MISTERIOS DE LA HISTORIA: PERCY HARRISON FAWCETT , EL MANUSCRITO 512 , LAS MINAS PERDIDAS DE MORIBECA Y LA CIUDAD Z(SEGUNDA PARTE)

En la primera parte de esta historia nos remontamos a los últimos años del siglo XV y los comienzos del siglo XVI para conocer como fue descubierta para los europeos las tierras que hoy conocemos con el nombre de Brasil, seguimos los pasos de las expediciones del navegante español  Vicente Yáñez Pinzón(1476-1514) que alcanzó las costas brasileñas en enero de 1500 y apenas tres meses después hacia lo propio el portugués Pedro Álvares Cabral(1460-1526) que reclamaría aquellas tierras para la Corona portuguesa en virtud de lo acordado en el Tratado de Tordesillas firmado en 1494 por Portugal y España para repartirse el mundo que estaban ampliando sus navegantes a través de sus descubrimientos.Conocimos también a Belchior Dias Moreira (1540-1619) , quién a finales del siglo XVI afirmaba haber hallado grandes minas de plata en el interior de aquellas nuevas tierras, aunque ante la negativa del rey Felipe III(1578-1621) de concederle el título nobiliario que tanto anhelaba nunca reveló donde se encontraban. Nacía el mito de las Minas Perdidas de Moribeca, un nombre que, como vimos, se debía al sobrenombre con el que los indígenas conocían bien a Belchior Dias o a su hijo Rubéiro Dias, ya que sobre ello no conocemos con exactitud la historia.
Muchos habían buscado estas minas , entre ellos los grupos de bandeirantes que se internaban en las selvas brasileñas en busca de oro e indígenas para convertirlos en esclavos. En una de estas expediciones que se prolongó durante diez años, entre 1743 y 1753, un grupo de dieciocho hombres recorrió una amplia región inexplorada de Brasil, dejando constancia de lo que en esa expedición ocurrió en un documento conocido como el Manuscrito 512 , en el que el anónimo cronista, su nombre quedaría borrado por la acción de los insectos en el manuscrito, relataba el descubrimiento de una ciudad perdida en la selva, con casas de varios pisos, templos, monumentales puertas de entrada a la ciudad , enigmáticas esculturas y una misteriosa escritura de significado desconocido. El informe quedaría en el olvido hasta que fue descubierto en 1839 y sacado a la luz por el Instituto Histórico y Geográfico de Brasil  que dos años después, en 1841, encargaría al canónigo Benigno José de Carvalho e Cunha (1789 – 1848) una expedición hacia la región de la Chapada Diamantina, situada en el actual estado brasileño de Bahía , una zona donde se encuentran importantes cumbres como el Pico do Barbado de 2033 metros o el Pico das Almas de 1958 metros, con un terreno salpicado de cataratas, arroyos, lagos y que parecía similar al descrito en el Manuscrito 512.

Mapa del Estado de Bahía donde podéis ver en el centro la Chapada Diamantina  y la ciudad de Itaberaba , la zona donde se creía que podrían hallarse las Minas perdidas de Moribeca y donde en el siglo XIX varias expediciones tratarían de encontrar la ciudad perdida a la que se refería el Manuscrito 512. En la parte inferior podéis ver a la altura donde está escrito Océano Atlántico el Monte Pascoal y Porto Seguro, el lugar donde en abril de 1500 desembarcó Pedro Álvares Cabral y tomó posesión de Brasil en nombre de la corona de Portugal (imagen procedente de http://www.losmejoresdestinos.com )
En el camino Benigno se detuvo a hablar con los campesinos que habitaban la región , quienes le contaron que la ciudad había sido destruida hace mucho tiempo por un terremoto y le relataron otras leyendas que la rodeaban , como la existencia de un dragón que la protegía y atacaba a los intrusos. También el propietario de una gran plantación le confirmó que había estado en la ciudad pero se negó a acompañarle hasta ella o que lo hiciera alguno de sus esclavos. En este punto de la expedición tanto Benigno como la mayoría de los veintidós hombres que formaban la expedición estaban enfermos de paludismo y ello ,unido a la falta de recursos financieros, obligaron a Benigno a dar por concluida la exploración regresando sin poder  aportar pruebas de la existencia real de la ciudad perdida . Este fracaso hizo caer el interés y el entusiasmo por descubrir la ciudad perdida e incluso se ponía en duda la veracidad del relato recogido en el Manuscrito 512. Unos años más tarde , a partir de 1865, la zona sería recorrida por el celebre explorador británico Richard Francis Burton(1821-1890) , uno de los grandes exploradores del siglo que también buscó las Fuentes del Nilo, y escribió un relato sobre su expedición titulado «Exploraciones de los Altiplanos de Brasil», donde incluyó una traducción al inglés del texto del Manuscrito 512.
Unos años después,entre 1879 y 1880, otro investigador brasileño, Teodoro Sampaio, recorrió de nuevo la región de la Chapada Diamantina y apoyó la hipótesis, cada vez más difundida entre los investigadores, de que no existía tal ciudad, sino que había sido una forma de describir  con un lenguaje poético las formaciones rocosas que pudieron contemplar los bandeirantes durante su exploración a mediados del siglo XVIII. Así lo explica en este fragmento de la obra que escribió sobre sus exploraciones en la región titulada «O Río de Sao Francisco e a Chapada Diamantina»  en el que podemos leer «No hay duda de que el autor de la Relación histórica… de 1753 tuvo ante sus ojos estos páramos… donde se escuchan estruendos y estampidos misteriosos y el cantar del gallo en los sitios oscuros donde nadie penetró jamás, y donde pervive la tradición de las célebres Minas de Plata de Robério Dias…». Pocos sostenían a estas alturas la veracidad del relato del Manuscrito 512, pero cuarenta años después del viaje de Teodoro Sampaio un nuevo explorador tomaría el testigo de los bandeirantes manteniendo la firme convicción de que sus palabras eran veraces y aquella ciudad no eran formas rocosas descritas con un lenguaje literario,sino auténticos edificios de una ciudad perdida. . Ese hombre es el protagonista principal de nuestro relato, Percy Harrison Fawcett.

Espectacular imagen de la región llamada Chapada Diamantina o Meseta Diamantina, que se extiende por 38.000 kilómetros cuadrados de la superficie del Estado de Bahía , lugar de nacimiento de una gran cantidad de ríos, que descienden en hermosas cascadas desde las montañas formando a sus pies increíbles piscinas de aguas transparentes. Un paisaje de gran belleza en cuyas curiosas formaciones rocosas quisieron ver muchos el origen de la ciudad perdida del Manuscrito 512, que no se habría referido a una ciudad auténtica, sino a aquellos colosos rocosos. Sin embargo, si leemos el texto del Manuscrito es difícil de aceptar esta explicación, pues en él se habla de puertas de tres arcos, de calles empedradas, de templos y edificios de varios pisos, de enigmáticas esculturas, de signos y letras de un lenguaje desconocido. No parece que esas descripciones sean una representación poética de un accidente geográfico (imagen procedente de http://www.toursbahia.com.br )
Hora es ya que conozcamos un poco a nuestro explorador, donde guiaré mis pasos con el relato de su vida recogido en el libro del periodista y escritor español Lorenzo Fernández Bueno titulado «La maldición de los exploradores». Percy Harrison Fawcett nacía el 18 de agosto de 1867 en un pequeño pueblo costero del sur de Inglaterra llamado Torquay, perteneciente al condado de Devon y que durante el siglo XIX fue conocido como la Riviera Inglesa por su clima más benigno y templado que el del resto de la costa inglesa. La familia gozaba de una posición acomodada. Su padre, Edward Boyd Fawcett había nacido en la llamada Joya de la Corona del Imperio Británico, la India, y siguió la carrera militar . Se casó con Myra Elizabeth MacDougall con la que tendría en 1866 al hermano mayor de Percy, Edward Douglas Fawcett(1866-1960) y un año después, como ya hemos visto, a Percy.  El padre de Percy era un amante de la aventura y formaba parte de la prestigiosa Royal Geographic Society. Desde pequeño Percy estaba acostumbrado a escuchar los relatos que su padre hacía de sus aventuras , despertando en el futuro explorador los deseos de viajar y conocer aquellas tierras lejanas ¿que niño no lo haría al escuchar un relato de aventuras?
Aunque la infancia y adolescencia de Percy fue acomodada y no tuvo ninguna carencia material si la tuvo afectiva, ya que sus padres no eran demasiado cariñosos y mantenían una actitud fría y distante hacia sus hijos, así lo relataría años después Percy «Quizá haya sido para mejor el que mi infancia en Torquay se haya deslizado huérfana de cariño materno y paterno, porque esta circunstancia me hizo más circunspecto , aunque pasé espléndidos ratos con mi hermano mayor y mis hermanas». Sobre su hermano mayor, Edward Douglas Fawcett , hay que decir que con el tiempo se convertiría en autor de éxito de  novelas de aventuras, además de destacado alpinista y aficionado al ocultismo oriental. Como vemos era una familia con  inquietudes intelectuales y también aventurera.  Percy también nos cuenta como inició sus estudios en la Newton Abbot para luego emprender una carrera militar obedeciendo los deseos de su padre «Hubo también años escolares en Newton Abbot que en nada alteraron la visión que me había formado sobre el mundo. Vinieron después los años de cadete en Woolwich , y en 1886, cuando tenía diecinueve años, fui destinado a la Artillería Real, pasando mis primeros años de juventud en la guarnición de Trincomalee, Ceilán(la actual Sri Lanka para los lectores más jóvenes que siempre la han conocido con este nombre)«

Fotografía de un joven Percy Harrison Fawcett a los 19 años de edad, cuando servía como artillero real en  la guarnición de Trincomalee , en la isla de Ceilán. Fue entonces cuando de verdad nació su pasión por la arqueología y la historia. Lorenzo Fernández Bueno en su «La maldición de los exploradores» recoge a su vez un episodio de su vida en esos años en Ceilán de la obra «Las ciudades perdidas de Lemuria» del escritor norteamericani David Hatcher(1957) , cuando después de pasar una noche refugiado debajo de unos árboles para guarecerse de la lluvia que le había sorprendido en un paseo por el campo «se encontró cerca de una roca inmensa que estaba cubierta de extrañas inscripciones» Por supuesto Fawcett las copió  y se las mostró a un sacerdote budista que le dijo que «se parecía a la que utilizaban los antiguos budistas asokas y que estaba en clave, una clave que sólo aquellos antiguos sacerdotes podían entender». Años después, ya en Sudamérica, Percy relacionaría aquellos símbolos con los que aparecían en el Manuscrito 512 copiados de los muros de la ciudad perdida «Creía que las letras que había visto en la antigua roca de Ceilán procedían de un antiguo alfabeto sanzar, que para el propio Fawcett estaba íntimamente relacionadas con las ciudades perdidas  que tiempo después buscaría en las profundidades del Mato Grosso brasileño» Percy encontraba siempre conexiones con lo que se convertiría en su gran sueño, hallar la ciudad perdida a la que él llamo Ciudad Z (imagen procedente de http://www.newyorker.com ) 
Sería en Ceilán donde conocería a su futura esposa, Nina Agnes Paterson con la que se casaría en 1901 y con la que tendría tres hijos,  al mismo tiempo que entraba en contacto con la cultura oriental , el budismo y las ruinas arqueológicas de la isla, que iba a visitar con frecuencia, tomando notas de las inscripciones y dibujos que observa en ellas y que despertaban su admiración e interés por los misterios de la antigüedad. Permanece en Ceilán hasta que entra a trabajar para la Inteligencia Militar británica que le envía a diferentes misiones en el norte de África y también en Malta  , realizando también tareas como topógrafo. Al igual que su padre , Fawcett pertenecía a la Royal Geographical Society, y será esta institución la que lo envíe a América del Sur respondiendo a una llamada del gobierno boliviano que necesitaba que su frontera con Brasil quedara  bien delimitada en una época de inestabilidad política en toda  la región. Era la primera vez que Percy viajaba hasta el continente americano y el inicio de una relación de amor hacia aquellas tierras que se prolongaría hasta su desaparición. Durante los años siguientes recorre Brasil, Paraguay y Perú, cartografiando el terreno y viviendo aventuras como aquella en la que afirmaba haber dado muerte a una gigantesca anaconda de más de 19 metros,por lo que fue ridiculizado por la prensa .
Durante estos años forja una gran amistad con el escritor Henry Rider Haggard (1856-1925), celebre autor de novelas de aventuras como «Las minas del rey Salomón», y del no menos conocido escritor Arthur Conan Doyle (1859-1930), creador del personaje de Sherlock Holmes y que se inspiró en las exploraciones de su amigo Fawcett para escribir una de sus obras más conocidas «El mundo perdido». Una de las expediciones más importantes de Fawcett fue la que emprendió en 1910 en busca del nacimiento del río Heath, un afluente del río Madre de Dios que ,a su vez, dibuja la frontera entre Bolivia y Perú . Su nombre , Heath, se lo debía al explorador Edward Heath que había estado en aquella zona en 1880, y ahora era Fawcett quién seguía sus pasos. Durante su exploración llegó a la meseta de Caparú , entre Brasil y Bolivia, una zona de excepcional belleza y diversidad biológica que asombró a Fawcett que describía  con estas palabras aquel hermoso  lugar «Ante nosotros se levantaban las colinas Ricardo Franco, de cumbres lisas y misteriosas, y con sus flancos cortados por profundas quebradas. Ni el tiempo ni el pie del hombre habían desgastado esas cumbres. Estaban allí como un mundo perdido, pobladas de selvas hasta sus  cimas , y la imaginación podía concebir allí los últimos vestigios de una era desaparecida hacia ya mucho tiempo. Aislados de las luchas y las cambiantes condiciones , los monstruos de la aurora de la existencia humana aún podían habitar esas alturas invariables, aprisionados y protegidos por  precipicios inaccesibles»

Fotografía de la Meseta de Caparú, donde se encuentra el Parque Nacional Noel Kempf, en territorio boliviano y fronterizo con Brasil, una tierra donde se encuentran diferentes paisajes desde el bosque seco subtropical a la sabana o a los bosques húmedos caraterísticos de las tierras altas. con una superficie de más de 15.000  kilómetros cuadrados y alturas que superan los 980 metros fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1991 y no es de extrañar que la descripción que hizo Percy Fawcett de sus espectaculares paisajes  sirvieran como fuente de inspiración para la obra «El mundo perdido» de su amigo Arthur Conan Doyle  (imagen procedente de http://www.panoramio.com )


Leyendo esta fascinante descripción de la Meseta de Caparú no es de extrañar que Conan Doyle imaginara un mundo perdido habitado por criaturas prehistóricas, por grandes dinosaurios que habitaban un lugar oculto por las montañas y donde el tiempo se había detenido. Esta región se halla en la actualidad formando parte del Parque Nacional Noel Kempf , en el departamento boliviano de Santa Cruz, fronterizo con el Mato Grosso brasileño,y llamado así en honor del naturalista boliviano Noel Kempf (1921-1986), asesinado por narcotraficantes en 1986 en las mismas tierras que hoy ocupa el Parque que lleva su nombre. Pero regresemos con Percy  que  en 1914 abandona sus exploraciones por el continente sudamericano para presentarse como voluntario para combatir en el ejército británico durante la Primera Guerra Mundial, aunque por su edad ya no tenía obligación de acudir al frente. Se le pondría al mando de una brigada de artillería y permaneció en el ejército hasta el final de  la confrontación en 1918. Por fin podía regresar a su auténtica pasión, la exploración. Será ahora cuando, investigando en los archivos , redescubra el Manuscrito 512 que, una vez más , había caído en el olvido.

File:Cataratas Arcoiris Bolivia.png
Fotografía de la Cascada Arco Iris con una caída de más de ochenta metros, una de las bellas cascadas del Parque Nacional Noel  Kempf, que también alberga una cascada que lleva el nombre de Cascada Fawcett en honor de su descubridor, el protagonista de nuestro relato, Percy Harrison Fawcett que estuvo aquí en en 1910. Es fácil sentir la emoción de hallarse solo en estos paisajes y la necesidad de ir un poco más lejos, el veneno de la aventura (imagen procedente de http://upload.wikipedia.org )   
Así nos cuenta Fawcett el hallazgo del documento que durante las últimas cuatro décadas fue arrinconado después de los fracasos de las expediciones del siglo XIX en busca de la ciudad perdida que describía el manuscrito y con el convencimiento de los arqueólogos e historiadores de que el relato no hacia referencia a una ciudad real aunque Fawcett, como veremos , no compartía esa hipótesis «Yo mismo di con ese documento que aún se encuentra en Río. La historia comienza en 1743, cuando un nativo de Minas Gerais , cuyo nombre no se ha conservado , decidió buscar las minas de Moribeca. Francisco Raposo-tengo que identificarlo con algún nombre- partió con sus intrépidos compañeros, 18 colosos, quizá éste fue el secreto de su supervivencia; existe un informe de una Bandeira de 1.400 hombres de los cuales ninguno regresó» Fawcett no dudaba que el contenido del Manuscrito 512, cuyo texto podéis encontrar en la primera parte de este artículo, era verídico y hacía referencia a una ciudad perdida de la que también había un testimonio más moderno, la del cónsul británico en Río de Janeiro,el  coronel O´Sullivan Beare. Fawcett decidió poner un nombre al líder anónimo de la expedición de los bandeirantes, llamándole Francisco Raposo y a la ciudad la denominaría como Z
Así relata Fawcett la aventura del coronel O´Sullivan y su encuentro con una ciudad perdida que, según Fawcett, no era la misma del Manuscrito 512 y demostraba que había más de una ciudad cuyos restos se hallaban ocultos en la selva «El difunto cónsul británico en Río fue llevado a un lugar semejante en 1913 por un indio mestizo, pero se trataba de una ciudad mucho mas accesible, en un terreno no montañoso y completamente hundido en la selva; también se distinguía por los restos de una estatua colocada en un gran pedestal negro en el centro de una plaza. Por desgracia, un chaparrón ahuyentó a su animal de carga y tuvieron que regresar inmediatamente para evitar la muerte por hambre» Y a continuación Fawcett expresa su convicción de que estas ciudades perdidas son los vestigios de una antigua civilización cuyo recuerdo ha quedado vivo en las leyendas indígenas «Hay otras ciudades perdidas además de estas dos, y existe otro remanente de una vieja civilización; su pueblo ha degenerado ahora, pero aún conserva vestigios de un pasado olvidado, en momias, pergaminos y láminas de metal cinceladas; es un lugar como el que describe la historia , pero algo menos estropeado por terremotos y muy difícil de encontrar»

Fotografía de Fawcett cuando estaba cartografiando las fronteras de Brasil, Bolivia, Perú y Paraguay, cumpliendo una misión que le encargó la Royal Geographical Society quién , a su vez, respondía a la petición que había hecho Bolivia para que una institución neutral determinara como tenían que trazarse las fronteras que habían causado conflictos entre estas naciones vecinas. Percy Fawcett albergaba grandes esperanzas sobre las jóvenes naciones americanas y escribió «Estos mismos países están ahora en pleno vigor de la juventud y comienzan a ocupar su verdadero puesto en el mundo; los juguetes de la infancia y las pedanterías de la adolescencia han sido ya dejados de lado para siempre , y sus pueblos, una sola raza aunque separados por fronteras políticas, adquirirán , inevitablemente , conciencia de unidad. La grandeza que les espera está sólo un poco más allá del horizonte,si no se  encuentra ya ante nuestra vista» La verdad es que el tiempo llevaría la contraria a Percy sobre esta unidad , pues estas naciones atravesarían aún épocas muy difíciles (imagen procedente de http://www.elece.net )   
Por esta época su amigo  Henry Rider Haggard le hizo el regalo de una pequeña estatuilla hecha en basalto y de 25 centímetros de alto cuyo origen era desconocido y  de la que Percy decía que «cuando alguien la sostiene en sus manos es como si una corriente eléctrica le subiera a uno por el brazo» y para averiguar más sobre aquella estatuilla de la que tenía la convicción que estaba relacionada con la ciudad perdida, aunque no alcanzo a ver el motivo de la relación que hizo entre una estatuilla que podía ser de cualquier sitio y la ciudad, acudió a un psicometrista. La psicometría es una práctica adivinatoria que consiste en obtener información sobre una persona o un lugar tocando un objeto perteneciente a ese sitio o persona . Percy  ya sabe que eso «pueda provocar mucha burla por parte de algunas gentes» y a continuación nos cuenta lo que el psicometrista vio al tocar la estatuilla «Veo un continente grande de forma irregular, desde el norte de África  a Sudamérica. La vegetación es prolífica. Veo ciudades y signos que revelan avanzada civilización. Me parece que me transportan al lado occidental del país. Procesiones de seres que parecen sacerdotes entran y salen de templos, y un alto jefe usa una placa en el pecho semejante a la que tengo en mis manos. Sobre el altar veo a un gran ojo por parte de los sacerdotes».
A continuación el psicometrista contempla la posible causa de la destrucción de aquella civilización «Entonces veo volcanes en violenta erupción, el mar se levanta como un huracán , la mayoría de los habitantes han sido aniquilados. El sacerdote al que se le dio esta efigie huye a las colinas . La voz dice «La sentencia de Atlanta será el destino de los que pretendan alcanzar poder divino» y añade para terminar «No puedo obtener la fecha exacta de la catástrofe , pero fue muy anterior al esplendor de Egipto y ya ha sido olvidada , excepto en los mitos» Después de escuchar esta visión, Fawcett estaba convencido de que se encontraba ante los restos de la legendaria civilización atlante. Aquí quiero hacer un inciso, porque es posible que al mencionar la Atlántida se considere a Fawcett otro ingenuo crédulo y visionario, pero aunque personalmente no comparto su convicción de que se hallaba frente a los restos de la civilización perdida de la Atlántida , ni tampoco la validez de la información proporcionada por el psicometrista, no hay que despreciar aquello que nos es desconocido sólo porque no cumple con la ortodoxia , pues algunos grandes innovadores y descubridores de nuestra historia lo fueron rompiendo la ortodoxia aceptada por todos. Ante lo improbable pero no imposible yo prefiero no descalificar sus ideas ni tampoco aceptarlas como  verdaderas, pues desprenderse de los prejuicios a favor y en contra es la única forma de seguir avanzando en las investigaciones.

Fotografía de la fortaleza ceremonial inca de Sacsayhuamán, que significa «Lugar donde se sacia el halcón» en la lengua aymara, situada apenas a dos kilómetros de la ciudad de Cuzco. Como se puede comprobar en la fotografía los bloques de piedra que lo componen no sólo son de gran tamaño y peso , sino que están encajados perfectamente, lo que llevó a Fawcett a especular con que sus constructores , al igual que los de otras construcciones del pasado como Tiahuanaco fueron construidos por una civilización antigua  tal y como contaban las leyendas de las tribus indígenas, que hablaban de hombres blancos y barbudos que las erigieron mucho antes de la llegada de los incas   (imagen procedente de http://www.cuscomaster.galeon.com )
Fawcett escribió sobre las conexiones con un mundo más antiguo que el reconocido por la arqueología oficial , la existencia de otras civilizaciones olvidadas en un pasado remoto y que sobrevivían en los relatos míticos de las tribus indias , como los referentes a las ruinas de Tiahuanaco «Tiahuanaco -nos cuenta Fawcett- fue construida como Sacsahuamán y gran parte del Cuzco por una raza que manipulaba rocas ciclópeas y que las esculpía para ajustar tan perfectamente que es imposible introducir una hoja de un cuchillo entre sus junturas. Contemplando estas ruinas no es difícil creer en la tradición que relata que fueron levantadas por gigantes. Los nativos atribuían la construcción de Tiahuanaco a hombres blancos barbudos que vinieron  mucho antes del Imperio Inca. En esa época ocurrieron las migraciones por el norte y la Polinesia. Heredaron fortalezas de una raza anterior y oí decir que unían las piedras por medio de un líquido que suavizaba las superficies hasta que tenían la consistencia de arcilla» Creo que era importante  conocer lo que pensaba el explorador sobre estos temas, pues la heterodoxia de sus argumentos nos permite entender mejor su certeza sobre la veracidad del relato del Manuscrito 512 y su convicción acerca de la existencia de la Ciudad Z
En 1921 emprendía un nuevo viaje de exploración en el estado de Bahía, en la región de la que ya hemos hablado antes, la  Chapada Diamantina, la región donde algunos habían buscado las Minas perdidas de Moribeca . En el transcurso de este viaje  Percy reune más datos sobre las ciudades perdidas en la selva «No dudo en ningún momento de la existencia de las ciudades. Yo mismo he visto parte de una de ellas , y lo que allí observé ha hecho imperativo mi regreso. Los restos parecen ser como los puestos de avanzada de una ciudad grande . Estoy convencido de que podré descubrirlas» y añade «los indígenas me han hablado de lo que se encuentra más allá» Si, estaba dispuesto a volver pero antes necesitaba conseguir la financiación para la que esperaba que fuera la expedición definitiva que le permitiría hallar la Ciudad Z  y finalmente lo encontró en la Royal Geographical Society y en el grupo editorial North American Newspaper Alliance que estaba dispuesto a correr con parte de los gastos a cambio de que les escribiera regularmente artículos sobre la marcha de la expedición. Durante sus anteriores viajes había obtenido suficientes indicios y pruebas para centrar su exploración en la región de la Serra do Roncador, en el estado brasileño de Mato Grosso, una formación montañosa de ,más de mil kilómetros de extensión que separa los cursos de los ríos Xingú, afluente del Amazonas, y Araguaia, afluente de otro río que a su vez es afluente del Amazonas, una región practicamente inexplorada cubierta de masas forestales y montañas.

Fotografía de Percy Fawcett estrechando la mano de uno de los guías que les había acompañado al inicio de la expedición de 1925, mientras que al fondo vemos al amigo de su hijo, Rimmell Raleigh . En una ocasión el administrador de una de las factorías de recolección de caucho le contó como habían atacado a su hermano  «unos indios blancos. De improviso, él y sus hombres fueron  atacados por salvajes, completamente blancos, apuestos , de pelo rojo y ojos azules, que luchaban como demonios y cuando mi hermano mató a uno de ellos, los demás recobraron el cadáver y huyeron con él. La gente dice que no existen tales indios , que son mestizos. Pero quienes los han visto piensan de manera diferente « Por supuesto, hombres blancos de pelo rojizo estaban del todo fuera de lugar en aquella región, ¿quienes eran? Para Percy eran descendientes de los antiguos habitantes de la Ciudad Z (imagen procedente de http://www.telegraph.co.uk ) 
La expedición formada por él mismo y su hijo Jack Fawcett(1903) y un amigo de éste, Raleigh Rimmell, partía en enero de 1925 de Nueva York rumbo a Río de Janeiro donde harían la última parada antes de adentrarse en la selva . Es difícil saber el motivo por el que Percy Fawcett decidió llevar consigo a dos jóvenes inexpertos, aunque tal vez fuera porque eran jóvenes y fuertes y además entre ellos eran muy amigos, lo que evitaría problemas durante el viaje. Tampoco quiso llevar a más gente en la expedición porque prefería pasar lo más desapercibido posible al atravesar el territorio de las diferentes tribus indígenas que hallarían por el camino . Antes de emprender el camino escribe a su hijo Brian Fawcett (1906-1984) estas  palabras que ya recogí en la primera parte del relato donde la emoción y la incertidumbre de la aventura que iban a emprender parece latir en cada palabra «Desapareceremos de la civilización hasta el año próximo , sitúanos con la imaginación a más de mil millas oriente de ti, en selvas jamás holladas por el hombre» Así comienza la expedición  y el 14 de abril escribe uno de sus artículos que aprovechaba a enviar cuando pasaban por algún lugar habitado .

No he encontrado demasiados mapas con las rutas de las expediciones de Fawcett, por eso os incluyo este que ya se que no es demasiado claro pero ayuda a situar las expediciones más importantes de Fawcett incluida la última de 1925 . Como publicaría un periódico, el Atlantis Constitution, poco antes de comenzar la expedición » se trata quizá de la aventura más arriesgada y, sin duda, la más espectacular de su clase jamás emprendida por un científico de renombre con el respaldo de cuerpos científicos conservadores» entre los que se encontraba la prestigiosa Royal Geographical Society de la que Fawcett era miembro como también lo había sido su padre (imagen procedente de http://www.lastdaysoftheincas.com )

 

En este artículo comienza por detallar como se encuentran «Los tres nos sentimos bien, tenemos dos perros bravos, Pastor y Chulim, dos caballos y ocho mulas.»  y cuenta como ha estado con un amigo suyo, ranchero, que le ha contado que trajo a Cuyaba a un indio de una tribu remota y para impresionarlo lo llevó a recorrer las iglesias del pueblo. «Esto no es nada -replicó el indio- . Cerca del sitio donde yo vivo , pero a cierta distancia de viaje, hay construcciones más grandes y elevadas que éstas, con grandes puertas y ventanas  y un gran pilar que sostiene un enorme cristal  cuya luz ilumina y hace parpadear los ojos» Los sucesivos pueblos indígenas que encuentran en su camino les dan referencias sobre la existencia  de ruinas ocultas en la selva . Cada vez se adentran más en la selva  y en la siguiente comunicación  de Fawcett, con fecha del 20 de mayo, expresa su inquietud por la salud del amigo de su hijo,Raleigh,  muy afectado por las picaduras de las garrapatas en las piernas «Jack lo soporta doto bien, Raleigh me tiene preocupado, no sé si podrá soportar la parte más difícil del viaje, porque tiene la pierna ulcerada  e hinchada por las garrapatas» y concluía «Espero llegar en agosto al objetivo oficial. En todo caso, nuestra suerte está en manos de los dioses»

Fotografía de Jack Fawcett, el hijo de Percy, y su gran amigo Rimmell Raleigh , tomada durante la expedición de 1925 . Poco después , tras el mensaje del 29 de mayo de 1925, no se volvería a tener noticias de ellos aunque según la tribu kalapalo, que fueron los últimos en verles, se hallaban muy debilitados, probablemente por las fiebres palúdicas. Sin embargo, otros acusaron a los indios de haberlos dado muerte mientras que otras versiones afirmaban que Percy había encontrado la ciudad y no quiso regresar y otros señalaban a los indígenas como los culpables de la muerte de los tres exploradores. (imagen procedente de http://blogs.forteana.org )
Nueve días después, el 29 de mayo , Fawcett escribe a su hijo Barran «Jack está en buenas condiciones pese a que sufre por las picaduras de insectos. Yo mismo estoy mordido por las garrapatas. Pero siento ansiedad por Raleigh. Aún tiene una pierna vendada ,pero no quiere regresar. Hasta ahora tenemos abundancia de alimentos y no necesitamos caminar , pero no estoy seguro de cuánto durará esta situación» y confiesa sentir cierta debilidad «Siento que no voy a soportar este viaje mejor que Jack o Raleigh, pero tengo que hacerlo.» Y concluye su carta con estas  palabras «No temas que fracasemos. Ya sea que pasemos y que volvamos a salir de la selva, o que dejemos nuestros huesos para pudrirse en ella, una cosa es indudable : la respuesta al enigma de la antigua Sudamérica  será encontrada  cuando haya sido descubiertas las antiguas ciudades y queden abiertas a la investigación científica. Porque las ciudades, existen, de esto estoy seguro» Esta fue la última vez que se tuvo noticias de la suerte de Percy Harrison Fawcett, Jack Fawcett y Raleigh Rimmell. 

BREVE VÍDEO CON UN RESUMEN DE LA VIDA DE PERCY HARRISON FAWCETT

Hay un buen documental del Canal Historia sobre la vida de Percy Fawcett pero está en portugués por lo que no puedo incluirlo , pero si alguno tiene interés lo puede encontrar en este enlace http://www.youtube.com/watch?v=n6g2Ij0lKwo

Cuando se les dio por perdidos muchos especularon con que habrían sido víctimas de algunas de las tribus indias por cuyos territorios habían transitado, pero otros afirmaban que lo más posible es que hubieran sido vencidos por alguna enfermedad, pues ya en la última carta Fawcett hablaba de la debilidad que sentían. Durante las décadas siguientes se organizarían diferentes expediciones para tratar de averiguar cual había sido el destino final de la expedición, entre las que destaca la expedición dirigida en 1951 por Orlando Villas-Boas (1914-2002) que se entrevistó con miembros de la tribu kalapalo que fueron los últimos en ver a los expedicionarios. Según contaba Orlando, los indígenas le dijeron que Fawcett no llevaba regalos para la tribu como era costumbre cuando un extranjero atravesaba su territorio y la tribu decidió acabar con sus vidas. Entregaron a Orlando unos huesos afirmando que correspondían a Fawcett , pues a su hijo Jack y a Raleigh los habían arrojado al río,  que Orlando hizo analizar y según él mismo afirmaba el análisis confirmaba que eran de Fawcett, aunque otro análisis posterior demostró lo contrario.

 Fotografía de Orlando Villas Boas, que dedicó gran parte de su vida a luchar por la defensa de los derechos  de las tribus indígenas, junto a los supuestos huesos de Percy Fawcett en 1951, aunque un análisis posterior parecía desmentir lo que los indios kalapalo habían contado a Orlando, que fueron ellos los que le mataron después de ver que no habían traído regalos a la tribu y viéndoles muy débiles por las fiebres. Años después, en 2005 , la tribu kalapalo contaría una versión muy diferente al autor de «La ciudad perdida de Z», David Grann. ¿Qué les sucedió? Al igual que la existencia o no de la ciudad Z , continua siendo un misterio sin resolver (imagen procedente de http://www.fawcettadventure.com )
Con el enigma sin resolver en 1998 un equipo de la BBC encabezado por el explorador Benedict Allen buscó a los Kalapalo y en esta ocasión desmintieron que ellos hubieran dado muerte a Fawcett y sus compañeros y en 2005 el escritor David Grann(1967) visitaría de nuevo a la tribu Kalapalo y recuperó la tradición oral que se habían transmitido los kalapalo sobre los primeros blancos que habían visto en su vida. Según este relato, los kalapalo habrían avisado a Fawcett y sus compañeros de que no siguieran el camino hacia el interior de la selva, pues se encontrarían con tribus más violentas y agresivas que les darían muerte, pero Fawcett no hizo caso de las advertencias y se alejó del campamento. Durante seis días los kalapalo siguieron viendo el humo de la hoguera del campamento de Fawcett hasta que el séptimo día  ya no se volvió a ver. Los kalapalo afirmaban que aquellas tribus más agresivas les habrían dado muerte. Cuatro años después Grann escribiría un libro que ha dado a conocer a muchos la historia de Fawcett, titulado «La ciudad perdida de Z». Han transcurrido casi noventa años desde su desaparición y seguimos sin conocer el destino de Percy Harrison Fawcett y sus dos acompañantes, ni tampoco si los relatos de una ciudad perdida son ciertos o no. No se si Fawcett logró hallar lo que buscaba pero de lo que estoy seguro es que vivió como deseaba vivir. Como dijera otro explorador, Mitchell Hedges «La vida que es vivida sin entusiasmo y aventura no es una vida completa» y Fawcett la vivió con entusiasmo y aventura. Y tal vez, en algún rincón umbrío, oculto por la selva, una ciudad perdida sigue esperando a su descubridor.¿Quién dijo que ya no quedan aventuras que vivir en nuestro mundo?

Percy Fawcett había pedido a su hijo Brian que, en caso de no regresar de la expedición, que «no deseo que organicen partidas de salvamento; si yo con mi experiencia fracaso , no queda esperanza de triunfo para otros». Sin embargo si fueron expediciones en su búsqueda pero tanto de Percy , su hijo Jack y el amigo de este , Rimmell Raleigh, como de la ciudad perdida no se ha encontrado pista ni rastro alguno. Encontró su destino como quería, a través de la aventura, de la exploración., Creo que no se puede pedir más a una vida que perderla haciendo aquello que amas (imagen procedente de http://www.facebook.com )

MISTERIOS DE LA HISTORIA: PERCY HARRISON FAWCETT , EL MANUSCRITO 512 , LAS MINAS PERDIDAS DE MORIBECA Y LA CIUDAD Z(PRIMERA PARTE)

Estuve dudando si incluir esta historia dentro de la serie dedicada a los grandes exploradores, pues sin duda Percy Harrison Fawcett(1867-fecha desconocida) fue uno de los grandes aventureros de las primeras décadas del siglo XX, o dentro de la serie de misterios de la historia, y finalmente me decidí por incluirlo dentro de esta última ya que son muchos los elementos enigmáticos que rodean la aventura de Fawcett y su búsqueda de una ciudad legendaria a la que él llamaba Z y que había sido inspirada  por un no menos enigmático documento portugués conocido con el nombre de Manuscrito 512. Si el Diccionario de la Lengua Española define la aventura como «Empresa de resultado incierto o que presenta riesgos» ambos requisitos los cumplía con creces la expedición que iba a emprender Fawcett en 1925 en compañía de su  hijo y un amigo de éste en busca de un mito del que no tenía certeza de su existencia real y que le llevaba a un territorio selvático hasta entonces inexplorado y habitado por tribus indígenas que no habían tenido contacto con el hombre blanco. Un viaje a lo desconocido , de resultado incierto y de peligros impredecibles, en definitiva, una aventura que el propio Fawcett describía con estas palabras en una carta a su hijo pequeño «Desapareceremos de la civilización, sitúanos con la imaginación a más de mil millas al oriente de ti, en selvas jamás holladas por el hombre».
Pero para conocer esta aventura, como ya imaginarán los lectores habituales del Mentidero,  tendremos que viajar al pasado y nuestra primera parada será en el Brasil del siglo XIX. El siete de septiembre de 1822  Brasil había declarado su independencia de Portugal y nacía el Imperio del Brasil con Pedro I de Brasil y IV de Portugal(1798-1834) como primer monarca y sucedido a su muerte en 1834 por su hijo Pedro II (1825-1891), estableciendo la capital del nuevo estado en la ciudad de Río de Janeiro. Sería en esta ciudad donde en 1839 el naturalista Manuel Ferreira Lagos(hacia 1816-1871) ,que años después impulsaría la creación de la Comisión Científica de Exploración para organizar expediciones al interior del país en detrimento de las expediciones foráneas que calificaba de «viajeros extranjeros de mala fe o frívolos» , descubriría en la Biblioteca Pública de la corte, antecedente de la Biblioteca Nacional de Brasil, un antiguo manuscrito, muy dañado por el paso del tiempo y la labor destructiva de los insectos. Lagos lo entregó para su estudio al Instituto Histórico y Geográfico de Brasil que había sido creado apenas un año antes para promover la investigación y la conservación de aquellos lugares de especial relevancia histórica o cultural y también para la exploración de los territorios aún desconocidos de Brasil .

Una de las páginas de Manuscrito 512 donde se puede apreciar las manchas de humedad y el mal estado de conservación en el que se encontraba después de décadas de abandono en la Biblioteca de la corte hasta que fue rescatado de allí por Manuel Ferreira Lagos. En su interior se hallaba el relato de un viaje de exploración realizado durante diez años por el interior de Brasil por un grupo de dieciocho hombres que integraban una bandeira, nombre que se daba a grupos de hombres armados que tanto realizaban incursiones en territorios controlados por los españoles como se adentraban en zonas inexploradas del Brasil capturando indígenas que luego vendían como esclavos a los grandes propietarios de plantaciones. Para los españoles eran bandidos, para los portugueses hombres que extendieron las fronteras de la América portuguesa. El cronista del Manuscrito 512, llamado así por la referencia con la que se hallaba archivado, es anónimo pero dota a su relato de un lenguaje vivo y brillante al tiempo que transmite un aliento de misterio y enigma que personalmente me recuerda al H.P.Lovercraft y sus narraciones de ciudades míticas de «Los mitos de Cthulhu»   
Como toda nación que acaba de nacer,  el gobierno brasileño quería fortalecer la unidad nacional  y una de las formas para conseguirlo ha sido siempre buscar en el pasado símbolos que sirvan para impulsar la cohesión del territorio alrededor de mitos nacionales, como la existencia de culturas que habitaran aquellas tierras en tiempos anteriores a la colonización portuguesa. Y aquí el documento hallado por Manuel Ferreira Lagos iba a jugar un papel relevante , sobre todo cuando el contenido del manuscrito fue traducido por el religioso, poeta e historiador Januário da Cunha Barbosa(1780-1846) y publicado en su integridad por la revista del Instituto Histórico y Geográfico. En el texto de este manuscrito, que a partir de 1881 sería conocido con el nombre de Manuscrito 512 por su número de referencia con el que había sido archivado y con el que aparece registrado en  el Catálogo de la Exposición de la Historia de Brasil de ese año, se relataba las vicisitudes de una expedición portuguesa que se internó en el interior de Brasil durante una década, entre 1743 y 1753, en busca de las legendarias Minas perdidas de Moribeca, un mito que recuerda mucho a la leyenda del reino de El Dorado al que tantos  conquistadores españoles habían sacrificado tiempo, dinero e incluso su propia vida en el afán de hallar aquel reino de oro.
El origen de la leyenda de las Minas Perdidas de Moribeca se remontaba al siglo XVI, en la época de la conquista del territorio del actual Brasil. Recordemos que en marzo de 1500 el navegante portugués Pedro Alvares Cabral(1460-1526) había zarpado de Lisboa trece navíos  cuyo destino era alcanzar la India siguiendo la ruta que había abierto Vasco de Gama (hacia 1460-1524) que en 1498, después de rodear África había alcanzado las costas del subcontinente indio a la altura de la ciudad de Calicut , abriendo así una nueva ruta que comunicaba Europa con la India. Pero a la altura del archipiélago de Cabo Verde, frente a las costas de la actual Senegal, Pedro Alvares Cabral decidió cambiar el rumbo , desviándose más hacia el oeste para evitar una zona de calmas en el Golfo de Guinea, pero la corriente ecuatorial del sur atrapó a las naves llevándolas hasta las costas brasileña, que habían sido descubiertas apenas tres meses antes de la llegada de Cabral por el navegante español Vicente Yáñez Pinzón(1462-1514), uno de los compañeros de Cristóbal Colón(hacia 1452-1506) en el viaje de 1492  que significaría el descubrimiento del nuevo continente.

En este mapa se pueden observar las rutas seguidas por los principales navegantes de finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI, desde la ruta seguida por Cristóbal Colón en 1492 que le llevaría hasta el Caribe  hasta la del navegante portugués Vasco de Gama que rodeo el continente africano, dobló el cabo de Buena Esperanza y prosiguió hasta el subcontinente Indio, abriendo una nueva ruta marina entre Europa y Asia que permitiría traer desde allí las codiciadas especias que antes sólo podían transportarse a través de las rutas terrestres que atravesaban gran parte de Asia hasta alcanzar el Mediterraneo, como la celebre Ruta del Incienso. Vemos marcadas con dos lineas verticales los límites establecidos por el Tratado de Tordesillas de 1494 , correspondiendo a Portugal lo que se hallaba en el interior , es decir el Continente Africano, India, el sureste asiático y el territorio de lo que luego sería Brasil y donde llegaría Pedro Álvares Cabral en 1500 , aparentemente de forma accidental , aunque sobre ello hay un debate abierto entre los historiadores pues algunos creen que Portugal ya conocía la situación de estas tierras y Cabral no habría sido el primero en llegar a ellas (imagen procedente de http://www.pais-global.com.ar )

Aunque sea desviarnos momentaneamente del tema de nuestra historia , creo que es interesante recoger  el relato sobre la expedición de Vicente Yáñez Pinzón que le llevaría a ser el primer europeo en poner su pie en la futura Brasil . El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés(1478-1557) nos describe en su «Historia Natural y General de las Indias» el recorrido de la expedición de Pinzón, muy parecido al que de forma accidental seguiría después Alvares Cabral, «tomado el camino de las Canarias y de allí a las de Cabo Verde, y salido de la de Santiago, que es una dellas, a 13 días de enero de 1500 años, tomaron la vía del Austro y después al Levante, y andadas, según dijeron, 700 leguas, perdieron el Norte y pasaron la línea equinoccial. Pasados della, tuvieron una terribilísima tormenta que pensaron perecer; anduvieron por aquella vía del Oriente o Levante otras 240 leguas».  Una vez atravesada la línea equinoccial , otro cronista, el italiano Pedro Mártir de Anglería(1457-1526), nos cuenta que «el 26 de enero vieron tierra desde lejos, y observando la turbiedad del agua del mar, echaron la sonda y hallaron una profundidad de 16 codos, que vulgarmente llaman brazadas. Acercáronse y desembarcaron y, habiendo permanecido allí dos días, pues no encontraron en ese tiempo hombre alguno por más que vieron huellas suyas en la playa, grabaron en los árboles y rocas próximas al litoral los nombres de los Reyes y los propios, con noticia de su llegada, y se marcharon».
Sobre este mismo hecho cuenta fray Bartolomé de Las Casas(1484-1566)  que el «26 de enero vieron tierra bien lejos; ésta fue el cabo que agora se llama de Sant Agustín, y los portugueses la Tierra del Brasil: púsole Vicente Yáñez entonces por nombre cabo de Consolación» y el propio Bartolomé de Las Casas nos relata también el primer encuentro de los hombres de Pinzón con los indígenas de aquellas tierras «otro río, pero no con suficiente profundidad para ser recorrido con las carabelas por lo cual enviaron a tierra para reconocerla cuatro esquifes de servicio con hombres armados. Éstos vieron sobre una eminencia próxima a la costa una multitud de indígenas, a quienes, enviando delante un soldado de infantería invitaron a tratar. Pareció que ellos intentaban apoderarse y llevarse consigo a nuestro hombre, pues así como éste les había arrojado para atraerlos un cascabel, ellos, desde lejos, hicieron otro tanto con un palito dorado de un codo; y al inclinarse el español para cogerlo, rodeáronlo rápidamente con ánimo de apresarlo; pero nuestro infante, protegiéndose con el escudo y la espada de que estaba armado, se defendió hasta que sus compañeros lo ayudaron con los botes.» Parece que los indígenas conocieran ya la pasión que entre los españoles despertaba el oro, pues había utilizado como señuelo para hacerles caer en la trampa  «un palito dorado de un codo»

Mapa del recorrido realizado por Vicente Yáñez Pinzón en 1500 , que había zarpado el 19 de noviembre de 1499 al frente de cuatro carabelas pagadas por él mismo y recorrería parte de la costa de Brasil en el mes de enero de 1500 , tres meses antes de la llegada de Pedro Álvares Cabral, pasando por la desembocadura del Amazonas y alcanzando casi hasta donde hoy se encuentra la ciudad de Fortaleza. Durante el viaje escucharon relatos de los indígenas que les hablaban de la existencia de oro en el interior , un relato que se repetía por todo el continente dando origen a la leyenda de El Dorado y , años más tarde, a la de las Minas perdidas de Moribeca . (imagen procedente de http://www.odisea.ucv.cl )

 

Siguiendo la crónica del viaje ,Pedro Mártir de Anglería  recoge una primera referencia a ese metal que despertaba la fiebre de todos los conquistadores, ya fueran castellanos o portugueses «descubrieron que desde unos grandes montes se precipitaban con gran ímpetu ríos de rápidas corrientes. Dicen que dentro de aquel piélago hay numerosas islas feraces por la riqueza de su suelo y llenas de pueblos. Cuentan que los indígenas de esta región son pacíficos y sociables, pero poco útiles para los nuestros, ya que no consiguieron de ellos ningún provecho apetecible, como oro o piedras preciosas; en vista de ello, se llevaron de allí 30 cautivos. Los indígenas llaman a dicha región Mariatambal; empero, la situada al oriente del río se dice Camamoro, y la occidental Paricora. Los indígenas indicaban que en el interior de aquella costa existía cantidad no despreciable de oro.» Se cree que este río era el Amazonas , al que el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo da el nombre de Marañón . Como vemos, el primero en recorrer aquellas tierras parece ser que fue la expedición de Vicente Yáñez Pinzón, aunque sería Pedro Álvares Cabral quien tomó posesión del territorio en nombre de la Corona portuguesa el 22 de abril del año 1500 dándole el nombre de Terra Sanctae Crucis. De hecho, aquel territorio pertenecía a Portugal en virtud de las líneas establecidas por el Tratado de Tordesillas de 1494  firmado por las coronas de España y Portugal con el que se repartieron el mundo.

pedro álvares cabral
Ruta seguida por Pedro Álvares Cabral que llegaría a tocar tierra brasileña el 22 de abril de 1500, cuando avistó el Monte Pascoal , en el actual estado brasileño de Bahía , después de cuarenta y tres días de navegación, desde que zarpara de Belem el  9 de marzo de 1500. Estaba convencido de que se trataba de una isla, por lo que la llamó isla de Vera Cruz (ilha de Vera Cruz) y tomó posesión de aquella tierra en nombre del rey de Portugal, Manuel I el Afortunado, construyendo una cruz y celebrando la primera misa en territorio brasileño el 26 de abril de 1500 . La flota que acompañó a Cabral en este viaje era la más importante que había enviado Portugal al mar hasta entonces, formada por diez buques, tres carabelas y una naveta de comestibles (imagen procedente de http://www.brazadv.com )
Incluso se cree que hubo otras expediciones portuguesas anteriores a la de Pedro Álvares Cabral, expediciones que se habrían llevado en el más estricto secreto para evitar que fueran conocidas por España y que se desarrollarían en 1498 o , incluso, en 1494, dirigidas por el navegante portugués Duarte Pacheco Pereira (hacia 1460-1533) . Esta suposición se basa en el texto contenido en el llamado Planisferio de Cantino, realizado en el siglo XV ,  donde junto al mapamundi en el que se recogían los descubrimientos de los navegantes portugueses del siglo XV encontramos este texto  en el que hace referencia a una expedición del año 1498 durante el reinado de Manuel I de Portugal(1469-1521)  «Tenemos sabido y visto como en el tercer año de vuestro reinado del año de Nuestro Señor de mil cuatrocientos noventa y ocho, donde a nos vuesa Alteza mandó descubrir la parte occidental, pasando más allá de la grandeza del mar Océano, que se encuentra y navegada también un gran terreno, con muchas y grandes islas adyacentes a ella y está grandemente poblada. Tanto se dilata su grandeza y corre con mucha longura, que de una parte a la otra no se ha visto o conoce la finalidad y el cable de la misma. Se trata de encontrar que es muy delgada y Brasil, con muchas otras cosas de que los navíos estos reinos vieron grandemente poblada.»

 Planisferio de Cantino , un mapamundi realizado en una fecha desconocida del siglo XV y cuyo autor es anónimo, aunque se piensa que tuvo que ser portugués. Lo único que sabemos con certeza es que apareció en Italia en 1502 llevada allí por Alberto Cantino, que era un espía italiano al servicio del duque de Ferrara y que había logrado infiltrarse en la corte portuguesa hasta el punto de convertirse en secretario del rey Manuel I el Afortunado (1469-1521), puesto desde el que pudo hacerse con este mapa , en el que figura la costa de Brasil , la Península de Florida, que no sería descubierta hasta el año 1513 por Juan Ponce de León(1460-1521). También aparece la costa africana con una exactitud desconocida en la época. Como un mapa del siglo XV podía tener datos tan exactos de la costa africana, de la costa brasileña y de la Península de La Florida que aún no había sido descubierta, es otro enigma que nos lleva a pensar que hubo expediciones anteriores a las admitidas por la historia oficial, pues cuando fue realizado ni Pedro Álvares Cabral había llegado a Brasil ni Florida había sido descubierta, alguien tuvo que haberlas cartografiado antes , lo que daría validez a la hipótesis de las expediciones secretas de Duarte Pacheco Pereira (imagen procedente de http://www.paraquefuturoeducamos.com )

Ya podemos ver como la historia del descubrimiento de Brasil es parecida a una apasionante novela de misterio, con expediciones secretas, encuentros con tribus desconocidas, relatos de riquezas en el interior de la selva y la lucha entre las dos grandes potencias del momento por hacerse con aquel territorio. Pero fuera quien fuese el primero en poner el pie en el actual Brasil, la expedición de Duarte Pacheco Pereira o la de Vicente Yáñez Pinzón, sería la de Pedro Alvares Cabral la que reclamaría su posesión para la corona portuguesa y así comenzaba la conquista de aquel territorio que durante los siguientes tres siglos sería colonia portuguesa. Y es aquí donde aparece el primer de los protagonistas relacionados con nuestra aventura, el marinero portugués Diogo Álvares Corrêa (1475-1557), que habría sobrevivido a un naufragio frente a las costas de Brasil, a la altura de la actual ciudad de Salvador de Bahía en 1510 . Aquí difieren las versiones, pues mientras unos afirman que los compañeros de Correa fueron muertos por los indios tupinambás y sólo respetaron la vida de Corrêa, otros textos señalan que sólo Corrêa había llegado con vida a la costa y fue bien acogido desde un principio por los tupinambás que le dieron el nombre de Caramuru, cuya traducción también es controvertida, desde la que lo traduce como «palo que escupe fuego» haciendo referencia a las armas de fuego portuguesas, a la que afirma que significa «lamprea»
Diogo Álvares se integraría en la vida del pueblo tupinambás y el jefe de la tribu  le ofrecería la mano de su hija Paraguaçu, el primer matrimonio entre un portugués y una indígena. Permanecería durante cuarenta años con los tupinambás actuando como intermediario entre ellos y los portugueses . Uno de los descendientes del matrimonio entre Diogo Álvares y Paraguaçu fue Belchior Dias Moreira (1540-1619) que, a su vez, era primo de Gabriel Soares de Sousa(1540-1591), descubridor de las primeras minas de plata del Brasil. Belchior siguió los pasos de su primo y se internó en el territorio de la Sierra de Itabaiana, donde después de una década de exploraciones, afirmó haber encontrado grandes minas de plata en la región , pero sin revelar el lugar exacto donde se encontraban. En lugar de eso en 1600 tomó un barco rumbo a España, pues desde 1580 los reino de Portugal y España se hallaban unidos bajo el poder del rey español , primero de Felipe II(1527-1598) y ahora de su hijo y sucesor Felipe III(1578-1621). La intención de Álvares era revelar el lugar de las minas si el monarca le concedía un título de nobleza,el de Marqués de las Minas,  pero después de esperar cuatro años infructuosamente ya que este era un título que se concedía solo a los que eran nombrados gobernadores de Brasil, Álvares regresaría a Brasil . A pesar de los intentos de los sucesivos gobernadores de Brasil para que revelase el lugar donde se encontraban Álvares se llevó el secreto a su tumba en 1619.

Mapa del estado brasileño de Mato Grosso, fronterizo con Bolivia y en pleno corazón de la selva del Amazonas, el lugar donde se internaron los bandeirantes  buscando las Minas perdidas de Moribeca y donde casi dos siglos después iría Fawcett siguiendo sus pasos en busca de la ciudad perdida que los bandeirantes describían en el Manuscrito 512. Su nombre en portugués, Mato Grosso, significa Selva espesa pues se encuentra cubierta en su mayor parte por selva que se extiende en grandes planicies donde es raro encontrar alturas superiores a los quinientos metros excepto en las principales sierras. Según el Tratado de Tordesillas estas tierras pertenecían a España y las misiones de la Compañía de Jesús se establecieron en este área, pero fueron expulsados violentamente por los bandeirantes que recorrían estas apartadas regiones buscando oro y también indígenas para convertirlos en esclavos (imagen procedente de http://www.tusbuscadores.com )
Esta es una de las versiones, pues en otras se afirma que no fue Belchior,sino su hijo Rubeiro Dias el descubridor de las Minas que recibirían el nombre de Moribeca porque era el apodo con el que se conocía entre los indígenas a Rubeiro. También se dice que , ya fuera Belchior  o su hijo Rubeiro, fue encarcelado por orden de Felipe III al negarse a revelar la localización de las minas y que  consiguió la libertad al pagar la fianza gracias a la fortuna que había amasado con la plata extraída de las minas y en otras versiones habría muerto en prisión. Lo cierto de todo esto es que acababa de nacer una leyenda, que se convertiría en la versión portuguesa de la búsqueda de El Dorado, las Minas Perdidas de Moribeca, y a la búsqueda de estas minas se dedicarían durante los siglos siguientes los llamados bandeirantes, nombre con el que se conocía a aquellos hombres que penetraban en el interior de Brasil partiendo de la población de San Pablo de Piratininga, a la que conocemos mejor como Sao Paulo. Muchas de estas expediciones no tenían como objetivo  la exploración del territorio , sino la captura de indígenas para hacerlos esclavos y venderlos luego para el trabajo en las grandes plantaciones de azúcar. Su comportamiento violento con los indígenas les llevaría a enfrentarse a la Compañía de Jesús que trataba de protegerlos y por ello se ganarían fama de piratas en las tierras limítrofes con el Brasil.
Sería una de estas bandeiras, llamadas así porque sus integrantes se reunían entorno a una bandera o bandeira en portugués, la que protagonizaría la expedición entre 1743 y 1753 , relatada en el Manuscrito 512 hallado en 1839, como ya hemos visto, por  Manuel Ferreira Lagos, y traducido después por Januário da Cunha Barbosa, donde un cronista anónimo relataba las aventuras de aquella expedición que comenzaba así, y cuya traducción he tomado del libro «La maldición de los exploradores» del escritor y periodista español Lorenzo Fernández  Bueno  «Relato histórico de una oculta y gran población antiquísima sin habitantes, que se descubrió en el año 1753:habiendo viajado diez años por las selvas , para ver si descubrían las decantadas minas de plata del gran descubridor Moribeca, que por culpa de un gobernador no se hicieron patentes, pues quería usurparle esta gloria , llegó esta noticia a Río de Janeiro a principios del año 1754». Y tras avanzarnos el descubrimiento de una gran población perdida en la selva, continúa el cronista «Después de una larga e infortunada peregrinación, incitados por la insaciable codicia del oro, y casi perdidos por muchos años en esa profunda selva, descubrimos una región de montes tan elevados que parecían llegar a la Región Etérea» Describe la belleza espectacular de aquel paisaje desconocido «el esplendor que se veía desde lejos, principalmente, cuando el Sol daba en el cristal del que estaba compuesta, formaba una visión tan grande y agradable , que ninguno podía desviar sus ojos de aquellos reflejos»

Estas son las inscripciones que aparecen recogidas en el Manuscrito 512 en base a lo que los integrantes de la expedición de 1742-1752 vieron en aquella población perdida. Así describían el Templo donde encontraron algunas de estas inscripciones «En la parte izquierda de dicha plaza  hay otro edificio totalmente arruinado. Por los vestigios se nota bien que fue un Templo, porque todavía conserva  parte de su magnífica fachada , y algunas naves de piedra entera. Ocupa gran territorio, y en sus arruinadas paredes se ven obras primorosas con algunas figuras y retratos embutidos en la piedra con cruces  de varios caracteres  curvos y otras delicadezas que se necesitaría mucho tiempo para describirlos» Fawcett creería ver en estos caractéres emparentados con los alfabetos semitas y líbicos (imagen procedente de http://mesoamerica.narod.ru ) 
Los integrantes de la expedición deciden aproximarse  a aquellos montes pero «circundando las montañas, no encontramos paso libre para poder ejecutar la resolución de acercarnos  a estos Alpes y Pirineos brasileños, este desengaño nos produjo una inexplicable tristeza. « Pero la fortuna saldría en su ayuda «De pronto un negro que iba caminando hacia la leña, vio un venado blanco , quien nos hizo descubrir , el camino entre dos sierras, parecían cortadas a propósito, y no por la naturaleza. Con la alegría de la novedad comenzamos a subir» El camino es largo y difícil «Tardamos más de tres horas en la subida» y una vez alcanzada la cumbre «divisamos más o menos a legua y media un gran poblado, pareciéndonos por lo dilatado de la figura , una Ciudad de la Corte de Brasil» Descienden al valle pero no ven movimiento en la ciudad. Mandan a un indio en misión de exploración y a su regreso  «volvió asombrado diciendo que no encontró rastros de ninguna persona». Deciden entonces dirigirse hacia la enigmática población «Entramos una madrugada, sin que hubiese quien nos saliera al encuentro para impedir nuestros pasos» y describe su entrada «está hecha por tres arcos de gran altura, el del medio más grande que el de los dos costados» y ven una extraña inscripción «sobre el grande y principal , divisamos letras que no pudimos copiar por la gran altura».
A continuación franquean esta entrada y nos describe el interior de la ciudad «Hay una calle del largo de los tres arcos, con casas de pisos de una y otra parte, con los frentes de piedra labrada y ya obscurecidas, notando que por la regularidad y simetría  con que están hechas , parece sólo una casa, y sin tejas, porque los techos son de ladrillos quemados unos y de lajas otros» Registran las casas que van encontrando  pero está todo desierto y sin signos de vida «Recorrimos con bastante miedo algunas casas y en ninguna encontramos vestigios de vajillas , ni muebles, que pudiésemos por el uso y el trato , conocer la calidad de los nativos;las casas son todas oscuras en el interior, con apenas una luz escasa , y como son abovedadas, resonaban los ecos de los que hablaban, y nuestras mismas voces nos atemorizaban». Continúan su recorrido por la calle hasta alcanzar una plaza «y en el medio de ella una columna de piedra , y sobre ella una estatua de hombre común, con una mano en el costado izquierdo, y el brazo derecho extendido, mostrando con el dedo índice el Polo Norte» El cronista narra como estaba todo lleno de murciélagos «Los murciélagos eran tantos , que investían la cara de la gente y hacían tal ruido, que admiraba» y observa una extraña «figura tallada a medio relieve en la misma piedra, dispuesta de cintura para arriba, con corona de laurel; representa una persona joven, sin barba , con una banda atravesada al dorso»

Fotografía del río Xingu,afluente del Amazonas,  uno de los ríos que atraviesan el Mato Grosso . Su nacimiento se encuentra en el Parque Indígena Xingu, el primer parque indígena creado en Brasil en el año 1961 . En esta zona o cerca de ella estuvieron los bandeirantes  que encontraron aquella ciudad perdida y donde también iría Fawcett (imagen procedente de http://centroyachak.blogspot.com )
En la figura descubren también símbolos enigmáticos , al igual que habían visto en la puerta de entrada de la ciudad, y siguiendo su exploración contemplan un gran templo en ruinas  y una serie de casas también derruidas «una gran parte de casas todas arruinadas , y sepultadas en grandes y pavorosas aberturas en la tierra» Más adelante descubren un río «al frente de dicha plaza corre arrebatadamente un largo y caudaloso río» y deciden seguir su curso «Caminamos tres días río abajo, nos topamos con unas cataratas que hacían tanto estruendo por la fuerza de las aguas , y resistencia en el lugar , que juzgamos que no hacía mayor las bocas del decantando Nilo;después de este salto , se dilata tanto el río que parece el gran Océano» Junto a la catara descubren unas cuevas  y «entre estas cavernas vimos una cubierta con gran laja y con figuras labradas en la misma piedra, que al parecer insinúan gran misterio» y apartado de las orillas del río descubren «un edificio como una casa de campo de doscientos cincuenta pasos de frente» y dentro de él  «quince casas(habitaciones) pequeñas y todas con puertas que dan a esa sala, y cada una con un caño de agua». A continuación los exploradores tratan de hallar oro y lo encuentran con facilidad«Entramos por las márgenes del río a tratar de descubrir oro, sin trabajo encontramos una buena pinta  en la superficie de la tierra» .
Un grupo se aparto del resto para seguir el río  y «después de nueve días de marcha avistaron una canoa con dos personas blancas, de cabellos negros sueltos y vestidas europeas» ¿Quienes eran? En el relato no se explica de donde habían surgido estas personas pero nos cuenta como uno de ellos hace un descubrimiento «Uno de nuestros compañeros, llamado Joao Antonio, encontró en las ruinas de una casa una moneda de oro, esférica , mayor que nuestras monedas de seis mil cuatrocientos :de un lado con la imagen o figura  de un joven de rodillas, y del otro lado , un arco, una corona y una flecha» y está seguro que tiene que haber muchas más «porque si fue castigada por un terremoto, no les hubiera dato tiempo a poner a buen resguardo las cosas preciosas, más es necesario un brazo muy fuerte y poderoso para remover aquellos escombros» Y termina el cronista dirigiéndose a la persona para la que ha escrito el relato , como si se tratara de un informe oficial «Mandé esta noticias a Vuesa Merced de la selva de Bahía, y de los ríos Paracacu, asegurándole no haber dado informes a ninguna persona» y expresa su preocupación por un indio integrante de la expedición que les había abandonado para regresar a la ciudad «Por supuesto que de nuestra compañía salió un compañero con ideas diferentes» e insta a quién va dirigido el escrito a «sobornando a ese indio hacerse conducir a Vuesa Merced hacia esos tesoros»

Fotografía de Percy Harrison Fawcett que será nuestro protagonista en la segunda parte de este relato . Fawcett creía firmemente en la veracidad del relato contenido en el Manuscrito 512  y escribió sobre su búsqueda de los misterios que se ocultaban en la selva «Entre el mundo exterior y los secretos de la antigua Sudamérica ha descendido un velo, y el explorador que ansíe descorrerlo deberá estar preparado para afrontar peligros que pondrán a prueba su resistencia a un límite increíble. Es probable que no pase, pero si lo logra, estará en situación de ampliar nuestro conocimiento histórico» Aunque hablaba en tercera persona Fawcett se veía a él mismo como la persona destinada a afrontar aquel reto (imagen procedente de http://www.vuelaviajes.com )  

Este relato, que en sus vivas e inquietantes descripciones de esta ciudad perdida me trae a la memoria los relatos de las misteriosas ciudades descritas por H.P.Lovercraft(1890-1937),  caería en el olvido y fue acumulando polvo en la Biblioteca hasta ser descubierto en 1839, inspirando nuevas expediciones en los años siguientes patrocinadas por el Instituto Histórico y Geográfico de Brasil, llamando la atención de exploradores como el británico Richard Francis Burton(1821-1890) y, por supuesto, el aventurero que protagonizará nuestra segunda parte de esta historia, Percy Harrison Fawcett. De momento dejamos entre la espesura de la selva los restos de esta ciudad y el misterio de las Minas Perdidas de Moribeca y mañana acompañaremos a Fawcett en la búsqueda de su leyenda.