MISTERIOS DE LA HISTORIA: NICOLAS FLAMEL Y EL LIBRO DE ABRAHAM EL JUDÍO

La alquimia, cuando leemos o escuchamos esta palabra nos evoca imágenes de oscuros laboratorios llenos de frascos , crisoles y retortas, donde un hombre de luengas barbas, tez pálida y con aspecto de sabio enloquecido pasa sus días y sus noches repitiendo una y otra vez los mismos experimentos, transmutando las sustancias en la búsqueda de la piedra filosofal , aquella que transformaría el plomo en oro y permitiría alcanzar la inmortalidad. Esa es la visión popular, la que nos ha llegado a través del cine y que nos presenta a los alquimistas como poco más que unos charlatanes en el mejor de los casos y en otros casos como simples locos que creían estar en posesión de una sabiduría que luego no se traducía en ningún logro. Pero la alquimia es mucho más que esta imagen tópica , la alquimia es la base de muchas de las ciencias actuales, combinando elementos de la física, la química, la medicina, la filosofía, y también de la espiritualidad, un anuncio de la ciencia futura que ya era practicada en Mesopotamia y en el Antiguo Egipto.
Su nombre, alquimia, tiene un origen controvertido. Procede del árabe al-kimiya que, a su vez, derivaría del griego khumeia que significaba  «verter o echar juntos» o de la palabra, también griega, , Khemia, que significa transmutación, es decir, la conversión de un elemento químico en otro elemento químico diferente, como sería el caso de la transformación del plomo en oro.  El termino kimiya seria luego el origen de la palabra química. Otros lingüistas creen que al-kimiya significa «la ciencia egipcia» pues kimiya derivaría del término copto keme , nombre que ellos daban a Egipto y en latín el art Keme, sería el arte de Egipto .Luego, los árabes transformarían art keme por al-kimiya.  Ya en la Edad Media sera conocida  como la ars chimica. Pero ¿quienes eran los alquimistas y que es lo que buscaban? Nos sorprenderíamos si dijéramos que fueron alquimistas hombres que hoy son considerados grandes científicos, como Isaac Newton(1646-1727) ,quién revolucionó la física desarrollando la ley de gravitación universalRobert Boyle /1627-1691), considerado uno de los padres de la química actual o Paracelso (1493-1541) que bautizaría al zinc y del que se decía que había logrado la transmutación del plomo en oro .

Philippus Aureolus Theophrastus Bombastus von Hohenheim(1495-1541) conocido como Paracelso, es considerado como el médico más importante de su tiempo, aunque sus contemporáneos le consideraban un intruso y le despreciaban porque Paracelso no se conformaba con las teorías que se enseñaban en las Universidades y prefería basarse en su actividad en sus propias observaciones y aprendiendo del conocimiento popular de comadronas, curanderos y campesinos . Trató la nueva enfermedad de la sífilis con mercurio.  Se decía de él que era un hombre vanidoso, con delirios de grandeza y rasgos de locura. Practico la alquimia e hizo correr el rumor de que había establecido un pacto con el diablo , afirmaba poseer el exilio de la eterna juventud y haber creado un homúnculo, un hombre artificial Paracelso afirmaba  «Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve… Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor. Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas nada sabe acerca de las uvas.»(imagen procedente de http://www.vopus.org )  
 Los alquimistas no eran viejos locos o aprovechados de la ingenuidad de los que les protegían, aunque habría casos así , pero eran hombres cultos, que buscaban nuevas vías de investigación y sentarían la base para el desarrollo de muchas ciencias. Para los alquimistas el Universo estaba compuesto por cuatro elementos , la tierra, el aire , el fuego y el agua y con la mezcla de estos cuatro elementos buscaban crear un quinto elemento que los reuniera a todos ,desarrollando su máxima potencia. Para ello construían un horno alquímico o atanor y ,según palabras del alquimista árabe Jabir ibn Hayyan (721-815), conocido en Europa como Geber, los materiales que tenían que ser calentados en este horno debían ser despositados sobre recipientes de arcilla «a fin de que puedan resistir la fuerza del fuego, incluso hasta la combustión total de la cosa a calcinar» Trataban de separar de la sustancia con la que trabajaban sus tres partes principales, a las que llamaban principios,  y que eran comunes a todas ellas, el mercurio, que simbolizaba el espíritu , el azufre que simbolizaba el alma y , finalmente, la sal que era la representación del cuerpo.
Una vez separadas de las sustancias estos tres principios, luego había que purificarlos por separado  con distintas intensidades de calor. Una vez que ya habían sido purificadas , lo que podía llevar mucho tiempo y cuidando que fuera realizado bajo conjunciones astrológicas favorables, volvían a unirse para recuperar la sustancia inicial, pero ahora con nuevas cualidades. Para los alquimistas cada reino de la naturaleza tenía un objetivo, así, al reino mineral le correspondía la transmutación de metales vulgares en oro , al reino animal la panacea, una sustancia que debería sanar todas las enfermedades y ofrecer la inmortalidad . Pero si con algo identificamos a los alquimistas es con su búsqueda de la piedra filosofal que tendría la capacidad de transformar cualquier metal en oro , aunque para los alquimistas auténticos esto no era más queuna evolución que experimentaría el propio alquimista y lo llevaría desde la materia corrupta de su cuerpo hasta la inmortalidad del espíritu.

Archivo:JosephWright-Alchemist.jpg
«El alquimista en busca de la piedra filosofal « del pintor británico Joseph Wright(1734-1797) representa un laboratorio alquímico donde se realizaban los experimentos dirigidos a conseguir la Piedra filosofal  o «lapis philophosorum» , que podía ser roja que transmutaba los metales en oro y la piedra blanca que los transmutaba en plata. Pero para muchos alquimistas la piedra no era algo material, sino la evolución del alquimista a través del conocimiento, hasta alcanzar un grado superior de evolución espiritual

Pero para alcanzar ese grado de evolución el alquimista tenía que estudiar y prepararse durante años , para terminar en muchas ocasiones en un absoluto fracaso. De todas formas, si bien no conseguían hallar la piedra filosofal , si lograban gracias a sus experimentos realizar avances en otras materias más mundanas, como mejoras en los tintes,en los cosméticos, la fabricación de vidrios , cerámicas y cristales, del curtido del cuero e incluso licores como el llamado «aqua vitae» o «agua de vida» que eran los principales licores destilados por los alquimistas  que se consumían en Europa, como el whisky escocés o la ginebra holandesa. Es característico de los alquimistas usar un lenguaje oscuro, que no puede ser entendido por el profano, con el fin de proteger los supuestos conocimiento adquiridos  del público en general.  Bueno, esto no son más que cuatro ideas generales sobre la alquimia, pero que nos bastarán para sumergimos en la historia de Nicolás Flamel del que poco sabemos de sus primeros años , excepto que nació hacia el año 1330 en Pontoise, Francia
En 1337 se iniciaba la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia , y después de años en los que no sabemos nada sobre su vida, lo encontramos en 1355 en París, donde se había trasladado para abrirse camino como librero, oficio que desempañaba compaginándolo con sus estudios de alquimia. Se dice, aunque no hay prueba de ello, que desde hacía algunos años estaba tratando de obtener la Piedra filosofal, la que transformaba el plomo en oro y el cuerpo material del hombre en espíritu inmortal. Estando ya instalado en París , una noche tiene un sueño en el que se le aparece un ángel  que le mostraba un extraño libro con unos caracteres que Flamel no entendía,  y le dice las siguientes palabras, tal y como se recoge en «Secretos medievales» del escritor Jesús Callejo  del que he extraído parte de la información de este artículo » Mira bien este libro Nicolás. Al principio no entenderás nada acerca de él, ni tú ni cualquier otro hombre. Pero algún día ,verás en él lo que ningún hombre podrá»

DOCUMENTAL «LOS ALQUIMISTAS» DEL CANAL DE HISTORIA ( parte 1 y 2)

Unos días después, entraba en la librería de Flamel un hombre con el mismo rostro que Flamel había visto en su sueño. Traía entre sus manos un grimorio, nombre que se daba a los libros que contenían conocimientos mágicos , cuyo título era «El libro de Abraham , el judío». Flamel pensó que todo aquello no podía ser una casualidad, que el sueño y la visita de aquel extraño tenía que ser una señal del destino, por lo que decidió adquirir el libro. Una escena que nos describe Flamel en su «Libro de las figuras jeroglíficas» redactado en el año 1399 con estas palabras:

«Así pues, yo, Nicolás Flamel, escritor, después de la muerte de mis padres ganaba mi vida en nuestro Arte de la Escritura, haciendo inventarios, llevando cuentas y anotando los gastos de tutores y menores, cuando cayó en mis manos, por la suma de dos florines, un libro dorado muy viejo y muy ancho; no era de papel ni de pergamino, como los otros, sino que estaba hecho como de cortezas (me pareció a mí) de tiernos arbolillos. Su cubierta era de cobre bien pulido , toda grabada en caracteres y figuras extrañas ; en cuanto a mí , creo que bien podrían ser caracteres griegos  o de otra lengua antigua parecida. Contenía tres veces siete cuadernillos, de los cuales el séptimo estaba sin escritura; en lugar de la cual aparecía una verga pintada y unas serpientes enroscadas a ella; en el segundo séptimo, una cruz en la que se veía una serpiente crucificada; en el último séptimo, estaban pintados unos frutos, entre los cuales había bellas fuentes de las que salían serpientes que corrían de acá para allá .En el primero de los cuadernillos estaba escrito en gruesas letras capitales  y doradas «Abraham, el Judío, príncipe , sacerdote levita, astrólogo y filósofo, a las gentes judías , por la ira de Dios, dispersas en las Galias , dedico este libro». Después de esto habrá escritas unas grandes execraciones y maldiciones  contra toda persona que pusiera los ojos sobre él si no era sacrificador o escriba «

DOCUMENTAL «LOS ALQUIMISTAS» DEL CANAL DE HISTORIA ( parte 3, 4 y 5)

A partir de ese momento Flamel decide cerrar su librería y concentrarse en la colosal tarea de tratar de descifrar el enigmático texto del libro. No tenía miedo a la maldición que pesaba sobre quien leyera el libro, pues él era escriba, una de las dos excepciones a la maldición  . Dedicaba el día entero a buscar alguna pista que le sirviera para dar con la clave que le facilitase su traducción, pero no podía recurrir a la ayuda de otros judíos, pues ya habían sido expulsados de Francia medio siglo antes y la única alternativa era copiar el texto y viajar hasta España donde todavía había importantes núcleos de población judía, pues no serían expulsados hasta 1492. La esposa de Flamel ,Pernelle, a la que amaba y con la que compartía sus inquietudes sobre el texto, también trató de ayudarle, como nos lo cuenta de nuevo Flamel

«Así pues, teniendo en mi casa  tan bello libro, yo no hacía más que estudiarlo día y noche. Entendía muy bien  todas las operaciones que él demostraba, pero no sabía en absoluto con qué materia era menester empezar; esto me causaba una gran tristeza, me obligaba a estar en solitario y me hacía suspirar a cada momento. Mi mujer Pernelle, a la que amaba tanto como a mi mismo, a la cual había desposado hacía poco, estaba muy asombrada de todo esto y me consolaba y me preguntaba con todo el coraje si ella podría librarme del fastidio.  Yo no pude contener mi lengua y le dije todo , así que le mostré el hermoso libro, del cual, en el mismo instante  en que lo vio, quedó tan prendada como yo mismo y encontró un extremo placer en contemplar sus bellas cubiertas, los grabados de sus imágenes y retratos  los cuales ella entendía tan poco como yo mismo»

Nicolas Flamel en un retrato romántico de la Galerie historique des Célébrités Populaires (1840). Su vida la consagraría a la traducción de aquel libro que un extraño personaje le había vendido por dos florines, un libro que le habría proporcionado la fortuna para financiar numerosas obras de caridad, construcción de hospitales, hospicios, asilos , capillas . La fortuna le había llegado gracias a la obtención de la piedra filosofal .Moriría oficialmente en 1418 con casi noventa años de edad , pero cuando su cuerpo y el de su esposa fueron exhumados , las tumbas estaban vacías. Durante siglos hubo relatos de viajeros que decían haberlos visto en lugares tan alejados como la India

Quizás esto recuerde al lector habitual del Mentidero un artículo en el que  recorrimos la historia del Manuscrito Voynich , el que algunos consideran el libro más misterioso del mundo, que habría sido escrito durante la primera mitad del siglo XV y que todavía no ha podido ser traducido. Pero volviendo con Flamel, viaja a España para profundizar en sus estudios de alquimia , aprende criptografía , la técnica que permite ocultar mensajes y también descifrarlos, y también entra en contacto con judíos expertos en la Cábala , palabra derivada del hebreo Qabbalah que significar «recibir», y que para los judíos es la tradición oral que contiene la explicación y permite la transmisión de las Sagradas Escrituras. A través del estudio y del cumplimento de una serie de reglas, el cabalista podía alcanzar el conocimiento de las cosas celestiales. Para ello era clave el estudio y análisis del Árbol de la vida, compuesto por diez esferas , llamadas sefirot, y veintidós senderos, simbolizando cada uno de ellos un estado que acerca a la comprensión de la divinidad , como si nos halláramos ante un autentico mapa de la creación. Su estudio es acumulativo, generación tras generación se avanzaría en su conocimiento y todavía continua en nuestros días .

Representación del Árbol de la Vida cabalístico o Árbol sefirótico,, con las 10 esferas o  Sefirot, que serían emanaciones de la divinidad ,   y los 22 caminos que las unen como símbolo de las 22 letras del alfabeto hebrero  , que simbolizan diferentes estados que acercan al hombre al conocimiento de la divinidad. Por orden numérico de la 1 a la 10 las esferas simbolizan (la Corona, la Sabiduría, la Inteligencia, la Misericordia,la Justicia, la Belleza, la Victoria de la Vida sobre la Muerte,la Eternidad del Ser, el Fundamento que da equilibrio a las cosas, y el Reino) Lo podríamos considerar como un mapa de la creación que nos llevaría hasta la divinidad (imagen procedente de  http://www.kabalahliteratura.com.ar )

 Pero tampoco en la Cábala y los cabalistas encontró la solución al enigma de su libro, y decide entonces emprender un camino de iluminación , recorriendo la vía de peregrinación más importante de Europa, el Camino de Santiago. A lo largo del recorrido consulta con todo aquel que puede tener los conocimientos necesarios para ayudarle en la traducción como los traductores de griego de las universidades españolas, entonces los más afamados de Europa, pero nadie tiene respuestas. Finalmente, alcanza Santiago de Compostela pero no consigue su objetivo. Vuelve sobre sus pasos y a la altura de León cae enfermo y por la fiebre se ve obligado  a detenerse en una posada de la ciudad. Allí tiene un encuentro con un comercian francés que le dice que conoce a alguien que puede ayudarle a sanar de su enfermedad y también a traducir el libro. Así, le presenta a un anciano judío al que llama Maestro Canches . Le prepara un remedio con el que ,al día siguiente, Flamel se encuentra totalmente recuperado. Al día siguiente, y mientras conversaba con el anciano, Flamel descubre que este era mucho más que un curandero, era un alquimista con profundos conocimientos , ý se decide a contarle su larga odisea para conseguir traducir el texto de aquel misterioso libro.

Aunque sólo llevaba unas cuantas hojas copiadas del original con él, son suficiente para que Canches  lo identifique como parte de la obra «Aesch Mezareph», que significaba «Fuego Purificador» y había sido escrito por el rabino Abraham. Eran un libro enigmático ,le contaría Canches a un Flamel que debía estar asombrado,  que desaparecía cada cierto tiempo sin dejar rastro , apareciendo luego en cualquier otra parte del mundo sin saber la razón de ello. Canches aceptó acompañar a Flamel de regreso a París para ayudarle a traducir el contenido del «Aesch Mezareph» y para llegar antes deciden realizar parte del viaje en barco, evitando así los peligros del camino a París, pues no olvidemos que estábamos en plena Guerra de los Cien Años. Canches le asegura que gracias al libro podrían fabricar todo el oro que quisieran , y que incluso podrían crear homúnculos , nombre que procede del latín homunculus y significa hombrecillo, y eso es lo que serían los homúnculos, hombres , pero hombres artificiales.

File:Preformation.GIF
El termino latino «Homunculus» que puede traducirse por «Hombrecillo» u «Hombre pequeño», parece que fue utilizado por primera vez por Paracelso. Ya vimos que presumía de haber creado un homúnculo  y publicó la fórmula que consistía en introducir en un recipiente hermético esperma humano, se enterraba durante cuarenta días en excrementos de caballo, era imantando y finalmente se le alimentaba con sangre humana , el resultado era  un ser humano funcional aunque de sólo 30 centímetros » puede criarse y educarse como cualquier otro niño, hasta que crezca y sea capaz de valerse por si mismo»  Luego afirmó que lo había destruido porque aquella criatura no tenía alma. En la imagen superior vemos una representación de los animalúnculos descubiertos por Nicolaas Hartsoeker(1656-1725) que, debido a la baja resolución de los primeros microscopios, al contemplar los espermatozoides le pareció que la cabeza de ése albergaba el cuerpo completo de un ser humano en pequeño y de ahí se desarrolló la teoría espermista según la cual el hombre depositaba en el útero de la mujer un homúnculo, un hombre pequeño , que luego iría creciendo en su interior

 Pero cuando se encontraban  en Orleans, Canches se sintió mal y muere poco después antes de llegar a París. Flamel, después de dar sepultura a Canches, regresa por fin a su casa en París en el año 1382 , y no pierde ni un día para ponerse a la tarea de descifrar su libro, pues aunque no tenía todas las claves, Canches le había enseñado lo suficiente para que tuviera por donde empezar el trabajo, contando ahora con la ayuda de su esposa  en el laboratorio. Poco a poco avanza en la traducción y comienza a aplicar los conocimiento obtenidos en los experimentos del laboratorio consiguiendo, ya en 1383, la transmutación de diversos metales en oro tal y como nos lo cuenta el propio Flamel «Hice la proyección con la piedra roja sobre una cantidad  similar de mercurio en presencia de Pernelle solamente, en casa, el veinteavo quinto día de abril siguiente del mismo año, sobre las cinco de la tarde , que yo transmuté verdaderamente en casi tanto de oro puro, mejor muy ciertamente que el oro común, más suave y dúctil. Lo puedo decir con verdad «

La piedra filosofal o «lapis philophosorum», pues eso era lo que habría conseguido Flamel, no sólo tenía la propiedad de transformar los metales comunes en oro , sino que permitía curar las enfermedades y alcanzar la inmortalidad. El oro no se oxida como los demás metales, por lo que podría considerarse inmortal , y esa transmutación es la que buscaba también el alquimista con su propio cuerpo, convertirlo de mortal en inmortal. Para muchos alquimistas, la piedra filosofal no era una realidad física, sino una metáfora de la búsqueda del conocimiento  y la evolución espiritual para alcanzar un nuevo escalón en la evolución espiritual . Para crearla requería poner los materiales que iban a formar parte de la piedra a calentar durante años, tratando de imitar así los procesos pausados de la Naturaleza , y algunos tratados afirmaban que desde los estudios necesarios hasta el proceso de preparación y contando con los experimentos fallidos , podían transcurrir al menos veinte años, además de ser peligrosos por el uso de sustancias explosivas que provocaban frecuentes accidentes y en muchas ocasiones la ruina del alquimista que debía realizar grandes inversiones para la compra de los materiales .

Casa de Nicolas Flamel
Fachada de la casa de Nicolás Flamel en el número 51 de la Rue Montmorency . Construida por Flamel en 1407 , es una de las viviendas mas antiguas de París . Por supuesto no existe ninguna prueba de la existencia de la Piedra Filosofal pero lo cierto es que después de su regreso a París en 1382, la fortuna de Flamel creció con rapidez y llegaría a financiar la construcción de hasta 14 hospitales nuevos.Una leyenda decía que el que abusaba de la fabricación de oro en su propio beneficio terminaría convirtiendo su alma en oro y atribuyen la actividad filantrópica de Flamel al cocimiento de esta leyenda.(imagen procedente de  http://www.espacioarcano.com ) 

Según una leyenda , quien está en posesión de la piedra filosofal y la usa constantemente en producir oro para su propio beneficio , se convertiría él mismo en oro, como castigo a su codicia. No sabemos si Flamel realmente descubrió algo, pero si lo hizo ya fuera por el temor a esta leyenda o por su propio corazón bondadoso, durante los años siguientes realizará numerosas obras de caridad, financiará la construcción de catorce hospitales, asilos de huérfanos , tres capillas, el cementerio de Saint Jacques de la Boucherie , asilos para jóvenes descarriadas y también tuvo dinero para construirse una nueva casa en el año 1407 que aún hoy se puede visitar en el 51 de la rue Montmorency, siendo una de las casas más antiguas que se conservan en la capital francesa.  Incluso el rey Carlos VI el Bien Amado(1368-1422) podría haber recurrido a los servicios de Flamel, aunque esto podríamos considerarlo nada más que una leyenda añadida a la ya de por sí extraña historia de Flamel.

Lapida de la tumba de Nicolás Flamel , conservada en el Museo de Cluny como único resto de la tumba de Nicolás Flamel y su esposa, la cual sería destruida en 1797. En los últimos años Nicolás Flamel ha recuperado actualidad por virtud de los libros de Harry Potter, en particular el primero de ellos «Harry Potter y la piedra filosofal». Su vida y la desaparición de su cuerpo mantienen hoy vivo el engima sobre Nicolás Flamel y los descubrimientos que pudo realizar (imagen procedente de http://elmurrial.blogspot.com )   

Flamel organizaría su entierro y el de su esposa Perenelle en el entierro que él mismo había financiado construir, el de Saint Jacques , que ,por desgracia sería destruido en 1797. Nicolás Flamel habría sido enterrado el 22 de marzo de 1418, con lo que así quedaba desmentida la leyenda entorno a la piedra fillosofal y la inmortalidad ¿ o no? Hay relatos de viajeros que afirmaron  haber visto al matrimonio Flamel en diferentes puntos del mundo durante los siglos siguientes. Ya en el siglo XVII, el naturalista, arqueólogo, comerciante y viajero francés Paul Lucas(1664-1737) a escribía un libro en el que relataba como había oído en Uzbekistán que los Flamel se hallaban en la India y Lucas afirmó que  en las tumbas de los Flamel no hay nadie enterrado. Finalmente se decidió exhumar los cadáveres para desmentir los rumores, pero la sorpresa fue que sus tumbas estaban vacías. De su tumba hoy sólo nos queda su lápida , conservada en el Museo del Cluny, todo lo demás que rodea la historia de Flamel y la piedra filosofal permanece en la sombra, uno más de los misterios de la historia que esperan ser resueltos.

HISTORIAS DE LA MEDICINA: LA INVENCIÓN DE LA ANESTESIA Y EL DRAMA DE HORACE WELLS

Quizás una de las ramas de la ciencia que más me han atraído siempre es la medicina, el estudio de este organismo que es el vehículo de nuestra mente, que nos hace interactuar con nuestro entorno, que nos permite ser conscientes de nosotros mismos y de los demás, el cuerpo humano. Durante siglos la ciencia médica ,desde los lejanos tiempo de Hipócrates(hacia460-370 a.C) o Galeno(130-200) hasta el  siglo XIX, apenas evolucionó, lo que hacía muy ciertas palabras como la del filósofo francés Voltaire , que mordazmente escribía «el arte de la guerra es como la medicina, siempre causando víctimas» y no menos irónicas y divertidas eran las palabras del dramaturgo español Enrique Jardiel Poncela que escribiría » La medicina es el arte de acompañar al sepulcro con palabras griegas». Si , la medicina poco más pudo hacer durante siglos , o te curabas tu sólo o te morías pero la medicina apenas tenía influencia en ello al no ser el de acelerarte la muerte con prácticas como la sangría   , de nuevo como escribía Voltaire «El arte de la medicina consiste en mantener al paciente en buen estado de ánimo mientras la Naturaleza le va curando» .Pero todo iba a cambiar a lo largo del siglo XIX, el siglo donde se lograría el decisivo avance de vencer al dolor.
Pretendo abrir una nueva serie dentro del Mentidero dedicadas a Historias de la Medicina, y cada cierto tiempo iremos conociendo a algunos de los pioneros que lograron poner los cimientos sobre los que hoy se levanta el edificio de la medicina moderna y a los que la humanidad debe el espectacular incremento de la esperanza de vida que se ha producido desde el comienzo del siglo XX. Y para iniciar la serie os invito a que me acompañéis a conocer al hombre que consiguió algo espectacular, el remedio para el insoportable dolor que tenían que sufrir los pacientes en los quirófanos, porque durante la mayor parte de la humanidad no hubo un remedio efectivo contra el dolor, y las operaciones se realizaban con el paciente consciente o, con suerte, abotargado por el consumo de opio o alcohol. Los lugares donde se realizaban las operaciones, los quirófanos de la época, era algo más parecido a un lugar de sádicas torturas que a la sala de un hospital donde se trata de salvar la vida a un paciente.

Una de las pinturas más celebres relacionadas con la medicina es «Lección de anatomía del doctor Nicolaes Tulp» de Rembrandt(1606-1669). Durante siglos , después de la caída del Imperio Romano, la medicina estuvo estancada como consecuencia de la prohibición de la Iglesia Católica de realizar autopsias a los cadáveres, una práctica que no volvió a retomarse hasta el Renacimiento. Pero no sería hasta el siglo XIX cuando conceptos que hoy nos parecen tan obvios como la higiene, al esterilización del material sanitario o la anestesia entren a formar parte de la práctica médica (imagen procedente de http://centros5.pntic.mec.es )

Esta es la descripción  de una operación realizada en la Harvard Medical School de Boston, en el año 1843, por uno  de los más importantes cirujanos de la época , John Collins Warren (1778-1856),y recogida en el libro «El siglo de los cirujanos « del escritor alemán Jürgen Thorwald. Se trataba de la segunda operación del día, la cual se realizaba en una sala de operaciones del General Hospital de Boston y el narrador es un joven estudiante de medicina llamado Henry Steven Hartmann . Es un relato algo extenso pero creo que merece la pena reproducir  una buena parte del mismo para que conozcamos como era la cirugía no hace tanto tiempo, a mediados del siglo XIX.
«La sala de operaciones estaba muy apartada , con lo que desde la parte baja no podían oírse los gritos de dolor de los operados y se hallaba situada a suficiente altura para que recibiera bastante luz. Recuerdo perfectamente el momento en que vi por vez primera la silla operatoria de respaldo plegable, tapizada de tela roja , y paseé la mirada a lo largo de las hileras de bancos ascendentes en semicírculos dispuestos para los estudiantes y otros espectadores. Los novatos éramos objeto de cierto interés malicioso y expectante, pues durante las primeras operaciones de nuestra etapa estudiantil, era muy frecuente que algunos de nosotros cayera desmayado o abandonara la sala pálido y temblando de miedo y desazón.»
Las operaciones se realizaban a la vista de los estudiantes , que rodeaban al cirujano para contemplar la operación mientras éste iba realizando las explicaciones convenientes. Pero las operaciones se realizaban sin anestesia, por lo que podéis imaginar que llegaba a sentir el paciente como el del caso que nos describe a continuación, el de una mujer a la que el doctor Warren va a extirpar un tumor
 
Archivo:Instruments-medecine-19e-p1030519.jpg
Maletín de un cirujano con un frasco de éter sulfúrico, cuando ya era utilizado para anestesiar a los pacientes. Hasta aquel momento las operacoines se desarrollaban como la que acompaña este artículo, realizada por John Collins Warren, uno de los más importantes cirujanos de su tiempo pero que con los ojos de hoy en día nos parece una auténtica carnicería que además solía tener resultados mortales para el paciente  

«Acostaron en la mesa de operaciones a una mujer de unos cincuenta años con un tumor en el pecho. Como suele ocurrir , esta había esperado hasta el último momento para someterse a una intervención quirúrgica. Emitía quejidos de dolor ; estaba demacrada, cerúlea y sus ojos reflejaban un terror mortal.Dos enfermeros se situaron detrás de la cabecera de la mesa y pusieron las manos sobre los flacos hombres de la mujer . Uno de los cirujanos dijo que se habían administrado cien gotas de opio a la paciente. Después de meterse ligeramente los puños de su camisa en el interior de las mangas de la chaqueta, Warren, sin lavarse ni frotarse siquiera las manos con un trapo, cogió un escalpelo que, junto con otros instrumentos cortantes, tijeras, tenazas , agujas, esponjas, hilos de seda, hilas de algodón, vendas de hilo, tres cubetas con agua y una botella de coñac, habían entrado al mismo tiempo que la paciente, y estaban encima de una mesilla de madera. Los instrumentos estaban , a lo sumo, algo limpios. Las hilas para los vendajes procedían de una rinconera donde se amontonaban en el suelo»
     

Este era el aspecto de un quirófano en el siglo XIX, prácticamente desnudo pues no había más instrumental que el que cabía en un maletín . Al paciente o se le tumbaba o , como es en el caso del paciente del doctor Warren que se describe en el texto del artículo, se le ponía en una silla articulada . Se desconocía la anestesia y se utilizaba para mitigar el dolor o el alcohol u opio o alguna otra sustancia estupefaciente. Había pacientes que morían literalmente de dolor en la operación , mientras que otros muchos hallaban la muerte poco después como consecuencia de la falta de higiene que provocaba infecciones en las heridas. El instrumental no se esterilizaba, los doctores no se lavaban las manos  entre operación  y operación y hasta se dejaban  en el suelo las vendas que luego iba a ser usadas. Había que tener un estómago y un ánimo fuerte para soportar los gritos de dolor  de los pacientes en unas operaciones que más tenían de carnicería que de acto médico(imagen procedente de http://www.poreuropa.com )  
Imagino que os sorprenderá que el cirujano no se lavase las manos, que el instrumental estuviera sucio y las vendas puestas en el suelo. La asepsia, la esterilización de materiales, en definitiva, la higiene imprescindible para evitar la infección de las heridas era desconocida aún en 1843 y gran parte de las muertes después de una operación se debían a las infecciones causadas por los  médicos o por la suciedad que reinaba en las salas de operación y en los propios hospitales. En una época donde no existía la penicilina, las posibilidades de morir por una de estas infecciones eran muy altas. Pero continuemos con el relato
«Warren pasó el pulgar por el filo del escalpelo. Después , mediante rápidas incisiones cortó la piel del pecho enfermo e introdujo profundamente el cortante instrumento en el hueco de la axila. Cuando la enferma, pese al opio administrado, lanzó el primer grito y empezó a sacudirse con tanta violencia que los enfermeros tuvieron que sujetarla con todas sus fuerzas para mantenerla inmóvil en la mesa, Warren estaba cortando ya las zonas de pie afectadas por el tumor y , sin hacer el menor caso de los desgarradores lamentos de la mujer, echaba la piel a un lado y extirpaba la glándula enferma. De las manos y mangas de Warren chorreaba  sangre procedente de las arterias cortadas . Mientras restañaba las otras hemorragias de menor cuantía apretando contra ellas sendas esponjas, el lamento desgarrador de la mujer cesó de oírse para convertirse en un débil gemido.
Sus movimientos se iban paralizando. Todo su cuerpo se tensó, como bajo los efectos de una especie de shock. Las esponjas eran rápidamente enjuagadas en agua fría y ensangrentada . Algunas de las que caían al suelo eran recogidas, enjuagadas rápidamente y aplicadas de nuevo. Cuando se detuvo la hemorragia y  los extremos de los cordones utilizados para atar los grandes vasos quedaron colgando en un ángulo de corte, Warren dio unos puntos de sutura para unir el tejido conjuntivo y aplicó esparadrapo a la heria. Al poner encima de ésta un trozo de tela de hilo , el intenso espasmo del cuerpo de la paciente se relajó y su exangüe rostro cayó hacia un lado. Haywar cogió una palangana de agua y la vertió encima de la cabeza de la operada. Después le abrió con fuerza la boca y le introdujo coñac hasta que abrió los ojos, que miraron extraviados a su alrededor»

Bien pudiera ser la escena de la operación de Warren como la que aparece en esta pintura, con los estudiantes observando las maniobras de su maestro, con la diferencia de que esta pintura corresponde al último tercio del siglo XIX y ya se aplicaban algunas medidas higiénicas como la esterilización del instrumental médico. Para muchos cirujanos de la época, el dolor y el sufrimiento del paciente era algo tan natural que ni siquiera pensaban que fuera posible combatirlo. Una vez más la casualidad y una mente despierta se aliaron para hallar la solución (imagen procedente de http://www.historiadelamedicina.org )
Parece más un relato de una novela de terror que la descripción de una operación. Solía suceder que muchos de estos pacientes hallaban la muerte en la misma mesa de operaciones, que no era una mesa  pues ,como en este caso , solían tratarse de sillas articuladas. Los que sobrevivían a la operación tenían tasas de mortalidad muy elevadas debido a las infecciones o al propio shock producido por la operación ,que sus organismos debilitados no conseguían superar. Incluso  los que lograban superar todos estos obstáculos comprobaban que los resultados de la operación no conseguían evitar el avance de la enfermedad, ya que en los tumores las células cancerígenas no eran eliminadas por una inexistente quimioterapia, por lo que no tardaban en aparecer de nuevo. Pero este horror estaba a punto de cambiar gracias a un joven dentista y a un espectáculo.
Este joven dentista se llamaba Horace Wells(1815-1848), natural de Hartford en el estado norteamericano de Virginia. Había iniciado sus estudios de odontología en Boston  y después de terminar sus estudios se estableció como dentista  en Hartford, pero en otro Hartford diferente en el estado de Connecticut. Después de casarse   desarrolla una relativamente próspera carrera  como dentista contando incluso con discípulos que le ayudan a desarrollar algunas de sus ideas innovadoras en este campo , como un nuevo tipo de dientes postizos. Entre estos discípulos se encontraba William Thomas Green Morton(1819-1968) que luego jugará un papel importante en los acontecimientos que estoy relatando. Pero no nos desviemos ahora del hilo de nuestra narración. Estamos en el 10 de diciembre de 1844 y quiero imaginar que aquel día Wells había leído en el periódico de su ciudad, el «Hartford Courant», el siguiente anuncio
«Hoy martes, 10 de diciembre de 1844 , en Union Hall tendrá lugar una exhibición de los fenómenos producidos por la inhalación del «protóxido de nitrógeno», conocido vulgarmente con el nombre de «gas hilarante» o «gas de la alegría». Hay unos ciento cincuenta litros de este gas a disposición de los espectadores que quieran probarlo . Se han encontrado cuatro hombres forzudos que cuidarán de que las personas que respiren el gas no se lesionen a sí mismas ni a los demás. Quienes respiran este gas se ponen a cantar, bailar, reír , hablar o luchar , según su temperamento.Post Scriptum: Sólo se permitirá respirar el gas a caballeros sumamente distinguidos , con el fin de garantizar el carácter absolutamente serio de la exhibición. Es imposible describir con palabras las maravillosas sensaciones provocadas por el gas. El poeta Robert Southney dijo una vez que el gas nos transporta a una atmósfera celeste. Al comenzar la exhibición se dar´`a a conocer a los interesados la manera de obtener el gas. El señor Colton ha organizado una sesión gratuita y especial para las damas que deseen probarlo. Tendrá lugar el jueves , de once a una de la mañana, y sólo se permitirá la entrada a las señoras. La exhibición empieza a las siete. El precio de la entrada es de 25 centavos»

El anuncio de la exhibición con el Gas hilarante a la que acudió Horace Wells el 10 de diciembre de 1844 en compañía de su mujer Lizza y de la que surgiría la idea de usar este gas como el primer anestésico eficaz. Una vez más , como tantas veces en la historia de la ciencia, la casualidad ayuda a las mentes despiertas a hallar respuestas que nadie más ve, porque todos los que allí acudieron aquel día no se percataron de que un hombre que se había golpeado fuertemente la tibia con un banco después de haber tomado el gas hilarante no tenía dolor alguna y ni siquiera se dio cuenta de que estaba herido. Nadie se dio cuenta de ello excepto Horace Wells (imagen procedente de http://actualidad.rt.com )

Parece que cuando Wells lee este anuncio, o se entera de la exhibición por boca de alguien, lo que desconocemos, su taller y su sociedad con Morton habían sufrido un serio revés , después de que fracasara su nueva prótesis dentaria debido al dolor que causaban al paciente , pues el nuevo sistema de  Wells exigía que se arrancara la raíz del diente y este doloroso procedimiento hacía que fuera rechazado por los pacientes. Wells, un hombre siempre inquieto y con nuevas ideas  que poner en práctica aunque con un carácter más bien retraído y modesto, sabía que si quería que su prótesis dental tuviera éxito tenía que hallar la forma de extraer la raíz sin causar dolor, un tipo de anestesia, aunque esta palabra aun no existía. Y seguramente estas ideas estaban rondando por su cabeza cuando aquel 10 de diciembre de 1844 asiste al espectáculo de Gardner Quincy Colton.Horace Wells no duda en presentarse voluntario para probar aquel gas y experimentar sus efectos sobre sí mismo.

El óxido de nitrógeno o «gas hilarante» tiene entre sus efectos causar alucinaciones, inducir un estado eufórico y en algunos casos puede provocar pérdida de parte de la memoria . Cuando Wells , junto a otros ciudadanos, sale al escenario y se somete a los efectos del gas comienza a reír y bailar como sus compañeros de escena , hasta que se le pasa el efecto y regresa a su asiento junto a su esposa Lizza, espantada por el espectáculo que está dando su marido ante la sociedad de Hartford. El espectáculo sigue y uno de los hombres que prueba el gas, llamado Samuel Cooley, comienza a dar saltos por toda la escena hasta que pierde el equilibrio y se da un fuerte golpe en la tibia contra la esquina de un banco. Tan fuerte es que Wells, que ha observado el accidente, se estremece esperando el alarido de dolor del hombre, pero este no se produce y ni siquiera se lleva las manos a la zona golpeada. Wells no deja de observar cada vez con mayor atención las evoluciones de Cooley que después de unos minutos toma asiento con absoluta normalidad.

Fotografía de Horace Wells. Después de percatarse de que era el llamado gas hilarante el causante de que Samuel Cooley no hubiera sentido dolor al golpearse con el banco diría a uno de sus amigos que se encontraba allí «Creo que si a un hombre se le da a respirar este gas se le podrá extraer una muela o amputar una pierna sin que le duela». Era el primer paso que llevaría hacia la victoria de la medicina sobre el dolor, pero que para Horace no tendría unas consecuencias tan buenas como podríamos pensar para el autor de uno de los descubrimientos más importantes de la historia de la ciencia humana, el remedio para el dolor. Quizás su carácter tímido y  su falta de ambición personal le perjudicaron frente a otros que se aprovecharían de su trabajo (imagen procedente de http://www.trincoll.edu )
Wells no pudo contenerse y se levanta para preguntar a Cooley si le duele la tibia donde se ha golpeado, pero Cooley se ríe y cree que está bromeando porque él no recuerda haberse golpeado con nada y además no siente dolor alguno. Pero ante la insistencia de Wells se levanta  el pantalón y allí había una gran herida que recorría buena parte de su pierna. Wells se queda mirándolo atentamente y lentamente se gira para dirigirse a uno de sus amigos, David Clarck «David, te voy a decir una cosa. Creo que si a un hombre se le da a respirar este gas se le podrá extraer una muela o amputar una pierna sin que le duela». En ese momento crucial acababa de darse el primer paso que iba a cambiar la historia de la medicina y del dolor en la humanidad.

File:Riggs John M.jpg
John Mankey Riggs , ayudante de Wells en aquel histórico 11 de diciembre de 1844 , cuando por primera vez se iba a probar la eficacia de un anestésico. Se convertiría en una de las máximas autoridades en enfermedades relacionadas con la boca, y uno de los pioneros en aconsejar la higiene bucal como la mejor medida preventiva contra estas enfermedades.
Wells habla con Colton para que le enseñe como obtener el gas y le cuenta lo que ha sucedido. Colton y Wells deciden probarlo en la extracción de una muela al día siguiente. También habla con su ayudante John Mankey Riggs(1811-1885) que se asombra ante lo que puede ser un descubrimiento de consecuencias increíbles y discuten como harán la operación al día siguiente, donde Riggs será el ayudante de Wells. Lo más importante era decidir la dosis, y Wells determina que deberá ser aquella que o bien deje inconsciente al paciente o deje de sentir la zona afectada por el dolor. Lo iba a probar sobre si mismo, asumiendo así el riesgo. Así, el 11 de diciembre , a las 10 de la mañana, en el consultorio de Wells se encuentran el propio Wells, su ayudante Riggs, Colton y su hermano y Samuel Cooley, el ciudadano que se había golpeado el día anterior en el espectáculo de Colton.
Wells se sienta en la silla de pacientes y , ante la mirada expectante de todos los que le rodean, comienza a respirar profundamente el gas que le suministra el hermano de Colton a través de un balón de goma lleno de óxido de nitrógeno . Su rostro empalidece, los ojos se vuelven vidriosos y el cuerpo queda inmóvil.Después de comprobar que Wells no se mueve y no ofrece resistencia alguna al abrirle la boca Riggs procede a extraerle la muela , pero queda asombrado cuando no escucha el alarido al que estaba acostumbrado cada vez que realizaba esta operación. Después de unos instantes de silencio, Wells comienza a recuperarse de los efectos de gas y al ver su muela en las manos de Riggs dice «No he sentido nada, ha sido sólo como si me hubiesen clavado un alfiler. Es el descubrimiento más extraordinario de nuestra época» A partir de este momento Wells deja todo para dedicarse en cuerpo y alma al estudio del gas y de sus efectos , experimentando siempre consigo mismo sin conocer del todo los efectos que pudiera tener sobre su organismo , aunque no tarda en probarlo con sus pacientes que comienzan a llenar su consulta cuando se extiende la voz de que es capaz de extraer muelas sin dolor.

Así debió ser la escena que se vivió aquella mañana de diciembre de 1844 , con todos los testigos expectantes ante la reacción de Horace Wells, sentado en la silla , con el rostro pálido, casi inmóvil y con los ojos vidriosos como consecuencia del óxido de nitrógeno o gas hilarante que le habían suministrado con un balón de goma. Él había ideado el método y había sido quién observó los efectos del gas por primera vez. También fue el primero en ser operado y experimentar la eficacia de este gas para aliviar el dolor. Todos estos méritos le serían escatimados en vida, al menos en Estados Unidos (imagen procedente de http://sobreslistas.blogspot.com )

Wells quiere que este conocimiento se extienda a todo el mundo, pero para ello necesita el apoyo de las máximas autoridades médicas , y por ello quiere dirigirse a uno de los más famosos cirujanos de su época y que ya conocimos al inicio de este artículo, John Collins Warren. Irá a Boston y demostrará los efectos de su gas . Le cuenta sus intenciones a su discípulo Thomas Green Morton que las escucha no sin cierto escepticismo, un escepticismo que hace nacer la duda en el corazón de Wells, más aún cuando Morton le acompaña a ver al científico Charles Thomas Jackson(1805-1880), un polémico científico, orgulloso y arrogante, formado en la escuela de la Sorbona en París , muy ambicioso y también tramposo, pues había tratado de adueñarse de la invención del telégrafo en detrimento de su auténtico inventor Samuel Morse. Cuando Wells, con entusiasmo, le narra los efectos anestésicos del óxido de nitrógeno, la respuesta de Jackson no puede ser más desalentadora. Según Jackson,en la lucha contra el dolor «Todo fue en vano y vano seguirá siendo». Aún así , consigue ponerse en contacto con Warren y fijaron una fecha en enero de 1845 para hacer la prueba del gas de Wells, pero Warren despreciaba la idea y pensaba que no era más que una superchería, aunque ,aún así, accedió pensando que Wells quedaría en ridículo . Warren era una de esas personas que no creen en los cambios, que los rechazan y piensan que todo es como debe ser y no hay lugar para esos excéntricos que quieren inventar soluciones para problemas que han sido siempre imposibles de resolver.
Según escribe Jürgen Thorward en «El siglo de los cirujanos», las palabras con las que Warren presentó a Wells fueron estas «El señor Wells dice ser dentista en Hartford. No tenemos a nuestra disposición ningún caso quirúrgico corriente, pues un paciente a quien hace ya algunos días debíamos amputar una pierna , se niega a operarse. Pero el señor Wells dice que practica , más que otra cosa , intervenciones dentales indoloras. Si entre los asistentes hay alguno que padezca de la dentadura y quiera correr el riesgo de prestarse a un ensayo del nuevo método, puede hacerlo» Se presentó un voluntario, un hombre obeso,  y Wells comenzó a aplicarle el gas como había hecho ya en muchas ocasiones en su consulta. El paciente pareció quedar dormido pero cuando comenzó a extraerle la muela este emitió un primer alarido y un segundo. Todos los presentes comenzaron a reírse de Wells y a gritar que era un charlatán . Después de unos minutos interminables Wells recogió sus cosas y abandonó la sala de operaciones con la cabeza agachada y sin entender que había fallado

File:Dr.JohnWarren with skull.gif
El profesor John Collins Warren en una fotografía tomada hacia 1850. Era uno de los cirujanos más importantes de su tiempo pero también un hombre al que le costaba aceptar la evolución de la medicina y la introducción de nuevas técnicas. Pensaba que el dolor era imposible de erradicar y el primer fracaso de Horace Wells debió de confirmarle en este pensamiento  
Había asistido también a aquella escena su discípulo Morton, que lejos de quedarse junto a su maestro para consolarle abandona precipitadamente la estancia como si quisiera que nadie le relacionara con aquel perdedor. Mientras, Wells regresa a Hartford y se sume en una depresión nerviosa al tiempo que se manifiestan síntomas de otro mal de tipo pulmonar que puede ser el principio de una tuberculosis. Morton le visita en julio de 1845 pero no se interesa demasiado por los problemas de Wells que le informa de que sigue investigando sobre el gas y sus efectos. En la primavera del año siguiente, por casualidad, Morton inicia amistad con una mujer llamada Elisabeth Williams que le comenta que fue paciente de Wells, que este le extrajo una muela y no sintió dolor alguno. Morton la escucha con atención y se despierta un auténtico interés por el gas. En otoño tiene que atender a una paciente que quiere ponerse una dentadura postiza pero le da miedo el dolor. Para no perder el negocio Morton decide usar el gas pero ,por consejo de  Jackson,al que ya habían recurrido Wells y Morton en el primer experimento realizado por Wells en el Hospital de Boston,  lo cambia por éter sulfúrico ya que según este le asegura tiene los mismos efectos pero es más seguro, lo cual no era cierto
Unos días después un paciente llamado Eben H.Frots acude a la consulta de Morton aquejado de un fuerte dolor. y le ruega que se la extraiga pero sin dolor y le sugiere que utilice la hipnosis, basados en las prácticas desarrolladas por Franz Anton Mesmer(1734-1815) , prácticas conocidas como mesmerismo. Pero Morton le dice que tiene algo mucho mejor y  usa el éter sulfúrico vertiéndolo en un pañuelo y aplicándolo sobre el rostro del paciente. Este  se duerme y extrae la muela sin causarle dolor alguno . Al instante Morton redacta una declaración para que la firmen Frots y los demás testigos de este hecho, donde Frost confirmaba lo que había sucedido aquella noche y acude con ella al Boston Daily Journal, donde el 1 de octubre de 1846 se podía leer esta noticia «Según nos informa un testigo presencial , anoche se le practicó a un paciente la extracción de una muela enferma sin que éste sintiera el menor dolor. Se le sumió en una especie de sueño por inhalación de una sustancia cuyos efectos  duraron unos tres cuartos de minuto,  tiempo que fue suficiente para realizar la citada extracción»

Una escena así fue la que tuvo lugar en la consulta de Thomas Green Morton, durmiendo con éter sulfúrico al paciente el cual era aplicado empapando un pañuelo y poniéndolo sobre su rostro. Pero el éter no era un descubrimiento ni de Morton , ni de Jackson, pues era usado desde el siglo XVI cuando fue sintetizado por vez primera por el médico y botánico alemán Valerius Cordus(1514-1544) en el año 1540 y sus propiedades analgésicas habían sido descubiertas por el alquimista Paracelso(1493-1541) casi al mismo tiempo. Por eso, Morton , hombre ambicioso y con pocos escrúpulos, ocultó la sustancia que había utilizado , pues sino no podría explotar comercialmente su hallazgo, ya que el éter estaba al alcance de cualquier doctor , aunque nadie había seguido el camino abierto por Paracelso cuatro siglos antes (imagen procedente de http://www.sentadofrentealmundo.com ) 

Morton quería evitar por todos los medios que se supiera que era éter, por eso se habla en el artículo de una «sustancia» ya que el quería explotar comercialmente este éxito, pero el éter era conocido por todos y si lo decía todos lo usarían y no obtendría ganancia alguna. Al igual que había hecho Wells dos años antes, Morton se pone en contacto con Warren para poder hacer un ensayo público. Sería el 16 de octubre de 1846 y el paciente se llamaba Gilbert Abbot al que había que extraerle un tumor maxilar.Warren volvió a presentarle con su sarcasmo y escepticismo habitual . Todo se desarrolló de la misma forma que en la prueba de Wells,y Morton, una vez comprobado que el paciente estaba dormido, lo dejo en manos de Warren para que lo operara. Para asombro de todos los que allí estaban  el paciente no emitió ni un sólo sonido . El propio Warren se emocionó hasta el punto de dejar caer las lágrimas por su rostro.
¿Por qué tuvo éxito Morton donde había fracasado Wells? El éter y el óxido nítrico  tienen el mismo efecto, por lo que la diferencia no estaba en la sustancia sino en el paciente. Él de Wells era un hombre obeso , más resistente a los efectos de la anestesia, mientras que el paciente de Morton era un hombre delgado y que además padecía tuberculosis , lo que lo hacía mucho más vulnerable a la anestesia. En realidad, el éxito correspondía a Wells, pues Morton sólo se había aprovechado de sus experimentos , pero Morton quiere para sí la fama y la riqueza , y se niega a rebelar la sustancia empleada para anestesiar, por las razones que ya expuse más arriba. Morton escribe a Wells ofreciéndole una participación, pero no le dice que sustancia es. Lo único que quiere es ganar tiempo para patentar el procedimiento y excluir a Wells para llevarse él toda la gloria. En cuanto a Jackson, que conocía que era Wells el auténtico descubridor, le compra ofreciéndole el 10% de los ingresos que espera obtener de la explotación de la patente. Jackson acepta y no dirá nada del trabajo de Wells.

File:Southworth & Hawes - First etherized operation (re-enactment).jpg
El día de la operación, 16 de octubre de 1846. El doctor John Collins Warren, el primero a la derecha de la imagen que está mirando hacia la cámara. El paciente era Gilbert Abbot, a quién había que extirpar un tumor en el maxilar. Morton le aplicó el éter sulfúrico y, para asombro del propio Warren y de todos los que estaban allí, el paciente no emitió ni un sólo grito.El frío, duro y despreciativo Warren dejaría correr alguna lágrima por su rostro mientras decía casi en un susurro «Esto no es superchería». Esta operación es considerada el punto de partida de la cirugía moderna, la primera operación sin dolor 

Este es parte del contenido de la carta de Morton dirigida a Wells el 19 de octubre de 1846, tres días después del éxito del experimento en Boston «Tengo el gusto de informarle por la presente que he logrado descubrir un preparado cuya inhalación produce un sueño profundo. Para ello se necesitan escasos segundos y la duración del sueño puede puede prolongarse a voluntad. En tal estado se pueden llevar a cabo lo mismo grandes intervenciones , como operaciones dentarias, sin que el enfermo perciba el menor dolor. Ya he solicitado la patente del producto y he mandado agentes encargados de conceder exclusivas de ventas. Le agradeceré me diga si desearía usted visitar Nueva York y otras ciudades con una participación en las concesiones. He ensayado mi producto en más de 160 casos de extracción dentaria ; además fui invitado en el Massachusets General Hospital para aplicarlo a pacientes de allí, obteniendo en todos los casos resultados satisfactorios. Profesores como Warren y  Hayward me han extendido certificados. Durante mi demostración , la sala de operaciones estaba atestada de estudiantes y médicos. Si desea usted conocer otros pormenores, tengo a su disposición extractos de prensa»

CrawfordLong.jpg
El doctor Crawford  Williamson Long(1815-1878) utilizaría por primera véz el éter como anestésico el 30 de marzo de 1842 para extraer un tumor del cuello de un paciente llamado James M.Venable. Sin embargo, no haría público su descubrimiento y no sería hasta 1848 cuando aparecieron los resultados de sus operaciones con éter en el The Southern Medical and Surgical Journal.En 1854 reclamaría sus derechos por encima de Morton, aunque con escaso éxito. Si Wells fue el primero en advertir el uso del óxido de nitrógeno como elemento anestesiante, Long fue el primero en utilizar el éter con la misma finalidad. .Sin embargo Morton fue más rápido y usó mejor los medios de comunicación de su época para , al menos en un primer momento, hacerse pasar por el inventor de una sustancia desconocida que eliminaba el dolor. Ya entonces las buenas campañas de marketing eran mejor que la verdad

Morton no patenta el éter, que ya lo está, sino el método de suministrarlo, copiado de los métodos de Wells, una patente que se le concede el 12 de noviembre de 1846. Pero Morton no había descubierto nada, el procedimiento era una invención de Wells y el uso del éter le había sido sugerido por Jackson. Incluso el uso del éter como anestésico había sido usado cuatro años antes, en 1842, por el doctor norteamericano Crawford Williamson Long(1815-1878) en Danielsville, Georgia, a un niño al que había que extraerle un quiste del cuello, pero en su momento no hizo público este caso.  Jackson no es el bueno de Wells, y escribe a la Academia Francesa de Ciencias donde tenía como amigo a uno de los científicos más importantes de Francia, Jean Baptiste Elié Beaumont(1798-1874),  afirmando que él es el auténtico descubridor de los efectos anestésicos del éter en febrero de 1842 y afirma que Morton había ido al Hospital de Boston como delegado suyo. Una vez más Jackson se estaba adueñando de un descubrimiento que no era suyo, pues en 1842 fue Williamson Long y no él quien usara el éter.  La Academia le da la razón y a continuación Jackson escribe un informe para la Academia de Ciencias de Estados Unidos exponiendo las conclusiones de la Academia Francesa. Morton le replica y niega todas sus afirmaciones  , se suceden las disputas mostrando a dos hombres sedientos de gloria y riqueza.

Mientras ,Wells apenas dice nada, él no buscaba la fama, sólo quería extender el uso de la anestesia en todo el mundo, y cuando habla nadie le escucha ante la fuerza entre los medios de Jackson y Morton. El 12 de mayo de 1847  escribe en el  Boston Medical and Surgical Journal  una carta que concluye así «Termino formulando el sincero deseo de que se me reconozcan en este descubrimiento los derechos que realmente me pertenecen» Viaja a Francia para recuperar su maltrecha salud y para su asombro le reciben casi como a un héroe, pues por el informe de Jackson habían conocido que Wells era el auténtico descubridor de la anestesia. Da conferencias y finalmente escribe para la Sociedad de Medicina de París un informe titulado «Historia del descubrimiento del empleo del gas hilarante , éter y otros gases en las operaciónes quirúrgicas» . Este informe  llega a Estados Unidos, y ya comienzan a sospechar la verdad de todo.

File:WilliamMorton.jpg
Thomas Green Morton(1819-1868) era más que un médico o un científico un ambicioso hombre de negocios, con muy pocos escrúpulos . Si no hubiera sido tan ambicioso su nombre hoy se hallaría junto al de Wells y el propio Long como uno de los grandes descubridores del siglo XIX, pero su nombre aparece manchado por la mezquindad con la que se comportó con Horace Wells, que había sido su maestro y a quién le robó la idea, al igual que luego hizo con Jackson ocultando que la sugerencia del uso del éter había sido de Jackson y no suya. La guerra de egos y ambiciones entre Morton y Jackson se cobraría una primera víctima en la persona del desafortunado Wells 
En enero de 1848 Wells viajaba a Nueva York y comienza a experimentar todos los días con cloroformo. Pero el uso continuo de éter, gas hilarante y cloroformo le causan alucinaciones, le arruinan la memoria, le provocan depresiones . Se hallaba en uno de estos estados de embriaguez narcótica cuando el 21 de enero de ese año de 1848 roció a dos mujeres con una botella de ácido. Wells fue detenido pero  no recordaba nada de lo que había sucedido. Pensaba que se había convertido en un loco, aunque sólo estaba sufriendo las consecuencias de las alucinaciones provocadas por las  sustancias narcotizantes, pero no lo podía soportar. El 23 de enero de 1848 , mientras estaba en su celda , se seccionó la arteria femoral de su pierna izquierda con una cuchilla de afeitar no sin antes narcotizarse con cloroformo. Pocos días después de su muerte llegaría estar carta al domicilio de Wells«Mi querido Wells: Acabo de llegar de una sesión de la Sociedad de Medicina de París en la que se ha adoptado la decisión de considerar a Horace Wells de Connecticut, Estados Unidos, único merecedor del honor de haber descubierto el empleo de gases para la realización de operaciones sin dolor , y de haberlos utilizado con éxito»   
La carta hacia justicia pero llegaba demasiado tarde .  Pero Jackson y Morton seguirían enredados en una interminable guerra en los juzgados . La patente de Morton es anulada pero Morton no ceja en su empeño y durante diez años trata de probar que es él y no Wells el descubridor de la anestesia, pero sus demandas son rechazadas una vez tras otra, a pesar de que pudo comprar el testimonio de Samuel Cooley, si, aquel ciudadano que se dio un golpe con un banco sin hacerse daño después de probar el gas hilarante. Morton sigue luchando  e incluso trata de conseguir del Congreso en 1863  una indemnización de 200.000 dólares por ser el descubridor del éter y no haber obtenido el reconocimiento por ello. Pero también es rechazada y Morton se queda sin recursos económicos para seguir litigando, y además todos le abandonan . Y aún así ,durante los siguientes cinco años se convierte en un habitual de los pasillos del Congreso para reclamar sus supuestos derechos , hasta que su progresivo deterioro mental hace que sea internado, muriendo en 1868  sumido en la locura.  El mismo destino tendrá Jackson, que llevado por sus delirios de grandeza, será internado en 1873 en el departamento de alienados del Massachusetts General Hospital muriendo olvidado de todos el 28 de agosto de 1880.

Archivo:Jackson Charles Thomas.jpg
Charles Thomas Jackson, el último vértice del trágico triángulo formado por Horace Wells, Thomas Green Morton y él mismo. Wells fue la primera víctima, el más honrado y honesto , que no buscaba la fama ni el éxito, sino extender un descubrimiento que era beneficioso para toda la humanidad. Se suicidaría después de agredir a unas mujeres con ácido mientras su mente se hallaba enturbiada por los efectos de las sustancias narcotizantes que experimentaba en sí mismo. Morton acabaría en el manicomio al igual que Jackson, ambos enloquecidos por sus sueños de riqueza y fama que les llevó a una disputa interminable hasta la muerte de ambos con cinco años de diferencia pero con una misma causa, la locura. De su tragedia nació la anestesia, la palabra que introdujera por primera vez en nuestro vocabulario el escritor y doctor Oliver Wendell Holmes  en una carta escrita cuatro semanas después del éxito de la operación de Morton en 1846. Procede del griego y significa «sin dolor».

Y de esta triste y dramática forma acaba la historia del descubrimiento de la anestesia, un descubrimiento que acabó con los tres principales protagonistas implicados, uno suicidándose y dos en el manicomio. Pero , sin embargo, dieron a la humanidad el mejor de los regalos, la supresión del dolor que habría una nueva era en la medicina y en el tratamiento de las enfermedades . Como escribía más arriba la palabra anestesia nació en una carta escrita por el doctor y escritor Oliver Wendell Holmes (1809-1894) con el significado de «sin dolor»   Cuando ahora vayáis al dentista y os pongan esa maravillosa anestesia que nos alivia los dolores que durante siglos torturaron a los hombres y mujeres que tenían que someterse a una intervención, recordad aunque sea por un segundo al desdichado Horace Wells. A él le debemos que no sintamos dolor. Gracias Horace.