UNA REFLEXIÓN SOBRE EL MATRIMONIO

«Estamos en guerra con nuestro sexo . Combatimos nuestros apetitos y nuestras expectativas y decepciones. La religión, la política y hasta la ciencia cierran filas en contra de la biología y de millones de años de evolución de nuestros impulsos.¿Cómo desactivar este conflicto inextricable?» Son palabras de los escritores Christopher Ryan y Cacilda Jethá , autores de un libro titulado «En el principio era el sexo» que me ha hecho abandonar por un día los temas tradicionales que me suelen ocupar en el Mentidero para  compartir con vosotros las preguntas que me sugiere este libro sobre el sexo y , en particular, sobre el matrimonio , algo muy importante en la vida de la mayoría de las personas aunque con marcadas diferencias sociales y culturales según la nación en la que vivamos. En este caso voy a centrarme en las sociedades occidentales en  la que yo mismo vivo y conozco mejor, pues poco tiene que ver la forma en que podemos entender el matrimonio en España, donde escribo, en Francia o en Colombia, con la forma en que esa misma institución es entendida en naciones donde la mujer no disfruta de los mismos derechos que el hombre, como sucede en la mayoría de sociedades islámicas.
Pero antes de hablar sobre ello tenemos que mirar a nuestro pasado para observar como el matrimonio no sólo no ha sido siempre una unión voluntaria entre dos personas que se aman y deciden iniciar una vida en común , sino que el amor hasta hace apenas siglo y medio se consideraba algo ajeno al matrimonio. El Diccionario de la Lengua Española define el matrimonio como » Unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales.», una definición fría y aséptica que no contienen ninguna mención al amor ni al romance, y así fue concebido el matrimonio durante la mayor parte de la historia. Podemos suponer que el matrimonio surgiría en las primeras sociedades como una forma de establecer alianzas que transformaban los enemigos en aliados a través de la unión de un miembro de cada pueblo. Esto llevaría a una práctica que todavía hoy se conserva en uso en algunas sociedades, donde los matrimonios se concertaban cuando los contrayentes eran apenas niños .  Sin embargo, cuando las sociedades evolucionan más importante aún que establecer alianzas era mantener el legado familiar , lo que  daría origen a la ley del levirato, recogida en el Antiguo Testamento, según la cual el hermano de un hombre estaba obligado a casarse con su viuda si esta no tiene hijos  con el objetivo de tener descendencia y que el patrimonio familiar siga intacto.

En la Grecia Clásica la mujer era tratada como si fuera una menor de edad durante toda su vida, permaneciendo primero bajo la autoridad del padre, luego del marido y cuando este moría de los hijos. Su misión en la vida era dar hijos a su marido y cuidar del hogar . El matrimonio tenía lugar entre los 15 y los 18 años y se limitaba a un contrato entre dos familias por el cual el padre de la mujer se la entregaba al marido que además recibía una dote de la familia de la novia, aunque en caso de muerte de la esposa o de divorcio tenía que devolverla a la familia de la esposa  . Por supuesto, la mujer nada tenía que decir en esta transacción comercial, pues de eso se trataba . Un estatus diferente tenían las hetairas que eran las compañeras, concubinas, amantes o cortesanas de su tiempo , como Aspasia de Mileto a la que pertenece el busto de la fotografía. Aspasia fue la amante del gobernante más importante en la historia de Atenas, Pericles (495-429 a.C) y ella misma tuvo una gran influencia sobre él. Las hetairas eran mujeres educadas, inteligentes,que dominaban la música y la danza ,buenas conversadoras . El político ateniense Demóstenes(384-322 a.C) definía con estas palabras lo que las hetairas y las esposas significaban para los griegos acomodados «Las hetairas las tenemos para el placer, las concubinas para que nos cuiden diariamente, y la esposa para procrear legítimamente y tener una fiel guardiana de los bienes de la casa» (imagen procedente de http://mujeres-riot.webcindario.com )

Esta práctica se seguiría entre otros pueblos de la antigüedad como los hunos y los escitas . En Roma y en Grecia , sociedades patriarcales donde la mujer jugaba un papel secundario, la candidata ideal para el matrimonio no era la mujer más bella sino aquella que fuera saludable , discreta y trabajadora ya que su función en el matrimonio era dar hijos , administrar y cuidar el hogar y ayudar en lo que fuera posible al marido. Pero el amor seguía sin jugar ningún papel en estas uniones, la infidelidad no estaba mal vista en el caso del hombre  y el mismo Platón(428-347 a.C) consideraba inapropiado el amor a la esposa y decía de ese amor que es «el que sienten los hombres más viles». Cuando la aportación de la mujer a la economía de la pareja se reduce al ser apartada del trabajo aparece la costumbre de la dote, la exigencia que el marido hace a la familia de la esposa para que le entregue una serie de bienes como compensación por hacerse cargo de ella , convirtiendo al matrimonio en una transacción comercial que arruinaba en muchas ocasiones a la familia de la novia y enriquecía al futuro esposo.

VÍDEO SOBRE EL MATRIMONIO EN LA ANTIGÜEDAD

Un breve vídeo de un episodio de la serie «Sexo en la Antigüedad» del Canal de Historia sobre los orígenes del matrimonio donde se explica como su origen nada tiene que ver con el amor y las emociones sino con el control de la reproducción

En la Edad Media  entre las clases más humildes el matrimonio aparece como la única posibilidad de prosperar,o mejor dicho, sobrevivir,  ya que sólo a través de la colaboración entre los esposos se podía hacer frente a todas las obligaciones que los siervos tenían contraídas con sus señores y mantener en funcionamiento la granja que les permitía vivir. Así, mientras el hombre araba el campo , sembraba, echaba estiércol y luego recolectaba la cosecha , la mujer se encargaba de ordeñar y cuidar el ganado, así como del cuidado del hogar y de los hijos. Sólo a través de esta colaboración podían cumplir con las exigencias económicas de sus señores , por lo que el matrimonio era en esta época sobre todo una estrategia de supervivencia. Hay que tener en cuenta además el peso que la Iglesia católica tenía en la sociedad medieval europea, y que veía en el matrimonio un mal necesario para  contener la lujuria aunque consideraba que el estado ideal del hombre era la castidad. Así lo escribía San Pablo en su Carta a los Corintios en el Nuevo Testamento, aunque es discutido que  realmente fuera San Pablo el autor de la carta:
“En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia. Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento. Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro. Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando.”

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Retrato de Pablo de Tarso obra de El Greco (1541-1614). No sólo fue Pablo de Tarso quién dedicó palabras duras a la mujer, otro de los Padres de la Iglesia, san Agustín de Hipona decía » Es Eva, la tentadora, de quien debemos cuidarnos en toda mujer… No alcanzo a ver qué utilidad puede servir la mujer para el hombre, si se excluye la función de concebir niños.» Como hemos visto antes poco variaba la situación de la mujer desde la Grecia Clásica hasta los primeros siglos del cristianismo, seguía siendo vista como poco más que una incubadora para criar a los hijos.Los matrimonios seguirían siendo establecidos por la conveniencia de las familias sin tener en cuenta a la mujer. La palabra amor era ajena al matrimonio

En esta última frase  se puede resumir la moral católica imperante en la Edad Media Europea «si no tienen don de continencia, cásense , pues mejor es casarse que estarse quemando» lo que convertía al matrimonio en un mal necesario pero no en un bien en sí mismo. Pero entre las clases medias medievales el matrimonio de conveniencia jugaba también un papel importante , los artesanos se casaban con hijas de artesanos del mismo gremio ampliando así sus relaciones y también sus talleres, los mercaderes establecían alianzas con otras familias de mercaderes con el propósito de mejorar su influencia y riqueza  y entre la nobleza surge en esta época el mito de la sangre azul. En aquel tiempo se creía que durante el acto sexual la sangre del hombre y la mujer se mezclaban, por lo que era muy importante en el caso de los monarcas que se casaran con otra persona de su mismo rango ya que si la esposa era de una clase inferior su sangre contaminaría la del futuro hijo de ambos que perdería la legitimidad para heredar la corona. Si hoy se mantuviera esta creencia la mayoría de las monarquías europeas quedarían deslegitimadas al instante
Un buen ejemplo de la separación entre el matrimonio y el amor durante la Edad Media lo tenemos en la filosofía del amor cortés nacida en la Provenza francesa del siglo XI , donde los trovadores cantan al amor  pero no al amor entre marido y esposa sino a un amor místico entre la mujer casada, siempre de la nobleza, y un caballero enamorado de ella ,que mantiene su amor en secreto y se halla completamente sometido a su dama . Hacía 1180  un trovador llamado Andrés el Capellán escribió una obra titulada «Tratado del Amor Cortés» que sería muy leído en su tiempo y ejercería una gran influencia en otros escritores , y en ella habla sobre la naturaleza del amor, como provocarlo, como conservarlo y , también, como perderlo. En esta obra encontramos una serie de reglas sobre el amor y en la primera de ellas podemos leer «El matrimonio no es una excusa para  no amar» , lo que dejaba claro que el matrimonio y el amor apenas tenían algo que ver. En este amor cortés se inspirarían los relatos del rey Arturo y de Tristán e Isolda   e incluso inspirarían a William Shakespeare su «Romeo y Julieta», pero también sembraría un concepto del amor que resurgiría con fuerza a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX  con el Romanticismo.

En esta pintura se representa a una de las principales figuras de la época del Amor Cortés, Leonor de Aquitania (1122-1204), esposa de los reyes Luis VII de Francia(1120-1180) y de Enrique II de Inglaterra(1133-1189). En la corte de Aquitania los trovadores cantaban sus poemas de amor cortés que , en realidad, se trataba de amores adúlteros pues la dama se trataba siempre de una mujer casada  y por eso el poeta nunca pronunciaba el nombre de la amada en el poema y lo sustituía por un seudónimo poético. Este amor sólo podía tener lugar entre la nobleza , el caballero se sometía por completo al objeto de su amor, lo guardaba en secreto y no solía ser un amor carnal, sino místico, aunque podía ir evolucionando el amante pasando por una serie de etapas hasta que la dama finalmente le admitía junto a ella. (imagen procedente de http://grandesmujeresenlahistoria.blogspot.com )
Pero antes de eso , en el siglo XVI las reformas religiosas protestantes  impulsadas por Martin Lutero (1483-1546) y Juan Calvino(1509-1564) querían convertirse en el contrapunto de la Iglesia Católica, y si esta última exaltaba la castidad por encima del matrimonio, Lutero y Calvino ensalzaban el matrimonio como el estado ideal del ser humano. Así Lutero escribe  que «todas las criaturas fueron divididas en machos y hembras ; hasta los árboles se desposan , y lo mismo las plantas en embrión; hasta entre las rocas y peñascos hay matrimonios». En el siglo XVIII, con la Ilustración, entra en liza otro concepto que hasta entonces apenas se había tenido en cuenta, la felicidad, un estado que incluso es reconocido en las nuevas constituciones que nacen en el último tercio del siglo XVIII, e incluso en el preámbulo de  la Declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776 » Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad» Si, la búsqueda de la felicidad, una palabra que apenas era utilizada hasta entonces pero que ahora se convierte en un derecho de los ciudadanos

La Reforma protestante tampoco supuso grandes cambios para el papel de la mujer en el matrimonio. Así hablaba Marin Lutero «Tengan sus hijos y hagan como puedan; si mueren, benditas sean, porque seguramente mueren en medio de una noble labor y de acuerdo a la voluntad de Dios. Así ven ustedes cómo son débiles y poco saludables las mujeres estériles; aquéllas bendecidas con muchos niños son más saludables, limpias y alegres. Pero si eventualmente se agotan y mueren, no importa. Que mueran dando a luz, que para eso están.» De nuevo la esposa como fábrica de hijos . Habían pasado dos mil años desde la Grecia Clásica pero la mujer seguía representando el mismo papel dentro del matrimonio (imagen procedente de http://tono-menor.blogspot.com )
Y ese derecho a la felicidad inspirará a los poetas, escritores, dramaturgos, pintores y compositores del Romanticismo  que sólo entenderán el matrimonio por amor , poniendo al corazón por delante de la razón a la hora de elegir a la pareja con la que compartir la vida . Buena muestra  de esta forma de pensar son las obras de las novelistas inglesas de este siglo XIX, como Jane Austen (1775-1817) que escribía en una carta «es preferible cualquier cosa antes que soportar un matrimonio sin afecto» El amor pasaba a ocupar un primer plano y a convertirse en la razón principal que justificaba el matrimonio . El ideal romántico del matrimonio por amor nacía en el siglo XIX pero todavía en esta época el amor no es visto por muchos como un elemento indispensable en el matrimonio y se inclinaban por otros aspectos más prácticos. De un artículo de la revista española «Muy Interesante» ,de  la que he extraído muchas de las citas que aparecen en este artículo, podemos leer este anuncio publicado en un periódico de 1795  en el que una mujer busca marido «Señorita de 30 años de edad, con 16.000 francos de dote y mobiliario completo, desea contraer matrimonio con un hombre de 35 a 45 años , de buenas costumbres y ocupación segura». Edad, datos sobre su situación financiera y el deseo de un hombre con un trabajo estable pero ni una mención a las emociones y sentimientos.
Lo mimo nos encontramos en el lado de los hombres, como este otro anuncio publicado en 1770  por un aristócrata alemán de la ciudad de Colonia que hablaba en tercera persona de él mismo y detallaba así lo que buscaba «El mencionado caballero busca una mujer rica de 20 a 24 años de edad y de confesión católica. No es menester que sea de noble abolengo. Este caballero es noble, muy sabio y célebre y goza de la consideración de muchos soberanos. Este caballero tiene una colección de objetos de arte que vale muchos miles; además, heredará toda la fortuna de su familia. Este caballero es persona virtuosa, discreta y piadosa, no es dado al juego ni a la bebida; su única preocupación es el estudio. La joven que se casará con este caballero hará un matrimonio lúcido y feliz puesto que tendrá un marido bueno, respetable y sabio» Si me permitís la broma, este caballero no tenía entre sus virtudes la humildad pero parece que era un buen partido. Pero cuando realmente se impuso el ideal romántico del matrimonio por amor fue en el siglo XX, coincidiendo también con la progresiva conquista de derechos por parte de la mujer que gradualmente se puso al mismo nivel que el hombre.

En la fotografía sufragistas inglesas en el año 1909. La conquista de nuevos derechos a lo largo de todo el siglo XX cambiaría también la forma en que se establecían los matrimonios, donde la mujer ya no era un objeto de intercambio entre dos familias que buscaban su propio interés. La mujer gozaba por fin de voz propia y gracias a ello por fin sería el amor y no la conveniencia la base de los matrimonios , toda una revolución en las relaciones humanas (imagen procedente de http://femscrap.blogspot.com ) 
Ya hemos visto como han sido necesarios milenios de evolución para alcanzar el matrimonio por amor, una conquista reciente pues apenas tiene un siglo de vida  y que, como sucede con todas las formas de relación social del ser humano, no significa que haya venido para quedarse, pues la evolución continúa. Si, el matrimonio por amor ha triunfado sobre el matrimonio por conveniencia pero al cambiar la sociedad , al aumentar la posibilidad de relacionarnos con diferentes personas y en pie de igualdad, surge ahora con más fuerza la pregunta de si el matrimonio  tal y como lo entendemos es la forma más adecuada para  el desarrollo correcto del ser humano o  la evolución social y religiosa que hemos experimentado a lo largo del tiempo nos ha separado de nuestra auténtica naturaleza y  estaría causando los sentimientos de frustración y fracaso que tantos matrimonios viven con el tiempo. No pretendo tomar postura con este artículo ni a favor ni en contra del matrimonio, creo que tampoco esa es la cuestión y cada uno tiene sus propias razones y creencias para desear o no casarse,  y ni mucho menos negar la existencia de amores verdaderos que duran toda la vida.
Hay en este sentido una historia conmovedora de  dos seres humanos que se amaron toda la vida, una historia más entre miles de historias similares pero que al tratarse de personas anónimas no conocemos. Se trata de la historia de amor entre el filósofo austriaco André Gorz(1923-2007) y su  mujer Dorine, a la que había conocido en  un baile el 23 de octubre de 1947. Desde entonces compartieron sus vidas  durante casi sesenta años . Siendo ya ancianos ambos a Dorine la diagnosticaron una enfermedad degenerativa incurable y en el año 2006 Gorz la dedicaba su última obra «Historia de un amor» donde encontramos estas palabras llenas de un amor que es tan intenso que es difícil leerlas sin que se encoja el corazón «Acabas de cumplir 82 años. Has encogido 6 centímetros, no pesas más de 45 kilos y sigues siendo bella y deseable. Hace cincuenta y ocho años que vivimos juntos y te amo más que nunca. Necesito reconstruir la historia de nuestro amor para captar todo su sentido. Gracias a ella , somos lo que somos , uno por el otro y uno para el otro. Te escribo para comprender lo que he vivido, lo que hemos vivido juntos».  Gorz indicaba en su libro que  «Ambos desearíamos no sobrevivir a la muerte del otro. Nos hemos dicho que si tuviéramos otra vida quisiéramos pasarla juntos». El 22 de septiembre de 2007 fueron hallados los cuerpos de André y Dorine en su casa. Se habían suicidado para no tener que vivir el uno sin el otro.

Fotografía del filósofo André Gorz, seudónimo de Gerhard Hirsch junto a su esposa Dorine , uno de esos amores eternos en los que muchos no creen pero que existen aunque los amores felices no tienen historia. Yo mismo,cuando he escrito sobre algunos amores famosos en el Mentidero siempre he traído historias trágicas , donde el amor se ve truncado por la muerte, por la oposición de la familia o por cualquier otro obstáculo. Sin embargo, este tipo de amores no son los más frecuentes  y suelen perder intensidad con el tiempo. El problema puede hallarse en generar expectativas demasiado altas en el matrimonio, como si esa fuera la plenitud, la culminación de una trayectoria vital , pero cuando no se cumplen las expectativas llega la frustración, porque el matrimonio no es la culminación del amor , sino que es el comienzo de una nueva trayectoria llena de retos y que necesita de toda la inventiva del ser humano para evitar caer en la atonía y la rutina. El amor funciona en el ser humano como si se tratara de una droga, como decía Virginia Woolf «A la gente le gusta sentir. Sea lo que sea» y lo casi imposible es sentir lo mismo y con la misma intensidad por una sola persona , aunque Gorz y Dorine fuesen un ejemplo de que es posible (imagen procedente de http://archivosdelmandril.blogspot.com )

Creo que esta historia es un ejemplo de que el amor para  toda la vida  no es un invento romántico, existe y algunos afortunados lo encuentran , pero también es cierto que este tipo de amores tan intensos tampoco son frecuentes y las grandes pasiones suelen ser atenuadas por el tiempo hasta convertir lo que sentíamos en algo casi irreconocible para el propio amante. El enamoramiento funciona como una droga que descubre al adicto un mundo de colores más brillantes e intensos, la euforia le invade y la rutina desaparece pero al igual que las drogas, su efecto pasa y regresamos a la realidad. Escribe el filósofo español José Antonio Marina «Muchas biografías amorosas se parecen a esas historias de escaladores que aspiran a coronar las grandes cumbres y que, nada más alcanzar una, ya están pensando en la próxima.. Lo que buscan es la intensidad de logro, el camino más que la posada» y cita a continuación esta frase del poeta Vicente Aleixandre «Todo conspira sin descanso contra la perduración de la llama imposible». Marina termina su reflexión con estas palabras «Tenemos que aceptar una verdad dura: el amor no basta para llevar una convivencia amorosa»

¿No estaremos empeñándonos en hallar ese amor eterno en contra de nuestra propia naturaleza? El ejemplo de André Gorz y Dorina nos demuestra que si existe ese tipo de amor pero no que sea lo más frecuente y la experiencia cotidiana nos demuestra que para muchos el matrimonio lejos de ser una fuente de felicidad es todo lo contrario. Los autores del libro que citaba al inicio de este artículo , «En el principio era el sexo» escriben que las relaciones monógamas van en sentido contrario a lo que constituye nuestra naturaleza y lo consideran «Una campaña orientada a ocultar la verdadera naturaleza de la sexualidad de nuestra especie  y que lleva a la mitad  de los matrimonios a desmoronarse bajo una avalancha imparable de vertiginosa frustración sexual , tedio y pérdida de la libido, infidelidad compulsiva , disfunciones , confusión y vergüenza» Como sucede con todo lo relacionado con los sentimientos y emociones humanas a mi las respuestas no me parecen sencillas . Es difícil imaginarse un mundo de relaciones múltiples , compartiendo parejas con otras personas y más difícil aún saber el tipo de familia que surgiría de ahí , pero también es cierto que el matrimonio no tiene que ser por sí mismo una de las metas de nuestra vida  porque a lo mejor ni siquiera es el camino adecuado para ti, aunque la presión de la sociedad siga empujando a la gente a casarse.

No me resisto a concluir este artículo con una nota de humor a través de las palabras de uno de mis directores de cine preferidos, el siempre irónico y mordaz Woody Allen, en la fotografía con su esposa Soon Yi, que sobre el matrimonio ha dicho «Algunos matrimonios acaban bien, otros duran toda la vida.» Otro de los genios del humor, Groucho Marx, también tenía su visión particular del matrimonio «El matrimonio es la principal causa del divorcio.» y la no menos celebre «El matrimonio es una gran institución. Por supuesto, si te gusta vivir en una institución.» En todo caso, hoy podemos decidir esto en libertad y si nos equivocamos lo hacemos nosotros, pero nadie nos impone con quién debemos casarnos y podemos optar por no casarnos , una libertad de la que hasta hace menos de un siglo no gozábamos por la presión social a la que eran sometidos los solteros, particularmente las mujeres que recibían el peyorativo nombre de solteronas
No hay una única respuesta, cada uno tiene que buscar la suya , pero lo que si creo importante es despojarse en lo posible  de todos los prejuicios que las costumbres, la religión , la cultura donde hemos nacido  y nuestras propias familias y amigos nos imponen incluso sin querer,  y pensar siempre por nosotros mismos intentando engañarnos lo menos posible, algo particularmente difícil en cuestiones de amor  donde con tanta facilidad confundimos deseos y fantasía con realidad, como escribía el poeta español Antonio Machado «Todo amor es fantasía/Él inventa el año, el día/la hora y su melodía;/inventa el amante y , más,/la amada « Y lo más importante de todo es no caer en el escepticismo estéril porque nada hay más valioso que nuestras relaciones con otros seres humanos, ya sean amorosas o de amistad y ningún fracaso debe conducirnos a perder la confianza en el ser humano . Y lo demás depende de cada uno de nosotros. Y aquí termino el artículo, con la promesa de que mañana volveré a temas donde me muevo con algo más de seguridad,  sin que crea haber encontrado ninguna reflexión que os pueda ser útil, pero a veces es suficiente con hacerse las preguntas porque antes o después nos indicaran el camino a seguir.

¿QUE QUIEREN LAS MUJERES?UNA REFLEXIÓN SOBRE LA INSEGURIDAD DE LOS HOMBRES

En la novela «Ana Karenina» del gran escritor ruso Leon Tolstoi, se puede leer este diálogo entre dos hombres :

«La mujer, amigo mío, es un ser que por más que la estudias te resulta siempre nuevo
-Entonces vale más no estudiarla
-No!Un matemático ha dicho que el placer no está en descubrir la verdadera sino en el esfuerzo en buscarlo»

La frase más habitual cuando los hombres hablan sobre las mujeres es ese tópico de «no hay quién las entienda»  , muy similar a la que imagino que usan las mujeres para los hombres, ese «todos son iguales» y ambas afirmaciones son falsas , porque no hay dos seres humanos iguales ni se puede emplear generalidades cuando hablamos de los seres humanos. Sin embargo, creo que el hombre se halla mucho más desorientado sobre como comportarse con la mujer, como interpretarla y tratar de saber lo que realmente piensa y desea.
La verdad es que no creo ser el mejor para escribir sobre lo que quieren las mujeres, porque al igual que los demás también me hallo perdido, pero trataré ,al menos, de esforzarme en aclarar más que lo que quieren las mujeres, los esfuerzos más o menos torpes que hacemos para tratar de conocerlas un poco más, al menos desde mi punto de vista. Aunque en el fondo, se que ese esfuerzo estará condenado al fracaso si tengo en cuenta las palabras de alguien tan inteligente como Sigmund Freud «he aquí la gran incognita que no he podido resolver, a pesar de mis treinta años de investigación sobre el alma femenina¿qués lo que quiere la mujer?»
Sigmund Freud, el inventor del psicoanálisis y el pionero en el estudio del subconsciente se hallaba tan desorientado con respecto a las mujeres como cualquiera de nosotros y reconocía no saber nada sobre ellas después de 30 años de estudio
Lo primero que los hombres nos preguntamos es que buscan las mujeres en un hombre, que es lo que realmente les gusta o les atrae. En España hay un dicho un poco vulgar referido al hombre y que creo que la mayoría conocemos, ese tan descriptivo de que «mas tiran dos tetas que dos carretas», porque en eso creo que el hombre es bastante más simple que la mujer. Para el hombre, el atractivo físico de la mujer es un imán, algo que le atrae incluso de forma involuntaria , pero creo que también es muy cierta esa frase de José Ortega y Gasset que nos dice que «la belleza que atrae rara vez es la belleza que enamora«, y tanto hombres como mujeres pienso que no se enamoran de un cuerpo, sino de una forma de ser , de una forma de mirar, de hablar, de comportarse, de todo ese conjunto de factores dificiles de describir y atrapar que constituyen la personalidad de un ser humano.
Pero volviendo a la pregunta ¿qué les gusta a las mujeres?¿qué les atrae? Si hablase por mi experiencia de estudiante, mi respuesta sería que las mujeres se enamoran de los chicos guapos de la clase, aunque yo había siempre oído eso tan bonito de que «la belleza está en el interior» . Yo me imaginaba que , al menos en mi caso, tenía tan interiorizada esa belleza que debía resultar invisible porque la verdad creo que tenían mucho más éxito los chicos físicamente atractivos. Pero el hombre siempre usa recursos para no perder su propia estima y en mi caso, como imagino que harán muchos otros hombres, era pensar «no tengo éxito alguno porque no soy atractivo aunque si inteligente» .
Entonces, como método de defensa, el hombre se crea en su mente la idea de que las mujeres sólo se sienten atraídas por los hombres guapos y no por los inteligentes, y , por supuesto, uno mismo se pone en el grupo de los inteligentes, porque sería demasiado duro pensar que eres feo y poco inteligente al mismo tiempo. Pero esta imagen es , por supuesto, falsa aunque no del todo. Según un estudio realizado por la Universidad de California  sobre 204 mujeres a las que se preguntó que eran las tres cosas que más les atraía de los hombres, un 44% dijeron que los ojos, un 36% que las manos y un 34% el sentido del humor.  Esta claro que si uno de los valores más estimados por ellas es el sentido del humor es porque valoran la inteligencia.
Habrá que aceptarlo, aunque hay que tener en cuenta siempre que en todo estudio basado en preguntas hay que contar con la posibilidad de que incluso lleguemos a engañarnos a nosotros mismos respondiendo lo que pensamos que deberíamos responder y no lo que queremos responder.¿Físico o intelecto?Imagino que la respuesta de todas las mujeres sería una mezcla de los dos pero según este estudio, su conclusión es que «la inteligencia para una mujer es uno de los mayores atractivos del hombre. El hombre es más visual y la mujer más mental. Mientras que él se enamora sencillamente de lo que ve, ella se enamora de la personalidad de varón y , en eso, la inteligencia juega un papel fundamental» Para poner un poco de humor , mi conclusión personal es que ni tengo personalidad, ni inteligencia
Con esto si quedaría confirmado que ellos se enamoran más del físico y ellas del intelecto, aunque pienso que a eso podríamos buscarle muchos matices y , sobre todo, un obstáculo muy importante para el hombre y es el hecho, no se si científico pero que casi todos los hombres han experimentado, de que en presencia de una mujer por la que sentimos atracción disminuye nuestra inteligencia. Eso es lo que causa los tartamudeos, las frases inconexas y los temblores que nos convierten en algo muy lejos de un ideal de inteligencia.
Nunca como ahora  ha habido tantas posibilidades de relacionarse entre los dos sexos, ya desde la escuela cuando comparten horas y horas de clase, hasta la edad adulta cuando trabajamos juntos y nos permite llegar a un trato y conocimiento del otro sexo como nunca había sucedido antes en la historia.Todos tenemos en la memoria las imágenes de las películas basadas en novelas de Jane Austen o Charlotte Brönte, en aquella sociedad puritana donde hombres y mujeres representaban los papeles que les asignaba la sociedad de la época y donde la espontaneidad, la auténtica personalidad, apenas tenía hueco para mostrarse. Y a pesar de ello, a pesar de las facilidades para hablar, para compartir tareas y aficiones, parece que se siguen manteniendo los mismos tópicos, el mismo desconocimiento de entonces.
Es sencillo refugiarse en los tópicos masculinos de lo incomprensible de la mujer, e incluso en lo perjudicial que puede llegar a ser para el hombre. Conocidas son las palabras de Sacha Guitry «si la mujer fuera buena , Dios tendría una» o la de poetas como Alfredo Musset que habla sobre el mal inevitable femenino «la mujer es como una sombra, no podrás atraparla, pero tampoco huir de ella».  Hasta grandes genios militares y políticos como  Napoleón han caído en ese miedo e incomprensión hacia la mujer, pues el gran corso  afirmaba que «las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo»
El hombre de Vitrubio de Leonardo da Vinci, el canon de las proporciones perfectas del hombre.¿Cuál es el canon que las mujeres tienen de los hombres?
¿Es preciso, entonces, refugiarnos en esa palabras que  afirman que ante las mujeres sólo podemos amarlas o conocerlas? Para ser sincero, me temo que cuando intentas conocer a una mujer y no actúas como se entiende que debe actuar un hombre que trata de conquistar una mujer, somos clasificados como amigos y ya no habrá opción para cambiar esa etiqueta. Pero puede que no sea más que un prejuicio de mi mente masculina. A mi , al igual que a otros muchos hombres, nos gusta escuchar a las mujeres , compartir el tiempo con ellas, y , como aseguraba el filósofo español Julián Marías, la más perfecta forma de amistad que existe es la que nace entre el hombre y la mujer, es la que puede proporcionar más felicidad.
Quizás el error consista en que pensamos que siempre están esperando algo de nosotros y , en realidad, sólo quieren que las escuchemos, que estemos junto a ellas, en esencia lo mismo que queremos nosotros. A lo mejor, tantos estudios, tantas estadísticas, tantos tratados que hablan de las relaciones entre hombres y mujeres podrían resumirse en que todos somos de una u otra forma mendigos de cariño, andamos perdidos por este mundo buscando una mano amiga, una mirada de afecto y una palabra de aliento contra la soledad que siempre nos amenaza.
Cuando leo lo que he escrito me doy cuenta que no soy capaz de esbozar ni un mal dibujo de las relaciones entre hombres y mujeres. Pero no importa, es una tarea para una vida entera y quizás ni siquiera eso me baste pero , como decían los personajes de Ana Karenina , «el placer no está en descubrir la verdad , sino en el esfuerzo en buscarla«.  Y misteriosas o no, creo que no hay nada que nos haga más bella la vida que la mujer.