escrito en portugués un imponente libro científico referido a Etiopía . Fue además el primer europeo que habló del café» Pedro Paéz había estado preparándose para su misión evangelizadora en Etiopía durante un año, en el colegio jesuita de San Paulo en Goa, ciudad portuguesa a orillas del Mar Arábigo, en la India.

Iba acompañado de otro jesuita, Antonio de Montserrat y ambos tenían como objetivo reforzar la misión jesuita en Etiopía . Pero como no encontraban ninguna embarcación que los llevara hasta allí, decidieron dirigirse primero a otra ciudad gobernada por los portugueses, Mascate, en la actual Omán. Lograron hallar una embarcación que se comprometió a llevarles hasta Etiopía, pero no era más que un engaño, y Páez y su compañero fueron secuestrados y llevados hasta la costa de Yemen  donde permanecerían cautivos durante siete años , hasta que en 1595 fueron rescatados y regresaron a Goa. Pero Páez no se rindió , y en 1603 realizaba un nuevo intento de alcanzar Etiopía , esta vez en solitario pues Montserrat había muerto en Goa. En esta ocasión consiguió su objetivo y tuvo tal éxito en su misión que logra la conversión al catolicismo del emperador etíope Za Dengel  en 1604, pero eso causaría la rebelión del pueblo  que se negó a aceptar la nueve religión. Como consecuencia de esta rebelión Za Dengel moriría ese mismo año.

IMÁGENES DE LAS CATARATAS DEL LAGO TANA , FUENTE DEL NILO AZUL

El lago Tana es el más grande de los lagos de Etiopía, con 84 kilómetros de largo, 66 kilómetros de ancho, una profundidad máxima de 15 metros y una superficie de 2156 kilómetros cuadrados. Es la  fuente del Nilo Azul . En los monasterios aislados de las islas que se hallan en el lago  se enterraron los restos de algunos emperadores etíopes. En la isla de Cherqos hay una roca que fue en la cual, según la tradición descansó la Virgen María  de su viaje de regreso de Egipto y  también se dice que Frumentius , que introdujo el cristianismo  en Etiopía estaría enterrado en Tana

Páez supo mantenerse al margen de esta guerra civil y prosiguió su labor. El sucesor de Za Denguel, Susinos Segued III  tendría en gran consideración los conocimientos y el consejo de Páez, y éste le acompañaría en muchos de sus viajes a lo largo del país. Sería en uno de estos viajes , en la primavera de 1618, cuando Páez describe como se convierte en el primer europeo en ver el lugar donde nace el Nilo Azul. Páez, un hombre que no buscaba la gloria ni la fama, únicamente nos dice «Confieso que me alegre de ver lo que tanto desearon ver el rey Ciro,su hijo Cambises , el gran Alejandro y el famoso Julio César» Y este es el párrafo donde describe su visita a las fuentes del Nilo Azul, recogido en la obra antes mencionada de Javier Reverte

«Ya que tratamos de la fertilidad de las tierras que señorea el Preste Juan, no estará fuera de propósito decir alguna cosa de los principales ríos y lagunas que tan bien las fertilizan   y las hacen más abundantes. Y el primero, que se ofrece como el más insigne , es el grande y famoso Nilo, que como tienen para sí todos los santos antiguos y casi todos los doctores modernos, es el que la divina Escritura , Génesis 2, llama Gehan y lo pone en el segundo lugar cuando nombra a los cuatro que salían del Paraíso , diciendo : Et nomine fluvii secundi Gehon. Ipse est qui circuit onnem terram Ethiopiae. La gente de este imperio lo llama Abaoi , y tiene su fuente en el reino de Gojam, en una tierra que se llama Sahala , a cuyos moradores llaman Agaus. Son cristianos , pero tienen muchas supersticiones gentílica por el trato y vecindad de otros Agaus gentiles, sus parientes.  Está la fuente casi al Poniente de este reino, en la cabeza de un vallecito que se forma en un campo grande , y el 21 de abril de 1618 que llegué a verlo, no parecía más que dos ojos redondos de cuatro palmos de largo.»

Mapa con el recorrido del Nilo Azul. Sería el jesuita  Pedro Páez el primer europeo en contemplar su nacimiento en abril de 1618. Era allí donde iniciaba los 1.606 kilómetros de recorrido que le conducen hasta Jartum . Sin embargo, el descubrimiento de Páez pasaría desapercibido en Europa y cuando un siglo y medio después  el escocés James Bruce llegó allí quiso apropiarse del descubrimiento . Aún hoy muchos españoles no conocen a Pedro Páez, que no sólo descubrió el nacimiento del Nilo Azul, sino que convirtió al cristianismo al emperador etíope (imagen procedente de http://paulcoulbois.blogspot.com ) 

Páez dedica las siguientes páginas al relato detallado del curso del Nilo Azul y de los ojos donde parece nacer el río » Dicen los que allí moran que no tienen fondo  y que, cuando andan cerca de aquellos ojos, bulle y tiembla todo de tal manera que se ve claramente que debajo todo es agua» y luego relata que apenas a unos 50 kilómetros de su nacimiento «ya es un río grande, tan ancho que una bala de mosquete difícilmente llegaría de una orilla a otra» y cincuenta kilómetros después alcanza un lago, el Lago Tana y nos dice Páez que «Cuando sale de la laguna lleva más agua que cuando entró , y aunque allí el río es muy grande, todavía en algunas partes donde se remansa puede pasarse a pie en verano» Sigue describiendo el recorrido del río «por tierras tan grandes y tan poco conocidas que las llaman Ayez Alem, que quiere decir nuevo mundo. De allí para delante no señorea el Emperador , ni saben dar razón los hombres de ésas tierras sobre el curso del río; más me dijeron que va por tierras de cafres gentiles hacia El Cairo»

Aquí termina el relato de Páez con respecto al Nilo Azul, con lo que queda demostrado que él fue el primer europeo en contemplar su nacimiento. Siglo y medio después, el explorador y geógrafo escoces  James Bruce (1730-1794), escribiría su «Viaje en busca de las fuentes del Nilo», se atribuiría indebidamente el descubrimiento del nacimiento del río «Las cataratas componían el espectáculo más imponente que jamás hubiera contemplado. Grandiosa escena que todos los siglos , sumados a la máxima duración de la vida humana , no borrarían ni arrancarían de mi memoria. Me sumió en una especie de estupor,  en un olvido total del lugar donde me hallaba , de cualquier otra preocupación sublunar. Era una de las más asombrosas y excelsas visiones de la creación» Que diferencia entre el tono humilde de Páez y el grandilocuente y exagerado de Bruce. La obra de Páez era entonces ignorada casi por todos en Europa, salvo excepciones, como la obra del también jesuita como Páez, Athanasius Kircher (1601 o 1602-1680), que en en 1678 publicaba «Mundus subterraneus», en la que transcribía párrafos enteros de la obra de Páez y su descripción del nacimiento del Nilo Azul.

El explorador escocés James Bruce dedicó doce años de su vida en busca de las Fuentes del Nilo Azul, aprovechando su cargo como cónsul en Argel que le permitía viajar por gran parte de África . Sin embargo faltó a la honestidad , cuando rechazó el relato de Pedro Páez porque, según él, el misionero español nunca  habría visto con sus propios ojos el nacimiento del Nilo Azul, sin tener en cuenta todas las precisas mediciones que había realizado del Nilo en su nacimiento y la detallada descripción del entorno. Hizo importantes aportaciones al conocimiento geográfico de esta zona de África, pero quedaron empañados por este deseo de apropiarse de un descubrimiento que no era propio . Aun así Bruce habló bien de Páez , del que decía que «Era tan compasivo y humilde por naturaleza que nunca perdía la ocasión de conversar incluso con los herejes sin dejarles como amigos. Sobre todo, fue un paciente y diligente instructor de los jóvenes»  

James Bruce sí leyó la obra de Kircher pero consideró que el relato de Páez no era el de una persona que hubiera sido testigo en primera persona de lo que describía, sino que relataba lo que otro le había contado, sin tener en cuenta o teniéndolo pero ocultándolo, que Páez daba medidas precisas de la longitud del río y de su profundidad. Y a continuación, después de descartar la veracidad de las palabras de Páez sólo porque a él le parecía que debía ser así, sigue cantando alabanzas a sí mismo «Es más fácil imaginar que describir el estado de mi mente cuando me vi en ese lugar que había confundido el genio , la industria y las pesquisas tanto de los antiguos como de los modernos durante tres mil años . Aunque simple británico de a pie , tengo para mí que he triunfado sobre reyes y ejércitos» Sin embargo, y a pesar de escatimarle el ser el primer europeo en ver las Fuentes del Nilo Azul, Bruce no habla mal de Páez del que escribe «Era tan alegre de carácter que provocaba en los otros una alegría inocente de su clase que en Inglaterra llamamos diversión. Era tan compasivo y humilde por naturaleza que nunca perdía la ocasión de conversar incluso con los herejes sin dejarles como amigos. Sobre todo, fue un paciente y diligente instructor de los jóvenes»

El escritor y periodista australiano Alan Moorehead (1910-1983), autor en los años sesenta del siglo XX de dos relatos  de exploración titulados «El Nilo Blanco» y «El Nilo Azul» , no duda en criticar la actitud de Bruce y reconocer el descubrimiento de Páez «De nada sirve que Bruce sostenga que todas las distancias y topónimos de Páez son erróneos y que todo el relato de éste se basa en rumores. No se puede dudar, se mire como se mire , que Páez había estado allí ciento cincuenta años antes; el ataque de Bruce fue a  un tiempo malévolo y carente de generosidad. Fue una lástima , porque la contribución de éste al conocimiento del Nilo y del noreste de África  fue formidable y no tenía necesidad de ratear los trofeos de otros ni de desacreditar su reputación» Así que ahora ya sabemos quién descubrió el nacimiento de uno de los dos Nilos, el Nilo Azul, y no fue otro que un jesuita español llamado Pedro Páez en el año 1618, algo que incluso en España mucha gente ignora, yo mismo no había oído hablar de él hasta la lectura del libro de Javier Reverteuno más de los grandes olvidados de nuestra historia .

Una bella imagen del Lago Tana, fuente del Nilo Azul y el lago más grande de Etiopía, una zona donde podemos encontrar leopardos, hipopótamos, cocodrilos, serpientes pitón y hienas. Consta de al menos 37 islas, en algunas de las cuales están enterrados los emperadores etíopes  y una tradición afirma que el   Arca de la Alianza habría sido colocada en una especie de tabernáculo en la isla de Tana Cherkos donde permaneció durante 800 años y ahora estaría custodiada en la iglesia de Santa María de Sión en la ciudad etíope de Aksum (imagen procedente de http://sobreturismo.es )

Pero ahora nos queda descubrir las fuentes donde nace el brazo más largo del Nilo, el Nilo Blanco , del que el escritor, militar, científico y naturalista romano Plinio el Viejo (23-79 d.C) escribiría que sus orígenes se encontraban «En una montaña de la Baja Mauritania» que después de un largo recorrido se metía bajo tierra y volvía a salir a la superficie días después , desapareciendo de nuevo bajo las arenas del desierto «por una distancia de veinte días de viaje hasta alcanzar a los etíopes más cercanos» No era un relato correcto y si estaba mucho más cerca de la realidad la descripción que ya vimos de Claudio Ptolomeo , que señalaba su nacimiento en el interior de África, junto a las Montañas de la Luna. Sería éste último relato el que tomarán como guía los protagonistas de la segunda parte de este artículo, los exploradores británicos John Hanning Speke (1827-1864) y Richard Francis Burton (1821-1890) . Os invito a que mañana acompañemos a estos dos hombres en una dura y emocionante aventura en busca de las míticas Fuentes del Nilo .