EL MENTIDERO PARTE DE VIAJE HASTA EL 30 DE NOVIEMBRE

Escribía el dramaturgo italiano Carlo Goldoni «El que no sale nunca de su tierra está lleno de prejuicios» y he tenido recientemente esa experiencia, viajar a una cultura diferente, aunque fuera por breve tiempo, para descubrir cuanto nos pueden nublar la mirada los prejuicios que albergamos en nosotros ,incluso sin darnos cuenta de ello, como creamos realidades que solo existen en nuestra mente y que luego, al confrontarla con la realidad que observan nuestros ojos, descubrimos que equivocados podíamos estar con nuestras ideas sobre un pueblo diferente al nuestro y con que precipitación juzgamos sin tener el conocimiento suficiente para hacerlo. Siempre he creído que la ignorancia del otro , la incapacidad de empatizar con el que es distinto a nosotros se halla en el fondo de toda intolerancia , una ignorancia cuya mejor medicina es viajar, y digo viajar, no hacer turismo, que son dos cosas diferentes. El turista se aisla de la realidad del lugar que va a conocer, observa ese otro mundo desde los cristales de su autobús, desde la seguridad de su hotel , saca fotografías de los monumentos, de bellos paisajes, compra recuerdos y regresa a su casa pero ¿le ha cambiado algo ese viaje?
El filósofo francés Jean Jacques Rousseau afirmaba «Hay mucha diferencia entre viajar para ver países y para ver pueblos» porque conocer pueblos es conocer a sus habitantes, a las personas que allí viven, trabajan, ríen, sufren, aman , es conocer a otros seres humanos que son iguales que tu pero también distintos porque han vivido experiencias diferentes en un entorno social y con una forma de ver la vida que posiblemente difiera de la tuya. Para penetrar en el alma del lugar al que vas a viajar , y aunque es muy difícil ,pues cuando viajas no viajas sólo tu sino todo tu mundo interior, tus ideas, tus pensamientos, tus prejuicios, tus esperanzas y espectativas, hay que tratar de mirar lo que te rodea con los ojos del que ve el mundo por primera vez, como si fueras un niño de nuevo, sin pretender juzgar, sin comparar, sin clasificar. Hay que dejar que ese nuevo mundo entre en nosotros, que nos impregne con su realidad, hacerlo en parte nuestro y de esa forma, cuando regresemos ya no seremos los mismos que al iniciar el viaje , sino que habremos crecido en sabiduría, en tolerancia y en amor a este planeta que compartimos entre todos.

Emprendo viaje a la República Dominicana, con la esperanza de conocer la otra realidad lejos de los grandes complejos turísticos , hermosos pero al margen de la vida cotidiana. Si consigo escribir desde allí espero realizar algunas crónicas sobre esta bella nación y también sobre su sociedad . También querría conocer lo que está sucediendo en la nación vecina, Haití, pero creo que será más dificil . Si surge la oportunidad trataré de aprovecharla. Hay mucho que descubrir, mucho que aprender y espero poder compartirlo con todos y que os sea de alguna utilidad (imagen procedente de http://go.hrw.com)
Ya veis que hoy no es el artículo convencional del Mentidero porque mañana parto de viaje hasta el último día del mes . Trece días en los que estaré alejado de mi realidad cotidiana, de los ritmos que a todos nos marca el transcurso de la jornada, lejos de los amigos, de las calles de mi querida ciudad , de todo aquello que constituye el mundo en el que se desarrolla tu vida. Por eso todo viaje es una aventura , que sabes como va a empezar pero desconoces su desarrollo, lo que sucederá en el camino, los descubrimientos que harás, como te transformarán y quién serás en el regreso. En otro artículo cité la frase del diplomático francés Paul Morand  «Un viaje es una nueva vida, con un nacimiento, un crecimiento y una muerte, que nos es ofrecida en el interior de la otra.» En el mismo momento en que das el primer paso que inicia el viaje comienzas una nueva vida que terminará con el regreso y hay que aprovecharla intensamente, porque conocer otro mundo, otras personas alejadas pero a la vez próximas a nosotros es una de las grandes fortunas de nuestra época, cuando durante siglos la gente solía vivir y morir en su lugar de nacimiento, sin salir nunca de él.
Si algo me ha permitido el Mentidero es aprender muchas cosas de otras culturas que desconocía, apreciar otras tradiciones, otras visiones de la existencia, del pensamiento, de la fe, de los sueños y también muchos de los lectores me han enriquecido señalándome errores o mostrándome como mi visión de un determinado tema estaba equivocada. Tendemos en nuestra sociedad a convertir nuestras ideas en fortalezas que hay que defender contra los enemigos, y aunque existe la libertad de expresión cada vez escuchamos menos protegiéndonos detrás de los muros del castillo que hemos construido con nuestros  prejuicios, nuestros temores y nuestras ignorancias . Hoy tenemos las redes sociales, el correo electrónico, las videoconferencias que nos permiten acercarnos a esos mundos lejanos, que nos aproximan a esas sociedades ajenas a la nuestra, pero lo más importante es la voluntad, el deseo de aprender, de conocer y tener la humildad suficiente para reconocer que es mucho lo que no sabemos y lo que los demás nos pueden aportar

Perdonad que ponga una fotografía mía, lo hago cuando voy a salir de viaje o quiero saludar a los lectores. Como aunque se que estáis ahí no os veo, es mi forma de hacerme presente para daros las gracias por seguir el Mentidero , porque si algo me da este blog es conocer a muy buenas personas de las que aprendo cada día más. Espero seguir escribiendo algúnos artículos estos días, pero si no es así, nos vemos el 30 de noviembre. Gracias a todos por estar ahí 
Así que trataré de seguir el consejo de Antoine de Saint Exupery que decía que «si quieres viajar feliz, viaja ligero» y trataré de aprender mucho, de conocer más, de derribar más prejuicios y , sobre todo, de ampliar aun más mi mundo con nuevas personas que me ayuden a comprender mejor la realidad que nos rodea y a abrir nuevas puertas y nuevos caminos que recorrer. Voy a tratar de seguir escribiendo en lo posible algunos artículos en estos días que voy a estar fuera, pero no se si será posible . Si no puedo hacerlo, os prometo que, si Dios quiere, el próximo día 30 estaré en España de nuevo y  publicaré un nuevo artículo y el próximo mes de diciembre será muy intenso, porque hay muchos temas sobre los que escribir y espero que me sigáis acompañando con vuestras lecturas y comentarios para seguir aprendiendo unos de otros en este mundo apasionante en el que vivimos .  Así que permitidme que recoja mi sombrero , mi vieja mochila ajada por el sol , sacuda el polvo de mis pantalones y emprenda el camino  con la esperanza de ser mejor el día de mi regreso que el día de mi partida. 
Y gracias a todos por estar ahí, cada uno de vosotros sois autores del Mentidero
Christian Mielost ( si no nos vemos antes, hasta el próximo 30 de noviembre!!!)

ABRIENDO HORIZONTES, DERRIBANDO PREJUICIOS. APUNTES DE UN VIAJE

Escribía sobre los viajes el pintor polaco Stanislaw Ignacy Witkiewicz(1939)  «Pensáis escapar de vuestros problemas yéndoos de viaje. Y ellos partirán tras vosotros» y la escritora francesa Sidonie Gabrielle Colette no tenía una buena opinión sobre ellos pues pensaba que «el viaje sólo es necesario a las imaginaciones menguadas».  El viaje como una huida de nuestra realidad cotidiana, de nuestro propio yo o para descubrir  cosas que podríamos conocer con facilidad a través de los libros o los documentales , de los relatos de otros viajeros. Sin embargo, aunque hay grandes intelectuales que consideran los viajes como ese intento desesperado e inútil del ser humano para escapar de sí mismo buscando fuera lo que no halla dentro, discrepo con esas palabras y no puedo sino estar de acuerdo con esa otra frase de un autor anónimo que dice que «Viajar es pasear un sueño», porque viajar es mucho más que fotografiar un monumento, descubrir un nuevo paisaje o comprar un recuerdo exótico. Viajar es encontrarnos con otra realidad diferente a la nuestra, es hallar en costumbres extrañas otra forma de afrontar la vida, es despojarnos de nuestros prejuicios para sumergirnos en otra cultura, descubrir que lo más hermoso de esto que llamamos humanidad no reside en la homogeneidad sino en su deslumbrante diversidad.
He regresado de un corto viaje de apenas tres días a una ciudad del Norte de África, Marrakesh, nombre que significa en beréber «Tierra de Dios», una de las más importantes de Marruecos y también de las más visitadas por los turistas, pero que al mismo tiempo  ha sabido conservar su espíritu sin convertirse en un escenario sin espíritu como , por desgracia, sucede con muchos lugares que han perdido su alma y se han transformado en poco más que un inmenso decorado para las hordas constantes de turistas que no quieren descubrir un mundo nuevo, sino sólo fotografías más o menos bonitas para enseñarlas luego en casa. No es lugar el Mentidero para hacer una descripción turística de esta bella ciudad pero si para defender otra forma de viajar que nos permita salvar las diferencias, que nos ayude a ampliar nuestros horizontes y nos ayude a derribar los prejuicios, que nos haga apreciar la diferencia cuando la auténtica amenaza es el espíritu homogeneizador que es extendido por los medios de comunicación y la cultura occidental imperante.

Fotografía nocturna de la gran plaza de Yamaa el Fna, la más emblemática de Marrakesh, una ciudad que también recibe el nombre de Medina Al-Ham’rá es decir, en árabe, «La Ciudad Roja» por el color de sus edificaciones y las tonalidades predominantes en el entorno. Un gran espacio abierto donde puedes hallar desde encantadores de serpientes a come fuegos, puestos de comida, mujeres que realizan hermosos dibujos con henna, hombres rezando, calesas de caballos para los turistas, extraños espectáculos que atraen a los curiosos. Quizás la mejor forma de contemplar este abigarrado universo que es Yamaa el Fna sea sentarse en su centro y mirar como todo gira a tu alrededor, un espectáculo abrumador de sonidos, olores y colores (imagen procedente de http://lovelyplanet.es )

En estos tiempos de crisis económica, de desempleo, de fragilidad en el estado de bienestar, cuando la prosperidad que había caracterizado a las sociedades occidentales parece peligrar, una vez más vemos en Europa y Estados Unidos con suspicacia, rechazo o abierta hostilidad al que viene de fuera, buscando una vida mejor que en su  tierra de origen, y más que nunca cobran vida los prejuicios que anidan en nuestra mente sobre todos aquellos que no comparten los puntos de vista occidentales. En este punto debo añadir que siempre he sido y soy un gran defensor de los valores que heredamos de la cultura griega, inventores de la democracia, de la filosofía, del valor de la invidualidad y , por supuesto , siempre defenderé los tres grandes principios nacidos en la Revolución Francesa de 1789, «la libertad, la igualdad y la fraternidad». Esos valores no se pueden negociar, son irrenunciables.
Pero eso no significa que nuestras sociedades occidentales sean superiores  y nos hallemos en la cúspide de la pirámide , porque en nuestras mismas sociedades hay muchas injusticias, se adoran otros dioses que no son los de la religión sino los del poder y la riqueza, donde es más importante un balance empresarial que la vida de un ser humano que muere de frío en la calle o la de una familia que pierde su hogar , donde ya no respondemos al extraño con una sonrisa sino con una mirada de temor y donde los prejuicios hacia el diferente son como muros que nos separan del que no es como nosotros. Escribía el astrónomo y divulgador Carl Sagan sobre los prejuicios y las épocas de crisis estas palabras que hoy vuelven a cobrar vida con fuerza «Siempre que afloran los prejuicios étnicos o nacionales, en tiempos de escasez, cuando se desafía la auto estima o vigor nacional, cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea. Tiembla su pequeña fuente de luz. Aumenta la oscuridad. Los demonios empiezan a agitarse.»

La mezquita de la Kutubia o de la Koutoubia que significa «la de los libros» tanto por los libros que contenía su biblioteca como por el antiguo mercado de libros que se celebraba en sus proximidades. Su alminar,del siglo XIImohecín a oración cinco veces al día, que parecen regular el pulso de la ciudad aunque la actividad comercial no parece verse afectada por la oración .
El demonio de los prejuicios, del rechazo a lo diferente, de fortificarnos en nuestra realidad conocida, en la tranquilidad de lo que es cotidiano, amenaza nuestro mundo con más fuerza que en las últimas décadas y contra ese mal sólo se puede luchar abriendo los ojos de verdad , no para mirar, sino para ver, abrir los oídos del alma a las voces de otros seres humanos que pueden tener creencias, pensamientos y costumbres diferentes pero que comparten con nosotros su humanidad, no son un ser de otra galaxia, tan sólo han nacido en una cultura diferente y de ellos y de nosotros depende que recorramos la distancia que nos separa para hallarnos a mitad de camino. Durante siglos este conocimiento ha llegado a través de las armas, de las guerras de conquista, de las invasiones, de las victorias de unos sobre otros, de la imposición de gobiernos, credos y costumbres con la destrucción de culturas y pueblos enteros. Hoy, por primera vez , tenemos la oportunidad de conocer el mundo no a través de la conquista sino de los viajes, de los medios de comunicación, de los libros , de las revistas que nos traen a casa fotografías de los lugares más remotos, de Internet que nos pone en contacto con personas que llegan a ser nuestros amigos aunque vivan en el otro extremo del mundo.
Si, viajamos más que nunca, pero ¿para que? Yo he ido en esos viajes en grupo donde recorres los países desde el asiento de un autocar, donde los guías te llevan a los lugares más turísticos, viendo aquello que esperabas ver, recorres las tiendas de turistas para comprar esos recuerdos absurdos que luego acaban en el fondo de un cajón, te alojas en hoteles más o menos buenos para dormir y seguir al día siguiente a recorrer los monumentos , a hacer fotografías que otros han hecho ya mil veces. No hay encuentro con el otro, no hay lugar para la sorpresa sino para confirmar los prejuicios y tópicos con los que viajamos, no nos sumergimos en un mundo nuevo y desconocido, no conocemos a las personas que viven allí y cuando regresamos al punto de origen ¿que hemos aprendido?¿en que hemos cambiado?¿vemos aquella nación, aquel lugar, a aquellas personas de otro modo? En estos viajes no vivimos  en ese otro mundo distinto al nuestro, sino que lo observamos desde una burbuja sin permitir que penetre en el nuestro.

Los souks o zocos de Marrakesh son los más grandes de Marruecos , un laberinto de calles estrechas repletas de comercios que venden desde especias a alfombras, desde artículos de cuero a aceites de argán, las tradicionales babuchas, objetos de cerámica, frutos secos ,instrumentos musicales y cualquier otra cosa que se os pueda ocurrir. Hombres, motos y animales comparten este reducido espacio donde en ocasiones parece imposible pasar dos veces por el mismo sitio, como si la tienda en la que estuviste hace cinco minutos hubiera desaparecido. Tanto en los zocos como en el resto de la ciudad es mejor limitarse a andar, observar y dejarse llevar por el movimiento, los sonidos, el olor , integrarse con la vida de la ciudad. Aunque las fotos serían hermosas no les gusta ser fotografiados y eso es casi una fortuna porque así dejamos la mirada libre sobre lo que de verdad importa , la vida que se desarrolla a tu alrededor (imagen procedente de http://www.allposter.es )
En los tres días en Marrakesh he caminado con una amiga por sus calles, aún conservo vivas en la memoria los mil olores que inundaban las tumultuosas, oscuras y laberínticas calles de sus zocos, la vida que hierve en sus plazas, el sonido de una multitud de voces entremezcladas con el sonido de las motos que se abren camino entre una marea de personas, el cansino trote de las calesas donde suben los turistas, los gritos de los vendedores que tratan de llamar la atención del viajero sobre sus mercancías. En un primer momento tantas impresiones te pueden aturdir pero poco a poco aprendes a moverte en ese aparente caos, aprendes a ver la vida , a ver su vida y a percibir como para ellos el tiempo tiene otro significado. Cuando te hablan de regatear, los europeos solemos pensar en el engaño, en la estafa y viajamos a la defensiva, como si fuéramos a penetrar en un mundo de estafadores, piratas o mentirosos que sólo pretenden robar al pobre turista.Si, ese prejuicio es de los que más abunda en nuestras sociedades, los extraños son peligrosos, te quieren engañar, te quieren robar y son una amenaza.
Pero, de pronto, descubres que el regateo no es tanto la lucha por fijar un precio como una forma de conocer a la otra persona, de disponer de tiempo para sentarse y conversar, para aprender, para escuchar, para darse un apretón de manos o responder con una sonrisa. Por supuesto que no siempre es así, que hay gente que te quiere engañar, pero ¿no las hay también en nuestras ordenadas sociedades? En tres días no es posible conocer a fondo una sociedad y un mundo tan diferente pero si lo suficiente para apreciar lo equivocados que están nuestros tópicos y que ciertas eran las palabras del filósofo norteamericano William James cuando decía que «Un gran número de personas piensan que están pensando cuando no hacen más que reordenar sus prejuicios.» Manejamos una serie de estereotipos, de tópicos, de lugares comunes, de ideas que no son nuestras sino recibidas y que nunca ponemos en cuestión, y cuando ese endeble edificio basado en el prejuicio se enfrenta a la realidad sólo tiene dos formas de reaccionar , o permanecer ciego a esa realidad o  permitir que penetre en nosotros aunque ello suponga derribar esa falsa estructura construida con los ladrillos del pensamiento único.

La ciudad esta rodeada por hermosos jardines, como el jardín Majorelle donde se halla el Museo de la cultura bereber, el Ciberjardín , un gran espacio verde muy cerca de la mezquita Kutubia donde los habitantes de Marrakesh pueden usar de forma gratuita Internet o , en la imagen, el hermoso jardín de La Menara, del siglo XII, situado  fuera de la ciudad y con el fondo de la cordillera del Alto Atlas.  Dominados por un gran espejo de agua central, de forma rectangular, habitado por grandes carpas, desde donde sale el sistema de irrigación. En su entorno crecen olivos y árboles frutales.  En 1869, el sultán Mohammed V hizo construir lo que hoy caracteriza el lugar: el pabellón con el tejado de tejas verdes que se encuentra junto al estanque, reflejándose en sus aguas, como podéis ver en la imagen sobre estas lineas. Los jardines árabes son lugares de armonía geométrica donde todo parece ocupar el lugar que le corresponde (imagen procedente de http://www.blackpaper.ch )
Descubrí gente que te recibe y despide con una sonrisa, que te respeta más de lo que nosotros solemos hacer en la nuestra con ellos, donde aún existe el tiempo para conocer a otra persona, y donde no todos tratan de engañarte o robarte. Lo que no significa que no vea los graves defectos de su mundo,propios de una sociedad musulmana, donde las mujeres siguen siendo ciudadanos de segunda excluidas de los lugares de reunión de los hombres, donde no existe libertad de expresión religiosa y la fe dicta las leyes que rigen la vida cotidiana . Todos conocemos los problemas políticos y religiosos que afectan a gran parte de las naciones musulmanas y como la religión es el principal obstáculo para el desarrollo de los derechos humanos, el respeto a la mujer y la defensa de la libertad. Desde mi particular punto de vista , el legado griego es el mejor modelo para el desarrollo de una sociedad, el que permite mayor libertad al ciudadano aun con todos sus defectos, pero no me estoy refiriendo ahora a ello, sino a conocer a otros seres humanos como tu lector, y como yo, personas que sienten, sufren, aman y ríen como nosotros pero que a veces las observamos como si fueran de otro mundo.
Cuando al principio de este artículo escribía aquella frase que decía que viajamos para huir de nosotros mismos  os decía que no estaba de acuerdo con ella. Viajar no debe ser una huida de nosotros , o al menos no deberíamos verlo así, porque  no podemos huir de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos, de nuestros sueños, de nuestros fracasos. Todo ello forma parte de nosotros y viaja allá donde vayamos, pero si creo que viajar debe ser como caminar en busca del otro, como si abrieras las ventanas de tu interior para que entrase la luz de otra realidad , para darte la oportunidad de conocer otro mundo, abrir nuestro horizonte, enriquecernos con otras formas de ver la vida ya sea en Madrid, en Marrakesh, en Nueva York , Pekín o Lhasa. La muerte, la guerra, la destrucción son consecuencia de la abstracción, de no ver al diferente como otro ser humano sino como un enemigo al que no le reconocemos las cualidades humanas que si vemos en nosotros, como ya escribiera Aldous Huxley «Hacia donde miremos, encontraremos que los verdaderos obstáculos para la paz son la voluntad y los sentimientos de los hombres, las convicciones humanas, los prejuicios y las opiniones. Si queremos librarnos de las guerras, tendremos antes que librarnos de todas sus causas psicológicas. «

Como sucede en la práctica totalidad de las sociedades musulmanas es patente la discriminación de la mujer , ya no solo en la forma de vestir , donde tiene que ocultar casi todo su cuerpo , sino también su exclusión en la mayor parte de lugares públicos como los bares, los restaurantes o incluso en las propias plazas donde los hombres hacen sus propios corros donde no puedes hallar ni a una sola mujer. Pocas son las que desafían la tradición vistiendo ropas occidentales o dejando su pelo al descubierto . Creo que nada tiene que ver la religión con la discriminación que sufre la mujer en el mundo árabe, y no es más que la perpetuación de una sociedad patriarcal y machista con la excusa de la fe religiosa (http://www.disfrutamarrakech.com)  

Y la mejor forma de vencer esos obstáculos es ver el mundo no a través del objetivo de una cámara fotográfica , ni en los artículos de una guía de viajes , ni en el programa de una agencia de viajes. No, el primer paso para ver ese otro mundo es abandonar lo que creemos saber, despejar nuestra mente de las ideas recibidas y convertirnos en viajeros y mirar el mundo con nuestros propios ojos y no con la mirada prestada de otros. El escritor mexicano José Vasconcelos decía «Un libro, como un viaje, se comienza con inquietud y se termina con melancolía» Todos los buenos viajes dejan en el alma un poso de melancolía de un mundo que ha entrado en ti, que te ha cambiado tu forma de contemplar la vida aunque tu no pertenezcas a él pero siempre te llevas algo dentro de ti. Cuando tengáis la oportunidad de viajar marchad con equipaje ligero y llenadlo con ese mundo que nos está esperando ahí fuera para que lo recorramos, lo descubramos y lo amemos.No os escondáis de la realidad, dejad que esta os seduzca, que os conquiste ,no seáis turistas que fotografían monumentos sino viajeros que descubren personas, sociedades, costumbres, sonidos, olores, mundos. Sed viajeros